Mathieu van der Poel en categoría junior, Marianne Vos en féminas y el tridente Pauwels-Albert-Nys en élite se presentan como perennes e inamovibles favoritos que acostumbran a decapitar cualquier atisbo de sorpresa en sus carreras. Por suerte, aún perdura un reducto de igualdad, de emoción e imprevisibilidad en categoría sub23, donde no hay ningún nombre que se eleve por encima de ningún otro y sí un buen puñado de corredores a los que nadie chocaría verles vestidos con el arcoíris. Sin embargo, este título aparece abierto de forma relativa, ya que en realidad lo que se prevé es una guerra bipolar que enfrentará a dos vecinos que comparten lengua, casi dos hermanos que por los que confluye la misma sangre: Bélgica (y más específicamente, Flandes) y Países Bajos.
Wout van Aert, Wietse Bosmans, Michael Vanthourenhout, Laurens Sweeck, Gianni Vermeersch y Jens Adams en el bando celeste; Mike Teunissen, Corne van Kessel, David van der Poel, Tijmen Eising, Michiel van der Heijden y Emiel Dolfsma por parte oranje. Esas serán las fichas de la particular partida de ajedrez que se jugará el próximo sábado en el Eva Bandman Park, cuyo resultado posiblemente defina definitivamente al ganador global de la cita mundialista. Doce hombres de los cuales únicamente uno quedará como rey solitario sobre el embarrado tablero de Louisville tras una lucha en la que se definirán quienes eran las reinas y quienes los peones de cada selección.
Y es que a priori resulta prácticamente imposible realizar un pronóstico fiable sobre quienes permanecerán en pie para los últimos movimientos de la contienda, ante la igualdad reinante entre todas las fichas llamadas a la batalla por Rudy De Bie y Johan Lammerts. Si hubiera que nombrar a dos capitanes a tenor de lo visto durante toda la campaña estos serían obviamente Bosmans y Van Kessel, quienes además cierran esta temporada el ciclo como sub23 y se encuentran ante la última oportunidad de obtener un campeonato que hasta ahora se habían encontrado vetado por su compañero de generación, Lars van der Haar. Estas son las dos piezas más regulares de los combinados neerlandoparlantes, capaces de hacer un buen papel en cualquier escenario en base a su buena capacidad técnica (en especial el belga) y no menor fuerza física.
Sin embargo, ante el tipo de trazado en el que se prevé que se dispute la carrera, emergen en las quinielas apenas como una astilla sobre la piel los nombres de un Vermeersch que viene de cerrar un enero fantástico con podios en Roma, Mol, Hoogerheide y Baal; un Adams que acostumbra a ser un rival peligroso en los trazados más ruteros; y por encima de todos, el gigantón Teunissen, avalado por el título europeo cosechado en un circuito similar en Ipswich, el ciclista de Ysselsteyn encuentra en las praderas llanas y rectas el escenario perfecto para expresarse como el tremendo corcel que ya ha demostrado ser, todo piernas, todo potencia. Tres nombres que se elevan a la cima de un favoritismo que hay que coger con pinzas a consecuencia del absoluto equilibrio de fuerzas entre estas dos naciones hermanadas por el ciclocross, como bien muestra el caso del belga Van Aert, hijo del antiguo ciclocrossman neerlandés Josh van Aert. Un par de países que tienen en sus manos hacer que estos mundiales de ciclocross sean más veldrijden que nunca y coronar a alguno de sus beloften como wereldkampionen. La mesa está lista.