Según el diccionario de la Real Academía de la Lengua Española brillo esconde un doble significado que sirven para definir a Michael Matthews. De la primer acepción, “luz que emite o refleja un cuerpo” viene su apodo con el que se le conoce en el ciclismo, “Bling” Matthews. Un apodo que le puso el padre de un buen amigo suyo. Los abalorios que lucía en su cuello, pendientes en ambas orejas y ceja hacían relucir la figura del velocista aussie. La segunda acepción es la más importante: “lucimiento o ventaja de una persona sobre otras a causa de su talento o hermosura”. El talento es la mejor cualidad que hace lucir su figura.
Un talento que demostró en la categoría sub23 y que en el World Tour sigue derrochando como patentó ayer con su victoria en el Lago de Sanabria, en la quinta etapa de la Vuelta a España, su debut en una grande. El talento y sus cualidades como velocista desarrolladas en el ciclismo en pista, la seña del emergente ciclismo australiano, al que además une otro factor. “Es muy importante para corredores como yo entrenar, comer y dormir en Europa y poder correr contra los mejores del Mundo. Para nuestro desarrollo es muy bueno estar a este nivel”.
Su brillo eclipsó el Mundial de Geelong. En casa, ante los suyos, logró alzarse con el Mundial sub23 en un sprint donde superó a John Degenkolb, Taylor Phinney o Arnaud Démare. Un triunfo que impulsó no solo su carrera deportiva si no la presión entorno a su figura. Presión por parte de su nuevo equipo, Rabobank, que encontró en él un diamante en bruto. Más si cabe cuando comenzó ganado una etapa en el Down Under donde concluyó cuarto sumando a lo largo del año triunfos en Murcia y Rund um Köln en su temporada de debut en la máxima categoría, 2011.
Esa presión creció al año siguiente donde no acabó por arrancar pese a los triunfos en Almería y un parcial en Utah. Escaso bagaje para un corredor del que Rabobank esperaba encontrar victorias a lo largo de la campaña. Una presión que se acentuó con las odiosas comparaciones con los corredores de su generación, los mismos a los que batió en el Mundial. Apenas cerró la temporada con dos triunfos menores cuando John Degenkolb sumó cinco triunfos en la Vuelta a España, Taylor Phinney era líder en el Giro de Italia o Arnaud Démare maravillaba con victorias como la de Hamburgo. Matthews quería estar a su nivel, el equipo también. “Siempre he sentido esa presión. En cierto sentido cuando ganas la presión es buena y cuando no ganas la presión es mala”.
Él ha vivido ambas situaciones. La parte negativa le llevó a cambiar de equipo pese a tener contrato en vigor con los neerlandeses. Esa presión unida a la llamada del proyecto nacional australiano, Orica-GreenEDGE, le puso rumbo a correr con los suyos. Una primera campaña de aprendizaje para él donde relata que “tienes que encontrar tu camino en el nuevo equipo, tu hueco y trabajar para luego poder tener tus oportunidades para ganar carreras. La primera parte del año he estado trabajando para el equipo y ahora estoy en un buen punto de forma y el equipo me apoya para sprints como el de ayer [por Fisterra] o el de hoy [por Sanabria]”.
Un liderazgo que le ha costado alcanzar. Un liderazgo para el que se ha sacrificado la primera mitad del calendario con pocas oportunidades para su lucimiento. Ocasiones en pruebas menores como La Rioja, primera vez que el equipo optó por él. Le siguió California gonzando de más peso en la segunda mitad del año siendo el sprinter titular en Utah -dos victorias- y en la Vuelta a España. Pero para llegar a ello se fajó siendo un hombre de equipo, protagonizando escapadas en etapas del montaña. Diferentes situaciones en carrera para completar su formación como ciclista.
Una formación que todavía no está definida. “Puedo hacer sprints en cuesta y en llano. Por ahora no me especializado ni clasificado. Tengo 22 años y tengo mucho tiempo para decidir sobre eso. No le veo sentido a clasificarme como velocista puro o uphill-finisher”. Una formación donde además de destacar la figura de Neil Stephens sobresale el también ex corredor Julian Dean. El que fuera uno de los mejores hombres del último kilómetro es asesor para los velocistas en Orica-GreenEDGE. Un consejero, un instructor, que intenta sacar el brillo de Michael Matthews. Un brillo que demostró en Sanabria y que seguirá luciendo en el resto de llegadas de la Vuelta a España.
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[…] opción alguna de conseguir una victoria y sprinters en teoría de menos calidad como Richeze, Matthews o Meersman se han mostrado mejor que el americano que parece totalmente perdido para la causa. […]