La relación de Alejandro Valverde con la Vuelta a España, como le sucede con todas las grandes, gira entre el amor y el odio con mucha ligereza. La gran derrota en 2006 ante Vinokourov, bajando Monachil, contra la victoria de 2009, la única gran vuelta de su palmarés. Los disgustos del chubasquero de Suances o la caída de Valdezcaray ante las victorias de etapa con Kelme que le dieron a conocer en el pelotón internacional.
Llena de contrastes pero también plena de éxitos. La de 2013 será la octava Vuelta a España de la carrera de Alejandro Valverde –sin contar el periodo de sanción, sólo ha faltado en 2005, tras la lesión del Tour, y en 2007– y, si la ganase, se convertiría en uno de los ciclistas más exitosos de la historia de la prueba. De momento la ha ganado una vez y se ha subido al podio otras tres más, con otros dos puestos entre los cinco primeros; de hecho, Valverde nunca ha terminado la Vuelta fuera del top-5. Aunque a él probablemente le guste más el Tour, no hay dudas de que la Vuelta a España es su carrera.
La temporada de Valverde, escasa en victorias –sólo cuatro, ninguna en el World Tour– pero espesa en profundidad, muestra una madurez en el ciclista murciano. Nunca habia parecido tan fuerte en el Tour, y nunca se le había cruzado valverdada semejante a los abanicos y el pinchazo de Saint-Armand-Montrond, la etapa reina de las desventuras de Valverde, tan periquista, en las grandes vueltas. Y aun así fue uno de los ciclistas más fuertes de la carrera y el octavo en la general, lo que traducido a la Vuelta es una evidente candidatura a la victoria.
El recorrido le viene tan bien que parece diseñado en Murcia: una crono de las que le encantan, muchos finales para que haga valer su punta de velocidad e incluso el Angliru es una subida que le va bien. Cuenta con un equipo temible a su lado. Corre por ahí el rumor de que lo mismo se reserva y sólo hace la Vuelta para preparar el Mundial, algo que sería muy sorprendente; cuando Valverde se pone un dorsal es para ganar, sea donde sea, aunque más en la Vuelta que en ningún otro sitio. La cuestión es qué se encontrará en su nueva aventura de tres semanas: ¿gigantes o molinos?