Hace exactmente tres meses publicábamos un artículo titulado ‘Romain Bardet, un pirado que apunta alto‘ en el que exaltábamos su buen papel en el tríptico de las grandes clásicas de las cotas, y alabábamos su forma de entender el ciclismo. El Romain Bardet que conocíamos tenía alma de clasicómano, era un corredor inquieto de los que no se acomodaban en el pelotón y querían dejarse ver en cualquier lugar, de los que cuando tenían fuerza lanzaban su ataque sin mirar atrás, hasta las últimas consecuencias, por más que la victoria entre pros continuase resistiéndosele. Ese era el Romain Bardet que conocímos durante su primer año y medio en Ag2r – La Mondiale, pero no fueron pocas las voces que advirtieron que Romain Bardet no era simplemente un pirado como cualquier otro, Bardet era mucho más.

Porque muchos ojos había puestos sobre él en su debut en el Tour de Francia. Con 22 años se presentaba a Córcega con la intención de conocer el Tour y examinar su rendimiento durante las tres semanas del año más importantes para cualquier ciclista francés. ¿Objetivos marcados por Lavenu? Conocer el Tour y conocerse a sí mismo más que dejarse conocer por la afición. Sus antecedentes como vueltómano invitaban a levantar curiosidad, que no expectativas, en cuanto a su rendimiento tras sus buenas actuaciones el el Tour de l’Avenir en su periodo espoir cuando fue 6º en 2010 y 12º en 2011 con victoria en Mont Salève.

Presión, ninguna. Ag2r – La Mondiale se presentaba a la Grand Boucle con algunos de los frentes importantes bien cubiertos. Jean-Christophe Péraud y John Gadret serían los hombres que fuesen a buscar la general y Samuel Dumoulin debería ser el encargado de pescar en río revuelto en algún sprint extraño. Sin embargo el apartado del día a día, etapa a etapa, fuga a fuga parecía mucho más abierto y allí era donde todos esperábamos encontrar al joven corredor auvergnate junto a los Kadri, Riblon o Minard. Pero los días fueron pasando y el Tour de Romain Bardet estaba siendo completamente anónimo (como el del ciclismo francés hasta la victoria de Riblon en l’Alpe d’Huez) a pesar de haberse dejado ver durante la etapa con final en Bagnères-de-Bigorre que acabó llevándose Dan Martin.

Puede que no fuese hasta el abandono Jean-Christophe Péraud, cuando ocupaba plaza en el Top10, cuando nos pusiésemos a buscar en qué posición se encontraba el segundo corredor de la escuadra de Lavenu. Por fin entendimos el porqué de tan poca presencia en carrera. Todos esperábamos encontrar a un gris John Gadret deambulando en los alrededores del Top25, pero la sorpresa llegó cuando encontramos a Romain Bardet situado en 20ª posición. En resumidas cuentas el Tour de su debut no estaba resultando el desencanto que alguno podría estar llevándose.

Romain Bardet durante la CRI de Chroges / foto: AFP

Romain Bardet durante la CRI de Chroges / foto: AFP

Quedaba el tríptico final alpino, tres etapas capaces de hundir en la miseria a hombres perfectamente asentados en el Top10 como Mollema y Ten Dam que podía parecer que en Romain Bardet tenía un blanco fácil. Nada más lejos de la realidad. Siempre lejos de los hombres que se jugaban las etapas y la general, pero siempre guardando las distancias con el hombre del mazo logrando finalizar las tres etapas en 16ª, 12ª y 11ª posición respectivamente. Se situó entonces en la 15ª posición final cuajando un estreno espectacular desde la sombra, allí donde los focos mediáticos no llegan. Lavenu tiene en él un diamante en bruto listo para ser pulido y brillar en los grandes escenarios.