De no ser por las imágenes en alta definición, twitter y los colores reinantes en el seno del pelotón, cualquiera que estuviera siguiendo el campeonato nacional belga podría pensar que había viajado siete u ocho años en tiempo al contemplar a Stijn Devolder (Radioshack – Leopard) rompiendo el seleccionado pelotón en el anteúltimo paso por la côte d’Ortho. Con la fuerza del prometedor all-rounder que despuntaba en cualquier terreno en su primera etapa a las órdenes de Johan Bruyneel, supo incrementar su ventaja en los kilómetros sucesivos para hacer saltar la banca y llegar en solitario a la meta de La Roche-en-Ardennes, donde se vistió por tercera vez (igualando en el palmarés a Rick van Steenbergen) con los colores negro, amarillo y rojo de la bandera de dos naciones unidas por su pasión al ciclismo.
El perfil de la carrera situada en esta ocasión en suelo valón no presentaba ninguna facilidad a Tom Boonen (Omega Pharma – Quick Step) para que reeditara el campeonato que lograra el pasado año, teniendo en cuenta los dieciséis pasos por una ascensión con un kilómetro por encima del 11% y sin apenas un metro llano en todo su recorrido. Quizá por eso no tardó en realizar un movimiento táctico que descargara a los celestes de responsabilidades en el grupo en la tercera vuelta de la carrera, que tras varios intentos durante los primeros momentos fue el más importante de entre todos los que hubo en carrera. El poseedor de cuatro adoquines se marchaba junto a Bart De Clercq (Lotto – Belisol) y sus compañeros Pieter Serry y Dries Devenyns, quienes en compañía no tardaban en elevar su diferencia por encima de los dos minutos, lo que obligó a Vacansoleil-DCM en un principio, y a Crelan-Euphony y Topsport Vlaanderen-Baloise un poco más tarde a trabajar en el gran grupo para mantener la diferencia controlada en todo momento.
Un inicio fulgurante, una fuga de calidad y terreno absolutamente rompepiernas que no tardó en ir cobrándose víctimas que se bajaban de la bicicleta superados por la exigencia. En el ecuador de la competición, solo quedaban la mitad de los participantes, mientras el cuarteto cabecero seguía trabajando para llegar lo más lejos posible. Tarea nada fácil de cualquier modo, ya que los contraataques se sucedían en los tramos de ascensión ante la cercanía del grupo, aunque bien contenido por los secantes dispuestos por Patrick Lefevere. No obstante, la aceleración de Thomas De Gendt (Vacansoleil – DCM) con 80 kilómetros por delante dio el impulso definitivo para acabar con la aventura de ‘Tommeke & Co.’ poco después, dando el inicio a la verdadera lucha por el triunfo.
Los ataques a partir de entonces se multiplicaron, buscando un corte que pusiera en jaque a un pelotón horriblemente mermado por las bajas. Todos los grandes capos lo intentaron, desde Boonen de nuevo hasta el campeón mundial Phillippe Gilbert (BMC Racing), pero fueron tres reconocidos escaladores como Kevin Seeldraeyers (Astana), Jan Bakelants (Radioshack – Leopard) y De Gendt los que finalmente lograron amenazar a los equipos más numerosos colaborando en buena sintonía. Pero Gianni Meersman (Omega Pharma – Quick Step) era el caballo a quien todo el mundo miraba y su equipo no iba a rehusar la responsabilidad de intentar llevarle hasta la línea de meta, propiciando que le renta del trío no superara en ningún caso el medio minuto y dándole caza de forma definitiva a falta de dos vueltas. Ínfimo parón, reorganización, ataca Gaëtan Bille (Lotto – Belisol). Poco después, sale Devolder.
El resto, es historia. Como si se tratase de un fantasma de él mismo venido del pasado, Volderke lanzó una progresión replete de potencia, violencia y rabia que acabó con Bille sin miramiento y le permitió elevar su margen hasta casi el medio minuto al coronar la dura cima de la jornada. Por detrás, dudas. Apenas quedaban gregarios y nadie quería pringar en una caza que con casi toda seguridad acabaría con sus opciones. La reacción no acababa de llegar y Devolder subía la distancia al minuto, sin perder además ni un ápice de su fuerza en la última subida a Ortho. Ahora las prisas llegaban en el grupo y hombres como Gilbert, Greg van Avermaet (BMC Racing), Jurgen van den Broeck (Lotto – Belisol) o el mismo Meersman en primera persona intentaban marcharse en solitario para intentar una persecución imposible.
Y así fue. Devolder se permitía el lujo de ir celebrando el triunfo en el descenso a meta, ofrecer un homenaje a Wouter Weylandt que llevaba demasiado tiempo guardado y abrazarse con su mujer antes de que Meersman y Bakelants arribaran a la meta para hacerse con las preseas plata y bronce, respectivamente. Sin embargo, ambos quedaban en un segundo plano. Hoy, tres años después de su última victoria precisamente en esta misma carrera, él volvía a ser el único y merecido protagonista.