Sin hacer mucho ruido, inmerso en un discreto segundo plano mientras sigue una lenta y constante evolución, Alexander Kristoff (Katusha Team) se está convirtiendo paso a paso en uno de los velocistas de perfil clasicómano más a tener en cuenta del pelotón internacional. Una nueva muestra de ello se ha podido contemplar esta tarde en Leuggern, lugar de finalización de la quinta etapa del Tour de Suisse, donde ha batido a todo un Peter Sagan (Cannondale) con gran autoridad, siendo patentemente más fuerte que el eslovaco en uno de los terrenos en los que mejor se desenvuelve éste: el sprint en ligera pendiente. El vencedor en el día de ayer, Arnaud Démare (FDJ) puso de nuevo sobre el tapete su gran estado de forma obteniendo la tercera plaza, aunque al igual que los demás no tuvo opción ninguna de acechar al ganador.

Con un perfil muy similar al que se enfrentaron la jornada previa, la llegada en volatta volvía a pagarse barata en las apuestas, más si cabe ante la decepcionante actuación de alguno de los hombres claves para estos días. Aún así, hubo bastantes valientes que se animaron a probar suerte con una escapada que, cogiendo suficiente margen en la tres cotas situadas al principio de la etapa, pudiera tener éxito. Prueba de ello fue la quincena de kilómetros que tardaron Stijn Devolver (Radioshack – Leopard), Cyril Lemoine (Argos – Shimano), Sébastien Minard (AG2R – La Mondiale) y Serge Pauwels (Omega Pharma – Quick Step) en poner tierra de por medio con pelotón, al que llegaron a aventajar en apenas tres minutos al grupo durante el primer tercio de carrera. Todo controlado, y las esperanzas de los hombres de cabecilla para luchar por un triunfo parcial, por los suelos.

Aún así, no había otra opción que rodar y rodar esperando el inevitable desenlace. De ese modo pasaron los kilómetros con los hombres de Cannondale (principalmente), FDJ, Argos-Shimano y Orica-GreenEdge descargando de trabajo a los gregarios de BMC Racing, cuya condición de líderes de la carrera les obliga a trabajar mientras seguían muy de cerca el rastro de los fugados. Tan de cerca que la renta oscilaba como un acordeón al ritmo de los impulsos del grupo, en el que también Garmin-Sharp se animaba a colaborar, seguidos poco después por Sky Pro Cycling. Había muchos equipos esperanzados con el final y, además parecían dispuesto a colaborar para repartir el trabajo que garantizara una resolución al sprint, por lo que la neutralización era solo cuestión de meta. A 23 kilómetros del final, el pelotón se agrupaba de nuevo.

Una distancia peligrosa por los contraataques, más aún si tenemos en cuenta las cotas de Loorweg y Zurzacherberg que faltaban por superar. Muy sencillas, pero que podían complicar un final cantado desde los albores de la etapa. Jorge Azanza (Euskaltel – Euskadi) no dudo un instante en probar fortuna ante la imposibilidad de brillar en una llegada conjunta por parte del equipo naraja, pero en su cebo -al igual que en el de Mirko Selvaggi (Vacansoleil – DCM) pocos kilómetros más tarde- no picó nadie y los ciclistas de IAM Cycling se encargaron de engullirles tan rápido como habían salido. La entrada de Katusha Team y Saxo Bank-Tinkoff en cabeza de carrera acabó con el atrevimiento del resto y dio la salida a una batalla fraticida por la posición que les llevaría hasta los últimos metros.

Sagan, hoy impotente ante Kristoff tras su demostración el lunes Foto: Peter Klauzaer

Los trenos aparecían y desaparecían de los primeras plazas en cuestión de segundos, ofreciendo un acercamiento a la llegada totalmente imprevisible en el que no se podía distinguir a ningún conjunto por encima de otro. Aparecía Sky, posteriormente los hombres de John Lelange, seguidos de los aussies de Orica, pero nadie salvo Argos-Shimano, quienes con dos kilómetros por delante mantenían a cinco hombres en las primeras plazas, con la fortaleza y la cohesión que hiciera esperar nada de ellos. Sin embargo, fue un espejismo. Un Astana se movía y de repente Stefano Agostini (Cannondale) aparecía en la primera plaza junto a Sagan. Quedaban 600 metros y el balón estaba ahora encima del tejado de los velocistas, que debían justificar en cuestión de segundos una labor de horas por parte de sus compañeros.

John Degenkolb (Argos – Shimano) fue la liebre que puso en alerta a las cazadores, con un amago de arrancada que únicamente sirvió para eliminarlo y comenzar a desgastar a Sagan, que reaccionaba erróneamente. Quien sí acertaba era Kristoff adosándose como una lapa a la arrancada de Matti Breschel (Saxo Bank – Tinkoff), ésta ya sí de quilates. Los escandinavos tomaban ventaja, pero era el noruego quien guardaba un as bajo la manga. A menos de doscientos metros salió como un rayo de su aspiración y se aupó sin problemas a una primera plaza que ya no soltaría a pesar de los desesperados esfuerzos de Breschel, Sagan y Démare (que venía remontando por detrás). A diferencia de sus rivales, eligió con precisión el momentum y llegó en plenitud a la pancarta decisiva, elevando sus brazos por cuarta vez en una temporada radiante, en la que si cabe sus actuaciones en las clásicas venían brillando más que sus parciales en De Panne y Glava Tour. Al menos hasta hoy, en la que ha llegado su estreno en el World Tour con una notoriedad brillante.

Clasificación de la etapa:

Clasificación general: