Por Pterocycle
La Histórica en Abejar proporciona todos los vatios de felicidad que un aficionado al ciclismo pueda esperar de una marcha de bicicletas clásicas de 60 kilómetros de recorrido. A 1.145 metros sobre el nivel del mar y tras el primer sellado de la hoja de ruta, se escuchan los primeros chascarrillos: “la mujer y la bici no se dejan, que se joden”. Ajustada la chichonera, la frase parece cobrar más sentido que nunca.
Las bicicletas que hoy retorceremos son heredadas u originales de algún glorioso corredor, restauradas o compradas por capricho, pero históricas todas ellas. De otro tiempo, sí. Pero atemporales también. Ninguna pesa menos de 7 kilos. Ninguna se consigue ya bajo pedido. Y ninguna pasará desapercibida ante nuestros ojos. Hay una TVT usada por Miguel Induráin. Afortunadamente, en la comarca de Pinares existen formidables sombras y fuentes donde repasar aquellas monturas rezagadas que no vimos en la salida. Y escuchar más chascarrillos, por supuesto.
Hablar de las cualidades de tal acero, la estética de aquel grupo o las hazañas del pasado amenizan los puntos de control, pero es hora de comprobarlo sobre el terreno azotado por duros inviernos. Así que ponemos rumbo a Calatañazor donde nos espera un merecido y abundante avituallamiento a base de tremendos torreznos, tortilla de patatas , chorizo, “pastel de ciclista” y refrigerios múltiples.
Merecido también para los acompañantes presentes en las rampas adoquinadas hacia lo alto del pueblo que aplauden a nuestra llegada. Observados por el busto de Almanzor y el sol en su punto más alto, las calorías nos obligan a soltar botones y cremalleras del Kas, Teka, Reynolds, UC Mataró, Aranda de Duero. Lo mejor está por llegar.
Una vez retomada la marcha, afrontamos con excitación los metros previos al Collado del Sabinar (KOM) bautizado como “Alto del Torrezno” donde cada uno digiere a su manera la ascensión. El pelotón se estirará aún más en el descenso y en el cruce más traicionero del recorrido, se gira a la derecha para retornar a Abejar por una pista de tierra donde los más intrépidos se llevaron la peor parte en forma de pinchazos y caídas sin consecuencias del que escribe.
La organización decide sabiamente neutralizar la escapada que arrancó en el cruce, agrupar al pelotón y la llegada a meta se produce sin incidencias bajo un cielo encapotado que amenazaba tormenta. Tormenta con nombre y apellidos: Fabio Roscioli, en su Alan CX. Un gustazo verle saltar baches.
Desde el racor que nos une: enhorabuena y gracias a todos los que lo han hecho posible. ¡Por muchas ediciones más de La Histórica! ¡VIVA ABEJAR!