A pesar de llevar tres participaciones en el Tour de Francia, la edición del centenario será totalmente diferente de las anteriores. Lo será al igual que lo está siendo la presente temporada. La campaña del cambio, la que pasó de centrar su objetivo en ayudar a su líder a solo mirar sus propios intereses. El año que cambió la posición de fiel gregario a la de un líder que ha ganado enteros. Una etapa que llegó en plena madurez deportiva, camino de la treintena que cumplirá en plena competición.
Así llegará Dani Navarro a la Grande Boucle. Después de estar toda una trayectoria al lado de Alberto Contador, jugará por primera vez sus bazas capitaneando el bloque de Cofidis. Lo hará, además, cambiando de objetivos. La dirección deportiva ha optado por la general en vez de por un triunfo parcial. Decisión tomada una vez concluido el Dauphiné. El rendimiento que obtuvo el escalador asturiano determinó el cambio de rumbo en el liderazgo de la formación francesa.
La antesala del Tour vivió un resultado un tanto inesperado. Brilló en la contrarreloj individual -a minuto y medio de Chris Froome por delante del resto de favoritos- y en su terreno, en la montaña, aún falto de chispa finalizó en los puestos cabeceros en ambas llegadas en alto; primero en Valmorel, octavo, repitiendo misma actuación en Superdévoluy mientras que en Risoul concluyó noveno, siempre con una pérdida de tiempo que nunca excedió del minuto. Regularidad como seña de identidad que le llevaron a firmar una quinta plaza final a escasos ocho segundos del tercer escalón del podio.
Dauphiné fue la puntilla que determinó la decisión. Una opción que se establece como lógica si atendemos a la evolución de la temporada. Un año enfocado a comenzar fuerte para después centrarse en el Tour de Francia y en la Vuelta a España. Y así debutó. Décimo en la general de la Vuelta a Andalucía que dio paso a la victoria en la Vuelta a Murcia. Tercera en su carrera profesional para un corredor que no se ha caracterizado por luchar por el triunfo. Llegó tras sorprender con un ataque en el final uphill entrando en meta por delante de Bauke Mollema y Alejandro Valverde. Nombres de nivel que ensalzan una victoria que señalaba el cambio de identidad con su llegada a Cofidis.
Después de ser duodécimo en París-Niza, decimosexto en Catalunya y abandonar en la etapa final de País Vasco, comenzó la preparación de cara al Tour. Casi mes y medio después de su última competición -abandonó también en la Doyenne- sin presión alguna y en busca de perfilar su estado de forma y encontrar el ritmo de carrera, el buen resultado en Francia le dio la motivación necesaria para afrontar el gran reto de su carrera deportiva. Asumirá el control por delante de un histórico de Cofidis como Rein Taaramae al que la irregularidad -siempre encuentra un día malo- y el empuje de Dani Navarro le han dejado en un segundo escalón.
Buscar la general son las palabras que ha encontrado de sus directores deportivos. Para él será buscar un top10, entrar entre los diez primeros clasificados es el objetivo con el que se presentará en Córcega. Lo hará beneficiado por el momento y situación que vive; lo hará por la singularidad de un recorrido al que solo la contrarreloj plana parece perjudicarle; lo hará porque partirá a punto de alcanzar la treintena desde el anonimato, pocos contarán con él y esa será su principal baza. Cumplir el objetivo será su triunfo, una victoria con la que muchos quedarán retratados. Un gregario que decidió tomar las riendas de su futuro para convertirse en líder.