Hace cinco años Chris Horner ya era uno de los ciclistas más veteranos del pelotón. Estaba en el Astana, como Alberto Contador, Levi Leipheimer o Andreas Klöden, y no estuvo en el nueve del Giro ni de la Vuelta, las dos grandes que ganó el madrileño en la temporada 2008. Un lustro después, el ciclista norteamericano ha ganado dos etapas en la Vuelta a España y es líder de la carrera tras diez etapas. En 52 días celebrará que cumple 42 años.

Horner atacó en Hazallanas directo a la victoria a cuatro kilómetros y medio de meta. Antes habían pasado muchas cosas. La primera de todas, una caída en la salida neutralizada que afectó a muchos ciclistas –Dani Moreno entre ellos, por ejemplo– y obligó a Bart De Clercq, Alberto Losada, Guillaume Boivin y Markus Barry a abandonar. Después de la caída y de un millón de ataques se formó una fuga muy numerosa de la que acabaron sobreviviendo en cabeza Tomas Marczynski (Vacansoleil-DCM), Diego Ulissi (Lampre-Merida) y Georg Preidler (Argos Shimano). Ulissi coronó Monachil con ventaja pero en el descenso le pasaron Marczynski y Preidler; sin embargo, el ataque del polaco en Hazallanas –vive en Granada– le llevó más lejos, tanto como hasta cinco kilómetros de meta.

No se puede decir que Horner atacara por sorpresa. En Monachil, Cancellara aprovechó para hacerse otra serie pensando en el Mundial de Florencia y enfiló al grupo tanto que hasta Haimar Zubeldia, compañero de equipo propio, se descolgó. Leo König fue otro de los damnificados de la jornada, aquejado de una infección de garganta. Salvo por esto, a Hazallanas llegaron en cabeza más o menos todos los que tenían que llegar.

Tras Radioshack Leopard trabajó Movistar. Szmyd, Herrada y Capecchi tiraron del grupo durante kilómetros bajo la atenta mirada de Alejandro Valverde. Todo apuntaba a un ataque del murciano; el trabajo de su equipo, las sensaciones de las etapas previas, su estatus en la etapa. Nunca sucedió. A cambio, fue Vincenzo Nibali el que tomó el relevo directo de Movistar en cabeza del pelotón de favoritos, con un par de demarrajes incluidos.

Todo esto hasta que llegó Horner, claro. Erguido sobre la bici, codos fuera, el norteamericano atacó con sus trazas de jubilado. Parece que no avanza, pero cuando volvimos a mirar ya llevaba medio minuto de ventaja sobre Nibali, Basso, Valverde, Purito, Pinot y Roche, que hacía la goma por si le volvía el maillot rojo. Dani Moreno, el poseedor vigente, sufría por detrás desde varios kilómetros atrás y ya no contaba para seguir vistiéndolo. Por supuesto, a Roche no le llegó la recompensa: la diferencia de Horner no hacía más que aumentar y se plantó en los 50 segundos mientras por detrás arqueaban una ceja.

Basso, como espoleado por las palabras en las que Nibali le señalaba como su mayor rival en la general, estuvo muy activo en toda la ascensión. Ninguno de sus ataques consiguió descolgar a nadie, pero el último de ellos lo aprovechó Nibali para, a la contra, pegar su hachazo. ‘Lo Squalo’ demarró a dos de meta muy fuerte y muy listo, y por detrás, ante las dudas de todos, Pinot fue el que se puso a tirar. En meta, el del Astana arañó quince segundos y dejó la sensación de que cuando hay montaña y no sólo cuestas, él sigue llevando la ventaja.

Su parte final de la subida fue tan buena que sólo le quitó como cinco segundos a Chris Horner. El abuelo va en serio en esta Vuelta: quiere la general. Es precipitado pensar en si aguantará o no, porque tiene 41 años, su mejor puesto en una gran vuelta es un noveno en el Tour de Francia y porque tiene 41 años. Pero él no estaba de farol cuando después de ganar en Lobeira decía que quería la Vuelta a España. De momento, en el día de descanso el rojo sólo lo viste él.

Foto: Radioshack Leopard

Foto: Radioshack Leopard