Como en otros muchos casos, la espera no mereció la pena. La tan ansiada llegada de la entrevista de Lance Armstrong con Oprah Winfrey acabó por resolver un misterio que, después de todos los hechos acontecidos antes, prácticamente todo el mundo daba por cierto. El ex recordman de victorias en el Tour de Francia admitió el uso de sustancias prohibidas. Con esta declaración se cerraba un círculo que comenzó con la testificación de Tyler Hamilton y Floyd Landis, dos de los mejores compañeros que tuvo el americano en competición.
La sensación que nos deja la entrevista es totalmente fría. Faltan muchos interrogantes por resolver. A parte de la admisión de culpa, el resto de evidencias que debía de demostrar cayeron en un saco roto. A pesar de que Oprah manifestó que “los interrogantes más importantes y las respuestas que la gente alrededor del mundo estaba esperando escuchar, fueron respondidas” , la entrevista se rodeó de medias verdades. El mundo del ciclismo quería saber algo más que la simple confesión del ex ciclista. Atar cabos era el objetivo primordial de la entrevista. Suiza, donación económica a la UCI, intento de soborno a la USADA, nombres y culpables de la trama de dopaje.
El supuesto positivo encubierto en el Tour de Suiza y el aporte económico a favor de la UCI era uno de los puntos calientes. Vincular la trama de dopaje de US Postal con el máximo organismo mundial del ciclismo era clave para cambiar la cúpula de dirigentes del ciclismo que, una vez escuchado a Lance, quedaron aliviados. Pat McQuaid y Hein Verbruggen fueron los máximos beneficiados con las palabras de Armstrong. “La historia del Tour de Suiza no es cierta, no hubo pagos a laboratorios. La UCI no borró nada.” ¿Una media verdad? Posiblemente.
El pago a la UCI donde el americano declara “me resulta imposible contestar esa pregunta y que alguien me crea” no acaba de despejar las dudas que siguen derivando de la acción que, casualmente, se produjo después del posible encubrimiento de Suiza que destapó Tyler Hamilton.
La incisión sobre el resto de compañeros se convierte en otro punto espinoso. “Nadie fue presionado, obligado ni animado a doparse”. Las afirmaciones de compañeros como Christian Vande Velde o Frankie Andreu chocan con una respuesta rotunda, postura que destacó Lance ante las pregunta de Oprah.
La compra del silencio de la USADA es otro punto caliente. Travis Tygart, director ejecutivo del máximo organismo antidopaje de Estados Unidos, afirmó que un representante del ex ciclista ofreció una sustancial cuantía de dinero para tratar de silenciar a la agencia. Así mismo, la propia USADA defiende que Armstrong volvió a utilizar sustancias prohibidas en su regreso a la competición en 2009. Ambos interrogantes fueron negados en varias ocasiones. ¿Verdad o mentira?
Su relación con Michele Ferrari, la trama del dopaje incluidos los actores principales y el nombre de Johann Bruyneel son otras preguntas sin resolver. Del doctor afirmó ser “una buena persona y un hombre inteligente.” ¿Y el resto? ¿Los otros nombres que actuaron durante tantos años? Silencio, esa fue la misiva. Curiosamente, después de tres horas de grabación, el nombre de Johann Bruyneel no salió en ningún momento de la entrevista. Una cuestión económica, otro de los ejes que hicieron posible la entrevista, se antepone en la mención del belga. El manager está a punto de sacar a la luz un libro con sus vivencias y, esperemos, verdades sobre el caso de Armstrong y el US Postal.
Lo único que queda totalmente destapada es la personalidad de Armstrong. Autoritario, arrogante, impertinente; algunas características que definían al número uno del ciclismo en su época más oscura. ¿El resto? Medias verdades; interrogantes que siguen en vilo, preguntas sin una respuesta clara o respuestas que cruzan el límite de la verdad. Este fue el episodio número uno, vendrán más. Sólo un dato, mientras no declare ante el AMA todas las afirmaciones que ofreció ante Oprah no tienen valor ninguno.