Hasta en la cabeza más escéptica y pragmática surgen dudas ante la posibilidad de que haya extraños influjos o fuerzas ocultas que manejan en la sombra nuestra existencia ante las vicisitudes que a menudo plantea la vida. Algo normalmente conocido como destino, que en ciertos casos de abrumadora y malvada persistencia se presta al nombre de maldición. A Egoitz Murgoitio seguro que esta palabra le ha rondado la cabeza en alguna ocasión y es que hasta el momento parece gafado con la cita cumbre del calendario: el campeonato de España.
Desde su regreso a la temporada invernal en 2008 ha mantenido un continua progresión que le alzado a la cima del ciclocross patrio. Sin embargo, por una u otra razón no ha conseguido poner de manifiesto su nivel cuando el maillot rojigualda estaba en juego. Si bien en Valladolid pocos contaban con él para las quinielas pese a su triunfo en Osintxu la semana anterior, para su segunda temporada en la élite sus actuaciones le situaban ya entre la nómina de candidatos a conseguir el campeonato. No pudo ser esta vez tampoco, y terminó por sucumbir a Javier Ruiz de Larrinaga y José Antonio Hermida.
No obstante, no había por qué preocuparse aún, era un buen resultado en una carrera en la que solo cedió ante los dos mejores hombres de la campaña en plena madurez en su carrera. Iba quemando etapas con rapidez en su readaptación, por lo que el podio era un paso lógico de cara previo al oro, para el que parecía ya preparado a comienzos de 2011. Lo visto durante los meses anteriores así hacía pensar: si bien había conseguido los mismos triunfos en suelo nacional que el año anterior, los había logrado en menos carreras, mientras que sus resultados en la Copa del Mundo (por ejemplo, 11º en Igorre o 18º en Pont-Château) estaban muy por encima del rendimiento de sus paisanos. Y así lo empezó demostrando en suelo zamorano, donde tomó la iniciativa desde los primeros compases de la carrera, pero en el ecuador de la misma un árbol se cruzó en su camino cuando avanzaba en primera posición, dejándole el hombro demasiado tocado para poder seguir disputando el campeonato. A la tercera tampoco fue la vencida.
Si tras lo acaecido en Zamora ya se podía hablar de un pequeña maldición, mucho más tras el sangrante caso de la temporada pasada, en la que la única carrera que no venció al sur de los Pirineos fue el nacional. Con Larri arrastrando una lesión buena parte de la temporada, Murgoitio se paseó de barrizal en barrizal alzando los brazos allá por donde fue y dejando huella en algunas de sus visitas al extranjero, como en el navideño Azencross de Loenhout. Sin duda, el vizcaíno llegaba a Gandía con un gran estado de forma que fue incapaz de sacar a relucir en el polémico circuito levantino; totalmente llano, seco y para más inri, peligroso, en cabeza se formó un grupo de favoritos a los que únicamente averías y caídas parecían capaces de soltar de rueda. El líder de Grupo Hirumet Taldea lo intentó por activa y por pasiva sin éxito y en el único resquicio que quedó, se coló un inteligentísimo Isaac Suárez que atacaba como si le fuera la vida en ello en el tramo de escaleras sin que Murgo tuviera tiempo a reaccionar.
Una historia de infortunio que para esta campaña se ha adelantado para arrebatarle también la txapela de campeón vasco y el Superprestigio, en un solo fin de semana. Mientras el sábado en Puente Viesgo una caída le alejaba poco a poco de Aitor Hernández y sus rivales, el domingo ni siquiera podía empezar la carrera en condiciones tras besar el suelo, perdiendo dos dientes y partiéndose el labio en el reconocimiento previo. Un costalazo que le puede robar más de un resultado, ya que un batacazo así a solo dos semanas del día clave de la temporada, es un contratiempo muy grave de cara a una lucha por el rojigualda que ya de por sí va a ser más dura que nunca, con un nuevo gallo en el corral como Hernández, un Aketza Peña cada día más poderoso y por supuesto unos Larrinaga y Suárez en plena forma que tienen la fecha marcada a fuego sobre sus pedales.
Una lucha muy compleja que se le ha puesto cuesta arriba al abadiñarra, a quien los fantasmas de los nacionales pasados le vuelven a atormentar. Sin duda, no puede acercarse a la fecha con peor dosis de fortuna pero, ¿llegará el cambio de tendencia al fin para Murgoitio y romperá su maldición?