Chris Froome es posiblemente el favorito a la victoria del Tour más unánime sin haber ganado nunca el Tour o cualquier vuelta de tres semanas. Las actuaciones del británico africano durante la temporada apenas dejan asomo a la duda: victoria en Omán, victoria en el Critérium Internacional, victoria en Romandía, victoria en Dauphiné. En todas ellas, acompañando la general con una etapa y con el dominio tiránico en la montaña y la suficiencia en la contrarreloj. Aunque sólo ha conseguido una victoria contra el crono -el prólogo de Romandía-, Froomey siempre ha sido el mejor de los hombres fuertes de la general en la disciplina.
Pese a lo impresionante de su temporada, Froome no ha sido capaz de repetir el camino perfecto hasta el Tour que hizo Bradley Wiggins el año pasado, y aquí, en el cómo más que en el qué, está la esperanza de sus rivales. Froome sólo fue segundo en la Tirreno Adriático, después de que Vincenzo Nibali voltease la carrera camino de Porto Sant’Elpidio. Las aguas revueltas se le atragantaron al ciclista de Nairobi aquel día en Italia y, aunque Lo Squalo no estará en Córcega, hay rivales que buscarán poner la carrera allá donde la tiranía del Sky no pueda llegar, con la fe de que les suceda lo mismo que a Wiggins en el Giro de Italia.
En el mano a mano, cualquiera parece perdido. En 2013, Froome ha abusado del pelotón por sistema, cuesta arriba y contra el crono. Quien quiera puede agarrarse a los momentos de forma, pero los precedentes del Sky no invitan a esa ingenuidad. Este año, además, Froome no necesitará que su novia se queje por Twitter; con Wiggo fuera, nunca la jerarquía del Sky había empezado tan cerca de África. Porte, muy amigo de su líder, tiene claro que su espacio en este Tour está en llevar a Froome lo más alto posible, igual que sus otros siete compañeros de equipo, posiblemente los mejores de los que disponga cualquier líder en el Tour. Por algo partirá con el dorsal número uno.
Su punto fuerte: Tanto él como su equipo se han mostrado intratables durante el grueso de la temporada. A julio de 2013, nadie va tan fuerte en montaña y contra el crono como él.
Su punto débil: Nunca ha partido con la presión de ser el máximo favorito en una grande, porque, de hecho, no tiene la experiencia de haberlas ganado. Su capacidad para responder al ‘ciclismo de guerrilla’ también es cuestionable.