El todopoderoso Sky, encabezado por el anglo-keniata Chris Froome, versus la armada española, personificada en las piernas de Alberto Contador, Alejandro Valverde y Joaquim Rodríguez. Ese es el escenario en el que, a priori, se ha de desarrollar la pelea por la victoria final en la edición centenaria de Grande Boucle, con una escuadra británica marcando la pauta y el tempo de la carrera prácticamente en todo momento y el trío de corredores hispanos intentando hacer valer sus competitivos equipos, su grandes condiciones como escaladores y, quien sabe si algún tipo de coalición nacional en busca de derrumbar la torre de Babel británica en el camino, clásico en fisonomía pero suave para la carrera más importante del mundo, hacia los Campos Elíseos parisinos.

Luminarias del ciclismo que dejan en la oscuridad ajena a su reflejo a otros aspirantes llamados a la gloria del amarillo después de años de lenta pero firme progresión, que tienen en la presenta temporada la oportunidad de dar ese paso vital –y tan difícil- de buen corredor a verdadero capo, o lo que es lo mismo, un hombre con posibilidades reales de hacerse con el Tour. Bauke Mollema y Jakob Fuglsang son los ejemplos paradigmáticos de ciclistas a los que les ha llegado su hora en el mejor sentido de la expresión, tras varios años a buen nivel en otras grandes vueltas y en las clásicas de primavera, sumados a un acercamiento cuidado y progresivo que no les ha puesto en el punto de mira hasta Suiza y Dauphiné, respectivamente. Thomas de Gendt y Jurgen van den Broeck, con buenas vueltas de tres semanas a sus espaldas, son otros que también se encuentran en una edad estupenda para ser protagonistas, pero su cuasi-anónimo año no invita a tener optimismo en ellos.

Más rápido se prevé el desarrollo de un par de chiquillos descarados y valientes que tienen entre ceja y ceja Pirineos y Alpes para dar un susto a la vieja guardia del pelotón. Thibout Pinot será la nueva gran esperanza gala tras más de un cuarto de siglo sin un ganador patrio, mas es justo decir –al menos a un lado de los Pirineos- que esta edición le llega aún pronto; mientras que Nairo Quintana baja de su Colombia natal para estrenarse en la carrera sin presión a la sombra de Valverde, pero a su vez con un talento y una libertad que puede jugar egoístamente a su favor. Menos preciosistas pero igualmente bisoños son los anglosajones Tejay van Garderen y Andrew Talansky, cuyo molde de vueltómanos les dará cierta ventaja en la primera semana que tendrán que intentar contener en la alta montaña. Más impredecible se presentan las opciones del polaco Michał Kwiatkowski, otro debutante que se maneja bien contra el crono, y que ha mostrado por primera vez buenas facultades, al menos, para las cotas en Tirreno y Ardenas.

Tour de Suisse - Stage 7

La nómina de veteranos, en este caso, se presenta más escuálida de lo habitual en los últimos años del Tour. No obstante, Radioshack no falla a su cita con las canas presentando el nueve más viejo de la competición, en el que dos viejos rockeros como Haimar Zubeldia y Andreas Klöden se presentan como sus principales candidatos a lograr un puesto de honor. El primero cuenta con su sexto puesto en 2012 como principal aval, mientras que el alemán sabemos cómo se las gasta históricamente cuando necesita ganarse una renovación. Más ambicioso debe ser Cadel Evans, siempre y cuando no se vea sometido a un segundo plano a favor de Van Garderen.

El australiano no será el único que, aún debiendo dejar de lado su protagonismo a favor de un compañero, aspira a una buena clasificación general. Dani Moreno ha de ser el estilete rusos en el caso de que Purito flaquee. En la misma circunstancia se encuentran Rui Costa, a pesar del poderío con el que venció el Tour de Suisse; o Janez Brajkovič, para quien Le Tour debe ser el salvavidas de una campaña más que discreta. Quien sí que puede tener cierto margen es el ganador de Liège-Bastogne-Liège, Dan Martin, partiendo en principio en igualdad de condiciones con su compañero norteamericano.

Por último, cabe destacar a una serie de nombres que con las que las escuadras francesas tratarán de hacerse valer. El honor nacional tendrá, además de en Pinot, sus esperanzas puestas en Pierre Rolland, y sobre todo en el inclasificable Thomas Voeckler, a quien su fractura de clavícula en la Ardenas no ha sido capaz de truncar un acondicionamiento realmente bueno a la carrera, con una victoria en la etapa reina de la siempre exigente Route de Sud. Rein Täaramäe y Dani Navarro, pese a no rendir honor a la Marsellesa, también hincharán de orgullo a más de un francés de conseguir dar ese salto que les meta de lleno en la lucha por la general.

Y como bonus track, Andy Schleck. El rendimiento que pueda llegar a ofrecer es una de las mayores incógnitas en la salida corsa. ¿Se impondrá su tremenda clase o su lado más oscuro? El mes de julio pondrá a cada uno en su sitio.