En el mejor momento de su carrera, justo cuando había alcanzado la madurez deportiva (Sylvain Chavanel (I), en Francia), a la vez que los resultados acompañaban, Sylvain Chavanel dio el gran salto. Su trayectoria hasta entonces había sido la ideal para cualquier ciclista: un club de pueblo donde dar los primeros pasos, un equipo pequeño dirigido por un admirador de la juventud para crecer y un gran equipo francés donde pudiera explotar su potencial. Estaba preparado para el paso a uno de los grandes equipos a nivel mundial. El destino fue Quick Step, gran dominador de las piedras y sin un referente claro para las carreras de una semana. Parecía el destino ideal para el bueno de Sylvain, más teniendo en cuenta que allí se reencontraría con su gran amigo Jérôme Pineau.

Empezó la temporada, tras un discreto paso por la Challenge de Mallorca, de la misma manera que el año anterior en Cofidis, con una segunda posición en el Algarve portugués sólo por detrás de Contador, y de ahí a las piedras, donde tanto en la primera Het Volk tras el cambio de nombre y en la Kuurne-Brussel-Kuurne se reveló como fiel escudero de Tom Boonen, siendo pieza clave para la victoria del flamenco en la segunda. Y claro, las expectativas que generó para la primavera fueron extraordinarias.

En París-Niza, donde otra vez Contador llegaba como máximo aspirante a la victoria final, todo empezó como se esperaba, el pistolero se llevó el prólogo y Haussler la primera etapa al sprint, pero en la segunda etapa en linea, un día de perros, con lluvia y viento, a Rabobank le dio por jugar y Quick Step, con Chavanel y Seeldrayers, se añadió a la partida; en inferioridad Sylvain acabó derrotando a Flecha, Langeveld y Gárate y gracias al minuto de diferencia sobre el pelotón se enfundó el maillot amarillo. El resto ya se sabe, la Montagne de Lure, pájaras y exhibiciones camino de Fayence y pinchazos coronando el Col d’Eze, le situaron en el tercer escalón del podio de la general de Niza y además se llevó el maillot verde. Había sido un gran semana.

Llegó la semana grande de los adoquines, y allí Sylvain fue el chico para todo del equipo. En el Tour de Flandes dio un recital de movimientos en carrera siendo cabeza de carrera más de 60km llegando junto a su compañero Stijn Devolder al Kapelmuur donde el flamenco se fue en solitario hacia Meerbeke, quedándose él controlando a un inquieto Manuel Quinziato hasta ser absorbidos por el grupo principal. Una semana más tarde se volvió a mostrar pletórico, en la París-Roubaix estuvo siempre al lado de Boonen hasta que empezaron las hostilidades serias entre los monstruos del pavé. En una semana el equipo se había llevado los dos Monumentos y él había sido pieza clave en ambos. La primavera a nivel personal y colectivo había sido un éxito.

Tras una segunda posición amarga en el campeonato francés contrarreloj era el turno del Tour, donde tras tantos años de decepciones, en 2008, la historia de amor no correspondido que había estado escribiendo durante tantos años acabó con final feliz con su victoria en Montluçon. Tras la extraordinaria primavera, todo era optimismo, pero allí se vio a un Chavanel cansado, que había perdido la chispa y que pese a colarse en varias fugas, camino de Barcelona y de Colmar, no dio las sensaciones necesarias para poder llevarse un triunfo, y pese a que consiguió su mejor resultado, la vigésima plaza final, las sensaciones fueron de que la primavera había pasado factura.

Comenzó la temporada 2010, donde las tornas se invirtieron. Durante los primeres meses de temporada se mostró un tanto estéril. Su participación en París-Niza, sin ser mala, quedó relegada a una segunda fila desde donde vio como otros luchaban por lo que él había batallado el año anterior. El mes de abril no fue mucho mejor, aunque aquí también influyen la actuaciones de Cancellara y Boonen en el Tour de Flandes y del suizo en París-Roubaix, que impidieron cualquier lucimiento por parte del francés.

Volvió a quedar relegado a la segunda posición en el campeonato contre-la-montre y se plantó por décima vez en el Tour de Francia. Tras el año anterior era una incógnita el rendimiento que Sylvain ofrecería. Sin embargo las dudas quedaron disipadas bien pronto, en la segunda etapa, otra vez un día de lluvia, que tenía como destinación Spa se infiltró en la escapada buena del día, mientras por detrás el ciclismo se convertía en patinaje sobre hielo y el grueso del pelotón se iba al suelo. Él siguió hacia adelante mientras Cancellara convencía al pelotón para entrar juntos a meta a la vez que lanzar un mensaje de protesta. Tras tantos años luchando por la primera victoria, la segunda llegó del modo más inesperado, casi sin haberla peleado, y esta vez venía con regalo, el maillot amarillo, con una ventaja que presagiaba que podría vestirlo durante varios días.

Pero la difícil relación de Chavanel con el Tour le deparaba otra cosa muy distinta ya que al día siguiente, el día del pavé, los pinchazos se cebarían con él arrebatándole tan preciada prenda. Victoria de etapa y liderato que dejaban un sabor ciertamente amargo.

No obstante la vida sigue y el Tour también y con la aparición de la media montaña, mientras Pineau luchaba por el maillot de los topos rojos por delante, Chavanel se unió a un Voeckler que lucía orgulloso su maillot tricoleur -por el que Sylvain ha suspirado pero siempre se ha quedado lejos de conseguir- en un grupo perseguidor a poco más de 30km de meta para en la última ascensión dejar atrás a sus compañeros e ir hacia los corredores que formaban cabeza de carrera, donde tras un breve encuentro con Pineau se dirigió hacia el triunfo en solitario. Segunda victoria de etapa y otra vez líder maillot amarillo, esta vez con todas las de la ley.

Al día siguiente, lo volvió a perder con la llegada de la montaña. No volvió a aparecer en carrera hasta una semana después junto a Flecha y Fédrigo en una de las fugas de más nivel que vio la prueba en sus tres semanas, y que el pelotón tumbó. Sylvain se había reencontrado con él mismo en su carrera, aquella por la que tanto había suspirado, y que como colofón le otorgó el premio de la combatividad por segunda vez en tres años y él, sonriente, recogió ante el Arco del Triunfo en los Campos Elíseos.

¿Y esta temporada? Esperemos que vuelva a verse al mejor Sylvain Chavanel, al Sylvain Chavanel más puro y deshinibido, bien durante París-Niza y la primavera adoquinada, bien en el Tour, y porqué no, en ambos escenarios. Asumirá el liderato de Quick Step en las vueltas de una y tres semanas que participe y será el lugarteniente de Tom Boonen en su lucha por recuperar el cetro como rey de las piedras, aunque con la ausencia de Devolder gana posiciones como outsider dentro del equipo. Por el momento no queda más que soñar, pues cada victoria suya, es una victoria para el ciclismo.