Marianne Vos supo verlo mejor que nadie. Lo avisó antes del Giro Rosa. “Ojo con Mara Abbott, que puede ser la mejor escaladora del pelotón”. Regresando en este 2013 tras un año completo retirada del ciclismo profesional, sin apenas hacer ruido en el calendario del otro lado del Atlántico, no muchos concedieron favoritismo alguno a Abbott en vísperas de la carrera.

Pero está claro que a Vos, con buen criterio, no se le había olvidado cómo Abbott la doblegó en las grandes montañas de la edición 2010 de la corsa rosa, para llevarse la victoria final. Con su físico finísimo –sin duda una de las corredoras más delgadas de todo el pelotón- la de Boulder (Colorado) posee la constitución ideal para superar como nadie las rampas más exigentes. Y el recorrido de este Giro ya anticipaba que la montaña iba a ser decisiva.

Sin embargo, la trayectoria de la estadounidense no parecía ofrecer muchas garantías. Tras una carrera ascendente, que comenzó como deportista en la natación para terminar decantándose finalmente por las dos ruedas, su gran explosión a nivel internacional se dio, con los colores del HTC – Columbia, en el Giro 2009, terminando segunda y con un triunfo de etapa. Fue el precedente que anunciaría su gran victoria al siguiente año.

Ahí, desde lo más alto, comenzó su caída. El fichaje para la temporada 2011 por la escuadra italiana Diadora – Pasta Zara no salió bien. Descontenta en el equipo, desprovista de motivaciones, comenzó a plantearse realmente qué es lo que hacía allí. Y, curiosamente, en lugar de tratar de afrontar los problemas y buscar soluciones, sencillamente, intentó ir desapareciendo poco a poco de la escena sin que nadie lo notase. Literalmente; cayendo en la anorexia, comiendo cada vez menos hasta prácticamente desvanecerse.

Apenas participó en carrera alguna esa temporada. De hecho, ni siquiera pretendía obtener resultado alguno, pues eso chocaría con su pretensión de irse del ciclismo de la forma más desapercibida posible. Pero aun así, casi sin quererlo, su calidad innata le dio un segundo puesto en el Tour of Gila y un 10º en el Giro, la carrera que la había lanzado al estrellato y que también iba a ser la última en mucho tiempo.

Imagen de Mara Abbott poco después de ganar su primer Giro, en 2010. Foto: © Cliff Grassmick/dailycamera.com

Imagen de Mara Abbott poco después de ganar su primer Giro, en 2010. Foto: © Cliff Grassmick/dailycamera.com

Lógicamente, el equipo consideró que ni mucho menos había ofrecido el rendimiento esperado, y Abbott se vio fuera del ciclismo, sin llamada alguna interesándose por su futuro. En realidad, supuestamente era lo que deseaba, al menos en su situación del momento. Se había ido sin hacer ruido. Regresó a casa, donde le esperaba aún otra dura competición: recuperarse de la anorexia.

Esa fue otra carrera que tuvo que afrontar en solitario, sin apenas ayudas. En realidad, fue sencillamente esperar a que las aguas regresasen a su curso, sin forzar las cosas. No parecía, sin embargo, que hubiese terminado asqueada de la bicicleta, ya que ni mucho menos la abandonó. Continuó entrenando con cierta regularidad, y también practicando triatlón, a pesar de que no era su intención regresar al deporte profesional. Seguramente era un anuncio de lo que le esperaba más adelante.

Al final, efectivamente, las aguas terminaron volviendo a su cauce. Recuperada de sus problemas, le surgió la oportunidad de disputar una carrera como invitada del equipo Exergy Twenty16. Al poco, tenía firmado el contrato para la temporada 2013, pese a las reticencias iniciales de la manager Nicola Cranmer, conocedora del pasado de Abbott. Pero aún así, sabía que solo por el talento innato de la ciclista de Colorado, el riesgo merecía la pena. Mara Abbott tenía ante sí una segunda oportunidad, y no la iba a desaprovechar.

Ahora, resurgiendo de sus cenizas cual Ave Fénix, ha ganado un segundo Giro Rosa y se ha mostrado como la mejor escaladora del pelotón femenino. Queda por ver si ha vuelto para quedarse definitivamente. Y, por el momento, la primera incógnita será comprobar si continúa su carrera en un equipo pequeño que apenas se deja ver fuera del calendario americano o si decidirá dar el salto al gran circuito europeo. Vista la experiencia previa, da la sensación de que lo suyo es correr con los de casa.