La primera mitad de la temporada 2011 del Europcar fue muy buena. Capitaneados por un Voeckler enrachado, consiguieron una buena cantidad de victorias también en pruebas de segunda fila del calendario francés para plantarse en el Tour con un total de 21 triunfos (ocho de ellos de Titi).

En el Dauphiné hicieron un carrerón. El siempre combativo pero modesto Christophe Kern ganó una etapa de montaña y se coló como sexto en la general tras varias cabalgadas, Voeckler prosiguió con su temporadón logrando también entrar en el Top10 y Pierre Rolland terminó en un décimoctavo puesto en la general esperanzador cara al mes siguiente.

Además, aquel año la ronda gala salía de su casa, del Vendée. La segunda etapa, una contrarreloj por equipos, se disputaba en Les Essarts, la localidad dónde el equipo tiene su sede social.

Todo ello hizo que se plantaran en el Tour haciendo más ruido del habitual. Sin embargo, su planteamiento de carrera fue el mismo que habitualmente. Mentalidad de equipo pequeño, algunos dirían: buscar fugas y ser protagonistas a la caza de alguna etapa. Hasta Voeckler, teórico líder del equipo, más desde la extraña baja de Kern por problemas en la rodilla en la cuarta etapa, se fugó en la Bretaña.

146395_thomas-voeckler-lors-de-la-11e-etape-du-tour-de-france-le-13-juillet-2011-a-lavaurTodo cambio en una etapa de media montaña rumbo a Saint-Flour. La historia es sobradamente conocida. Thomas Voeckler de amarillo, el extasis del público francés y del realizador de France TV. La defensa a ultranza del liderato, que él y su equipo cogieron como algo muy provisional hasta irse enrocando. En el proceso, las dos figuras, la individual y la colectiva, se hicieron grandes.

Pierre Rolland creyó ser, al fin, el gran escalador que siempre había prometido. Anthony Charteau demostraba que su reinado de la montaña del año anterior era algo más que un seguido de fugas consentidas tirando en cabeza los puertos. Cyril Gautier o Vincent Jérôme vieron que su motor todoterreno que tan bien funcionaba en la Copa de Francia, también lo podía hacer para tirar en los puertos del Tour. Hasta rodadores o velocistas como Yohann Gène y Sebastien Turgot (ver su evolución individual en su terreno a partir de ese momento) crecieron como ciclistas tirando en los kilómetros de menos exigencia, escogiendo las fugas que valían, gestionando la mejor carrera del mundo.

Entre Voeckler y Bernaudeau, que con su testarudez habían salvado al equipo inextremis en el otoño, lo hicieron en el Tour’11 más grande, lo convirtieron en un actor muy a tener en cuenta en los grandes escenarios.

Superar la adversidad, otra forma de grandeza

El Tour de 2012 no tuvo nada que ver. Ni en su previa, marcada por los problemas en la rodilla de Voeckler, que estuvo a punto de no acudir a la carrera y que se desentendió completamente de la general, ni tampoco en su desarrollo, que requirió de un guión completamente distinto. Todo el mundo les esperaba y en la primera semaa se quedaron fuera de la general, pues también Rolland quedó damnificado por la macrocaída de la etapa de Metz.

imagesMás que de su orquesta, Bernaudeau requirió de su dueto estelar para salvar la carrera. Y ambos respondieron de la mejor forma. Muy mejorado tras el día de descanso, Titi se coló en la fuga en el Grand Colombier y resolvió con su oficio para ganar la décima etapa. Al día siguiente Pierre Rolland ganaba en La Toussuire tras culminar una escapada de lejos lanzada en la Madeleine. Las dos etapas más duras de los Alpes eran suyas. Quedaban los Pirineos, que Voeckler hizo suyos con una exhibición antológica en el mítico raid via Tourmalet-Aspin-Peyresourde camino de Luchon, que le permitió llevarse de paso el maillot de mejor escalador.

Lo habían vuelto a hacer. Parecía que no iban a poder con el hype, pero volvían a ser grandes protagonistas de las mejores etapas del Tour. Otro signo de su grandeza.

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