En el ciclismo, como en la vida misma, una persona siente predilección por otra. Ya sea por sus cualidades en el deporte, por sus bondades como persona o por otra característica que le hace único, diferente al resto. Desde hace un par de años Jonathan Vaughters tiene su ojito derecho. Le arrancó de los programas de desarrollo de su Australia natal cuando todavía era junior abandonando su casa rumbo a Boulder, sede de Slipstream, en el estado de Colorado.

Desde su llegada, Lachlan Morton (Port Macquire, 1992) se convirtió en la joya de la corona de Chipotle-First Solar, el equipo satélite de Garmin-Sharp. Ciento ochenta centímetros y apenas pasa de sesenta kilos, la espigada figura del aussie destaca por un incombustible motor en las largas subidas, su territorio fetiche. Le bastó con la victoria en la Copa de las Naciones de Abitibi para llamar la atención de un Vaughters que le reclutó después de que Morton tomará la difícil decisión de abandonar su casa para trasladarse hasta los Estados Unidos.

Pasaron un puñado de meses y ya estaba peleándose con los profesionales. En el exigente Tour de Langkawi se pudo comprobar por primera vez el nivel de uno de los jóvenes con más proyección del ciclismo australiano. En la interminable ascensión a Genting Highlands finalizó séptimo a escasos ocho segundos del dúo que llegó destacado a meta, Yonathan Monsalve y Libardo Niño; en la general final, más que meritoria sexta plaza por delante de nombres destacados como Domenico Pozzovivo o Pierre Rolland. Antes del desembarco en la competición en Estados Unidos, llegó con un séptimo puesto en el Giro do Interior Sao Paulo de Brasil.

El verano confirmó que Vaughters no estaba mal encaminado. Morton se convirtió en el principal rival en las vueltas menores de Francisco Mancebo. Tanto en el Tour de Gila como en Cascade Cycling Classic peleó por la victoria final con un tercer y un segundo puesto respectivamente, siendo segundo en tres etapas. Notable y destacada carta de presentación en el país anfitrión que daría paso, después, a la participación en la siempre complicada Grandissima en Portugal.

Más talento aussie al servicio de Vaughters / Foto (c) Shane Goss

Más talento aussie al servicio de Vaughters / Foto (c) Shane Goss

Dados estos resultados, el 2012 prometía. Pronto los objetivos se vieron truncados. La declaración por parte de la UCI del Chipotle-First Solar como filial del Garmin-Barracuda prohibió la participación de ambos equipos en las mismas pruebas. Por ello, metas como Langkawi o USA Pro se caían del horizonte. El equipo optó entonces por desarrollar una concentración en Tolouse donde, además de poder competir, aprenderían la forma de vida europea. Citas como la Thüringen Rundfahrt o el Giro dell Valle d´Aosta puso a prueba sus condiciones. En la exigente ronda italiana, Morton fue octavo finalizando segundo en la etapa reina sólo superado por la inmensa cabalgada de Bob Jungels.

Después de ser sexto en el exótico Tour de Guadalupe, Vaughters le dio la oportunidad como stagiaire con Garmin-Sharp. Fue con el equipo del World Tour y no con el de desarrollo donde se dio cita en el USA Pro Challenge. En “su” Colorado, Morton fue un artífice más del éxito del equipo merced a los triunfos de Tyler Farrar o la victoria final de Christian Vande Velde. Cruzado el charco de nuevo, el Tour of Britain vivió su segunda y última experiencia de la temporada con el equipo pro.

La desaparición de Chipotle First-Solar ha hecho que Vaughters aceleré los tiempos y acorte su salto a profesionales. 2013 será el primer año inmerso en la élite; desde el comienzo no perderá el tiempo. De momento luchará por el título nacional antes de dar el pistoletazo de salida a la competición en el Down Under con un objetivo ambicioso; volver a brillar en el Tour de Langkawi.

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