¡Aquí otra vez! Cerrando el verano y así la temporada. Este final, ha sido intenso y bonito. Primeramente, y después de estar una temporada preparándonos con entrenamientos y carreras de junior, nos dirigimos a Cher, una región en el centro de Francia porque tocaba correr el Trophée d’Or, una vuelta de 6 etapas que prometía. La característica principal era lo técnico de las carreras, con las queridas emboscadas que hay en este país.

Había buen nivel, equipos, corredoras… Me estrenaba corriendo con Marianne Vos y Giorgia Bronzini, dos campeonas del mundo, que aunque mi director piense que no hay que idolatrar a nadie, me ponía nerviosa correr a su lado. Sí, ya me había tocado con varias, pero con ese palmarés, se han ganado ser para muchas, referente. La holandesa Vos dominó la vuelta, demostró superioridad, imponiéndose tanto en la etapa reina, como en la CRI, como en esprines de grupo: arrrasó. Y no porque el resto se lo pusiera fácil, pues Anna Van der Breggen, Valentina Scandolara, Amy Cure, Tatiana Antoshina, Karol-Ann Canuel o Christel Ferrier Bruneau entre otras, lo lucharon con ganas.

Protagonista de esta vuelta fue el fuerte viento, que ya en la primera etapa provocó unos abanicos al final que dividieron el pelotón en mil pedazos donde las corredoras nos intentamos agarrar como pudimos y ya se hicieron las diferencias que marcaron la vuelta. Por un descuido Belén no pudo meterse, aunque no cesó en su intento de ascender posiciones durante toda la vuelta. Las etapas fueron rápidas, movidas, con fugas, en las que si el equipo no estuvo presente, no eximió su responsabilidad de intentar cazarla, así que sufrimos y aprendimos, yo por lo menos, a ganarse un hueco en esos puestos.

También, y por si no habíamos tenido suficiente, nos tocó una carrera con bastante agua, en la cual yo no sé si por miedo tras una fastidiosa caída que me tocó, sentía arriesgada cada curva jaja. (Que por cierto, tuve que utilizar las zapatillas de la mítica “bolsa de agua” que se lleva en el coche, que nunca piensas que le darás uso, y a mi me salvó la etapa, porque rompí una cala jaja). Más cosas que decir, por ejemplo la etapa reina, que me acongojaron más sus bajadas que las subidas (aunque se las traían también); creo que hubiera sido realmente bonita para seguirla desde cerca, por recorrido sinuoso. A nuestra gaditana le faltó poco para meterse en el grupo de las mejores, pero finalmente llegamos en el pelotón.

Y como anécdota, contar las peculiaridades respecto a cualquier carrera masculina, donde en cada salida, un chico se ponía a cantar, pese a que lloviera o estuviésemos ansiosas por salir, lo hacía bien, sí, pero no estamos acostumbradas a la farándula, que se repitió en un acto de despedida de la vuelta en el que se convocaban a todos los equipos a un acto. Finalizada la vuelta, tocaba el GP Plouay, en Finisterre, parte de la Bretaña francesa, Copa del Mundo que antecede a la carrera masculina. Un recorrido de clásica, un circuito duro y plagado de gente apasionados en este deporte y que hacían erizar la piel con cada grito. Una carrera selectiva, donde el repecho final a falta de 4km a meta con una parte de 500m de gravilla de 2m de ancho, hacía aventajar a las más fuertes.

Tenía mucha ilusión puesta en ese día, no porque confiara en mis posibilidades, sino porque simplemente quería sentir el ciclismo en su esencia hasta donde diera mi cuerpo. Por desgracia, en un repecho partí cadena y volví a besar el suelo, esta vez literal. Conseguí completar los casi largos 140km de recorrido, en la “grupeta”.

Sheyla Gutiérrez CdM Plouay

Fanny, Sheyla, Belén, Lucía, Emma y Alexia en el debut de la riojana en una Copa del Mundo. | Jorge Sanz

Por el contrario, Alexia Muffat tuvo el día, y con sus tan solo 21 años consiguió terminar en el puesto 17, siendo primera francesa. Belén López y Ane Santesteban llegaban en un segundo grupo, haciendo buen papel. Con esto, puse fin a mis “obligaciones” con el equipo, pues ya no me tocaba competir más con féminas y emprendí otra aventura de viaje mientras el equipo se mantenía por tierras gabachas para correr Tour d’Ardèche.

Mi viaje, Plouay-Nantes, donde pasé todo el día en solitario y sin manejarme en francés, yendo desde el hotel con un autobús, tranvía, consiguiendo un mapita y visitando la bonita ciudad, (museos, castillos, iglesias…) y permitiéndome el capricho de un famoso crèpe. Nantes-Barcelona que cené y conocí la “fiesta de luz y sonido” en la fuente de plaza Catalunya, espectacular. Barcelona- supuestamente Bilbao, que por niebla, me aterrizó en Santander, así que retorné a Bilbao en bus, y ya me puse en camino de mi casita. Esa misma semana, 3 días después, comenzaba la “prestigiosa” vuelta junior en mi tierra, La Rioja, que por ansia y para finalizar el año, corrí.

Ya había cambiado el chip y mi cuerpo había desconectado de la fuente de energía hacía ya tiempo, pero con ilusión, fui tirando en las carreras. Un “entrenamiento” diferente por las mismas carreteras de todos mis entrenos, que podría señalar hasta los baches, pero con mejor compañía. Sin esa “presión” ni agobio, disfruté de unos días de ciclismo, intentando hacer las cosas bien con la selección española y atenta también la competitividad de los chicos y la apretada general. Fue bonita.

VUELTA A LA RIOJA selección española femenina

Sheyla corrió la Vuelta a la Rioja con las junior mundialistas y Ane Santesteban, que también estará en Florencia. |Lierni Lekuona

Y así candé mi temporada, con 50 días justo de competición, de nueva categoría, con el gran salto brusco que ha implicado y la exigencia que casi ahogaba. Este año toca ver el mundial por la tele, que viviré al máximo animando a mis compañeras Belén López, Ane Santesteban, Anna Sanchís y Leire Olaberría, seguro que nos hacen enervarnos. En fin, en próximas entradas haré mi balance sobre esta nueva etapa en la que he entrado y no parece haber salida: el ciclismo puro y duro, muy duro.