Como se espera el día amaneció caluroso en Mersin, esa sensación de agobio que hace complicada la refrigeración del cuerpo, pero eso no era problema pues estábamos ya mentalizados después de toda la semana sufriendo ese clima. La carrera se preveía que iba a ser una locura. El banderazo de salida se daba a una hora más típica de echarse la siesta que de correr una prueba, así que a las 15 comenzó la “guerra”.
Una salida que me recordó a mi época de escuelas, puesto que tenías que meter rápido la cala… ¡¡y a tope!! Las dos primeras vueltas fueron a un ritmo frenético con innumerables ataques, en la reunión previa hablamos que teníamos que estar atentos a los cortes puesto que sería difícil de controlar una carrera así. La selección estuvo muy atenta en los primeros compases y prueba de ello es que cuando se formó un grupo cabecero de unas 25 unidades, allí estábamos 4 integrantes. Marcos, Luis, Vicente y yo llegamos a rodar con 3,40 minutos de ventaja respecto el pelotón.
Hasta que a falta de 50 kilómetros a meta la armonía se rompió y empezaron las hostilidades, el grupo cabecero se iba fragmentando en subgrupos. La carrera se nos puso muy de cara siempre llevando mayoría delante, pero a Italia le paso lo contrario y asumieron responsabilidad atrás, tirando muy fuerte para neutralizar. Iban cogiendo los grupos formados siendo el de Marcos Jurado el último en ser absorbido en la vuelta final.
El desenlace se iba a desarrollar al sprint, la selección al completo trabajo en mi favor intentándome colocar lo mejor posible, en la volata solo pude hacer sexto. La sensación que nos quedó a todos es que habíamos puesto en jaque a la carrera estando muy activos y siempre presentes. La actitud fue muy positiva de los corredores y tambien del mecánico y del director que les tocó hacer trabajo de auxiliar a ambos. Me vuelvo con esa sensacion que se lleva repitiendo mucho este año y es la de ver cerca a los que ganan. Ha sido una experiencia única e inolvidable y quiero agradecer a todo el mundo que ha sido participe en ello.