Año nuevo, vida nueva y decenas de propósitos por cumplir. Ese es el lema de tantos y tantos de nosotros ante el paso de diciembre a enero, que habitualmente quedan en cantos al sol que repetimos sin convicción nochevieja tras nochevieja. No así para Kevin Pauwels, a quien el 2013 le ha traído un presente brillante y un porvenir próspero en el que ha recordado donde había dejado el ciclista que lleva dentro y que había permanecido oculto, esperando su momento, durante toda la temporada.

Con 28 años recién cumplidos y con el maillot blanco de campeón de la Copa del Mundo, en el pistoletazo de salida de Erpe-Mere, lugar donde perdió la vida su hermano hace ya seis años, se esperaba un torbellino no solo capaz de estar a la altura de Niels Albert o Sven Nys, sino incluso de superarles. El león enjaulado se había desatado el pasado año y había puesto de manifiesto que en circuitos secos el más fuerte era él, pero en esta ocasión el campeón mundial le mojó la oreja en su corrido particular. Nada grave por el momento, pero tras sus discretas actuaciones en trazados perfectos para él en Neerpelt y Kalmthout, surgieron las primeras dudas que mismo trataba de difuminar comentando que únicamente “necesitaba algunas carreras”. Su espléndida actuación en Tabor así parecía confirmarlo, complementadas con buenos puestos en las citas importantes de octubre.

Kevin Pauwels, calentando en Mol

Pauwels ha superado su complicado inicio de campaña para llegar al momento clave como aspirante a todo / Foto: Belga

No obstante, se mantenía alejado de quienes se presuponía que iban a ser sus dos grandes rivales durante el invierno y la distancia entre él y la cabeza no paraba de crecer. Las alarmas se encendieron en el seno de Sunweb-Revor, desde donde tanto la cabeza de la escuadra Jurgen Mettepenningen como el mentor de corredor Marc Herremans surgieron para justificar el rendimiento de su pupilo, que según ellos había competido con dolor en Hamme-Zogge tras un golpe sufrido en la rodilla durante la carrera de Zonhoven, la semana anterior. El bueno de Pauwels, quizá temeroso de las excusas o quizá poniendo las cosas en su lugar contradecía a sus jefes asegurando que tal dolor prácticamente no existía tras haberse tomado un pequeño reposo junto con inflamatorios. En cualquier lugar, quienes no mienten son las carreras y estaba claro que algo ocurría, ya que tras dos meses y medio de competición el líder del ránking mundial de 2012 solo había alzado los brazos en una ocasión.

Unos resultados que, tras unas semanas sumido en la mediocridad, comenzaron a mejorar con el paso de las competiciones hasta que al fin logró hacerse con su segunda triunfo de la campaña en el prestigioso aunque sencillo Scheldecross de Amberes, que serviría como claro punto de inflexión para dar la vuelta a la situación. Las sensaciones que transmitía el de Ekeren eran una muestra mucho más fiable de su recuperación que sus resultados, se trataba de una bomba a punto de explotar como hizo en Namur, con una exhibición de las que hacen época. Una serie de errores tácticos en Zolder, seguidos de la sumisión a un Albert genial en Loenhout y Diegem hicieron pensar que podía tratarse de otro espejismo como el acaecido en tierras checas durante octubre, pero Pauwels se encargó rápidamente todas las dudas. El mismo día de Año Nuevo hizo sucumbir a sus designios a sus rivales en casa del anfitrión ausente. En Baal demostró que también es capaz de sacar lo mejor que lleva dentro en circuitos resbaladizos y pesados, confirmando él mismo tras la carrera la impresión de que cada vez se defiende mejor en el barro. Roma también cayó ante la su fuerza desatada, rompiendo tiránicamente una prueba destinada al sprint. Pauwels había regresado.

Aunque su vuelta como actor protagonista se perfila tardía para poder aspirar a los trofeos por etapas, aún quedan en horizonte dos objetivos claros: el mundial de Louisville y el nacional de Mol, que esta misma tarde dirimirá quien será el nuevo propietario (de haberlo) del trikleur. Pese a que él mismo y su entorno echan balones fuera, con comentarios como “correr a pie no es mi fuerte”, “Albert es el único favorito, yo solo un outsider” o “hay 1.800 metros en los que el favorito es Pauwels y 200 metros de superioridad de Albert”, en referencia al largo tramo de arena que se antoja clave para el devenir de la carrera; su punto de forma es inigualable para poder alzarse por primera vez con el sueño de todo niño belga: portar las franjas negra, amarilla y rojo en su torso.