Es un topicazo, pero Chris Horner no aparenta 41 años. Pero no los aparenta no por su aspecto físico, con calva y arrugas propias de su edad, si no por su mirada de juvenil, por su actitud adolescente ante el triunfo. No es para menos. Horner ganó ayer su primera etapa en una vuelta grande y también la lideró por primera vez. Es el ganador y el líder en una vuelta grande más veterano de la historia, pero es un debutante en estas lides.

Su rostro reflejaba una satisfacción absoluta. Sus palabras reflejaban eso mismo, mientras dejaban volar la imaginación hacia un posible triunfo final en la Vuelta. “Mi problema puede ser la contrarreloj. Puedo subir bien en la montaña, pero no siempre puedo hacer una buena contrarreloj. Y aquí hay corredores que hacen las dos cosas muy bien”, nada de las declaraciones medidas y profesionales a la que nos tienen acostumbrados los Nibali, Valverde o Joaquim Rodríguez, mucho más veteranos que él en ese y en casi todos los aspectos.

chris horner

Pero el discurso de Horner es atractivo tanto por su transparencia como por su profundidad. Sonríe cuando le hacen preguntas buscando la respuesta a esta irracional frescura a su edad. “Cada día cuando me monto en la bici, pienso que puede ser mi último día como corredor profesional. Si hoy me hubiese caído, por mi edad ese podría haber sido el último momento de mi carrera”, una razón más que suficiente para el ciclista de Oregon para “entrenar cada día con más ilusión y motivación”.

Un juvenil de casi 42 años, cada año anda más y cada vez tiene “más ganas de continuar”. Para ilustrar mejor esta cuarentona juventud, Horner apuntó que incluso durante la etapa un compañero le había venido a preguntar por posibles ofertas para pasarse a la dirección deportiva: “menuda locura, ¿cómo puede estar cansado de correr en bicicleta?”