La revisión de la Milán-San Remo del pasado año permite extraer una clara conclusión: si se dan unas circunstancias similares y Freire está en forma, el resultado apunta a ser irremediablemente el mismo. Porque el ritmo de subida a La Cipressa y al Poggio di San Remo sirvieron para reducir el grupo y castigar las piernas de la mayoría. Ambas ascensiones se afrontaron a un ritmo duro, sostenido, pero para nada en tiempos de exigencia máxima y que terminaran rompiendo por completo la carrera.

En la Cipressa, el ritmo del sputnik Kolobnev y la continuación a cargo de los hombres de Liquigas, provocaron la mayor selección, dejando, entre otros, al ganador en 2009, Mark Cavendish, listo de papeles, y el grupo reducido a unos 30 corredores. Entre esto y los ataques de otros corredores como Offredo (buen nombre se está labrando entre la afición el francés de la FdJ), la intensidad del esfuerzo en la Cipressa y el Poggio no bajó, y eso se notó en las piernas al final, donde un fondista como Freire se impuso con claridad a grandes corredores como Bennati o Boonen.

Garzelli marca ritmo Poggio

Garzelli infringiendo un ritmo alto en el Poggio © Roberto Bettini

Posteriormente, Stefano Garzelli, con Petacchi a rueda, se encargaba de hacer de liebre en el Poggio para la Lampre, adquiriendo un papel de mercenario que cantaba a la legua. Cosas del ciclismo. El ritmo del escalador de Varese, aunque duro, no descolgó a ninguno de los favoritos, y finalizó abruptamente con el ataque de Michael Rogers, entonces en el equipo Columbia – HTC, a poco de coronar y que dio paso a una serie de movimientos de varios hombres. Liderados por Gilbert, y siendo secundado éste por Pozzato o Nibali, apenas pudieron comandar un intento de escaramuza en el descenso que fue perfectamente controlado por quienes apostaban por el sprint del pelotón ya bastante reducido.

Gilbert y Pozzato Classicissima

Gilbert y Pozzato no pudieron evitar el sprint © Roberto Bettini

Y en ese sprint, que Pozzato trató de evitar a la desesperada ya en el tramo llano previo a la llegada, Liquigas confió plenamente en Bennati, con Nibali y Oss haciendo de lanzadores dejaron al grupo, que contaba con apenas 30 corredores, en los últimos 300 metros de carrera. A la rueda del velocista toscano se enganchó sin hacer ruido Freire y, cuando llegaron los últimos metros, fue el mejor de todos en unos últimos 80 metros espectaculares que dejaban al cántabro victorioso en Lungomare Italo Calvino y con su tercera Classicissima ya en el bolsillo.

Freire vence en Milan-Sanremo 2010

Freire, flamante vencedor © Roberto Bettini