Éxitos en el comienzo, un largo periodo por el desierto y un despertar triunfante. Así se puede definir la trayectoria deportiva de Pieter Weening. El flamante vencedor del Tour de Pologne es el vivo reflejo que un joven prometedor ciclista señalado y condenado para ser el sucesor de la estrella nacional de la época. El ocaso de Michael Boogerd se encontró con el excepcional comienzo de carrera de Weening. En su primera aparición en el Tour de Francia, a sus veintitrés años, estrenó su palmarés a lo grande consiguiendo la victoria en Gérardmer. No fue la única victoria de la campaña. Finalizó con victoria parcial en Polonia, donde fue quinto en la general.

El neerlandés cumplía con todos los requisitos para ser el sucesor de Michael Boogerd. Llegó a las filas de Rabobank tras una correcta formación en el equipo de desarrollo donde, entre otras, consiguió la victoria en el campeonato nacional sub23 o la prestigiosa Thüringen-Rundfarht. Este hecho unido al gran desarrollo de su segunda campaña pro elevaron las exigencias sobre la nueva promesa de los Países Bajos.

Pero como otros tantos el símil fue fallido. Tres campañas seguidas en blanco acabaron por lapidar el anhelo de un sucesor primeramente y de un gran hombre de equipo después. Una larga travesía por el desierto. La figura de Pieter Weening parecía apagarse hasta la llegada de la temporada 2009. Fue tercero en la general de Murcia, sexto en Austria y cuarto en Polonia. Pero lo más importante fue reencontrarse con la victoria. Lo consiguió en Austria, en la tercera etapa. Esta serie de resultados pareció devolverle a la primera plana recordando su comienzo en el pelotón profesional pero la temporada siguiente lo hizo olvidar. Recobró la luz con el triunfo en Orvieto, quinta etapa del Giro de Italia’11, que le hizo vestirse de rosa. Fue su último éxito de naranja. Fue su último año en Rabobank. Después de once años en la estructura neerlandesa cambió se aire recalando en el nuevo proyecto aussie, Orica-GreenEDGE.

Allí cambió por completo su rol. En un equipo sin escaladores ni hombre para clasificaciones general, Pieter Weening obtuvo libertad de movimientos. A falta de victorias fue completando buenas actuaciones. Décimo en California, undécimo en Dauphiné, segundo en Langkawi, noveno en País Vasco o octavo en Amstel Gold Race. Resultados que daban presencia a la formación australiana a pruebas donde no cuentan todavía con corredores capaces de darles éxitos en las mejores rondas por etapas del calendario.

Polonia, tierra prometida para Weening. (c) APP

Polonia, tierra prometida para Weening. (c) APP

Los buenos resultados alcanzaron otra cota en Polonia. La prueba polaca se convertía en la tierra prometida para Pieter Weening. Después de la victoria parcial conseguida en 2004, el neerlandés sumaba un nuevo éxito. Llegó con opciones de triunfo a la última etapa, una contrarreloj decisiva de 37 kilómetros tras haber sido regular durante las seis etapas precedentes. Hizo la crono de su vida tras finalizar en sexta posición por detrás de cinco especialistas como Bradley Wiggins, Fabian Cancellara, Taylor Phinney, Marco Pinotti y Kristof Vandewalle y remontar las diferencias respecto a Christophe Riblon. Consiguió la victoria en la general, primera de la temporada, primera clasificación en el World Tour. Una muestra más de un corredor que prometía, se apagó y en la madurez de su carrera deportiva acumula un digno palmarés al que poco a poco suma victorias de prestigio.