Skyfall es la nueva película de James Bond. Pese a que seguramente no ofrezca nada novedoso ni diferente, muchísima gente la verá. El film entretendrá a su público con sus Aston Martin, Vodka Martini, persecuciones, malos malosos y el guaperas que al final gana, todo ello envuelto en un clima de grandeza y dinero que se acaba notando en una buena producción. No es una mala película, pero tampoco es una gran película, simplemente “una de Bond”.
Algo parecido ocurre hoy en día con el Tour de Francia. Es la carrera más grande del año donde se citan los mejores corredores, es un clásico del verano y tiene ese clima pomposo único. Pero como carrera de ciclismo rara vez ofrece algo memorable. Y es una pena, porque la base de partida es inmejorable, solo hace falta algo de ingenio y atrevimiento para conseguir un producto fantástico que revitalice la carrera. Algo similar a lo que hizo Christopher Nolan con “las pelis de Batman”.
¿Qué nos ha presentado Preudhomme ayer? Un Tour de Francia (libro de ruta) con menos dureza en la montaña y menos contrarreloj que el de 2012. Menos terreno para poner a prueba a los aspirantes, menos oportunidades para separarlos y ordenarlos en función de su calidad como ciclistas. Podría decirse que tendremos menos Tour.
Sin embargo, al igual que la pasada edición, se intuye potencial detrás de una buena idea de recorrido, pero que no se ha desarrollado o se han cometido errores graves al hacerlo. La montaña no está nada mal, pero le falta un punto de dureza y una verdadera etapa reina. La etapa de Semnoz es un absoluto despropósito colocada como última oportunidad. Y la idea de poner 3 contrarrelojs diferentes es buena (por equipos, llana y crono de montaña), pero las dos primeras tienen una distancia ridícula.
La gran salida se realizará en Córcega, donde tendrán lugar las 3 primeras etapas. La primera, un claro sprint en Bastia para jugarse el primer amarillo. La segunda se presume algo más movida con puertos a media etapa y bucle final en Ajaccio con una pequeña cota, pero debería repetirse el mismo desenlace. La llegada a Calvi cuenta con el Col de Marsolino (3,3 km al 8,1%) a 13 km que abre el abanico de posibilidades para ver algo diferente. Si tenemos en cuenta las posibilidades de la isla, resulta decepcionante que no se incluya una etapa selectiva de media montaña. Además se solventarían parte de los problemas de la primera semana de Tour: se eliminaría tensión del pelotón, y se incluiría montaña para enganchar desde el principio.
El primer macizo montañoso que se visita son los Pirineos, comenzando con una sucesión conocida: se pasa el coloso de Pailheres para terminar en el empinado, pero más corto, Plateau de Bonascre (Ax-3 Domaines). Le sigue la meta de Bagnères-de-Bigorre tras un slalom de clásicos puertos pirenaicos: Aspet, Mente, Peyresourde, Azet y Hourquette d’Ancizan. Una buena etapa difícil de controlar, y que acertadamente evita el Aspin, aunque quizá le falte otro puerto como pudieran ser Balès o Portillon.
Entre bloques de montaña aparece el gigante solitario, el Mont-Ventoux tras 242 km de etapa. Se agradece una etapa de esta distancia, y si hay un puerto adecuado como final en alto tras etapa llana sin duda es este. Al día siguiente se llega a Gap, con el Col de Manse en un final idéntico al de 2011.
El bloque definitivo de los Alpes comienza llegando al Alpe d’Huez (otra vez más). Al puerto más quemado del Tour, cuyo misticismo solo esconde que se ha subido muchas veces, se le da cierto aire renovado gracias a un doble paso descendiendo por el Col de Sarenne. Realmente no es ninguna revolución, no sería raro que todo volviese a quedar para las 21 herraduras finales, pero se consigue un buen encadenado final y al menos ya todo el mundo sabrá que el Alpe tiene más vertientes.
Le sigue la etapa más dura de la edición con Glandon y Madeleine de salida, y un final enlazando tres puertos de menos entidad pero que en conjunto forman una etapa interesante, difícil de controlar, y con terreno para ver movimientos. Es la misma etapa de Le Grand Bornand de 2004 que (no) ganó Armstrong a Kloden en un cerradísimo sprint.
¿Y qué gran traca final nos guarda ASO para la jornada de montaña del día antes de París? Una etapa de juveniles (125 km) con Revard (15,9 km al 5,6%) para desgastar algo las fuerzas y un final en Semnoz (10,7 al 8,5%) que sería bueno para la primera mitad de carrera, pero que hace poco previsible ver un vuelco en la general. Salvo que la clasificación esté muy apretada poco tendrá que decidir este “pegote” de etapa que estropea muchísimo la montaña de la carrera.
Tal y como comentaba antes hay 3 cronos en la carrera y las tres totalmente diferentes. Al cuarto día, crono por equipos en Niza con unos ridículos 25 km que depararán diferencias poco relevantes. En la etapa 11, crono llana en un entorno magnífico, Mont Saint-Michel, que debería acercarse a los 60 km en vez de los escasos 33 que tiene. Y antes de los Alpes queda la crono entre Embrun y Chorges, posiblemente con dos puertos de 2ª y sus dos bajadas, sin un solo metro llano en 32 km muy duros. Si remarcaba que tendremos menos Tour es porque también lo refleja la distancia total de la carrera. Con 3360 km es el Tour más corto desde 2002 y el 4º más corto desde 1950.
¿Mi nota? Un aprobado, siendo generoso podría darle incluso un bien. Pero a la carrera más importante del año y el gran escaparate del ciclismo en el mundo se le debe exigir muchísimo más.
Por último quisiera hacer alguna aclaración sobre lo escrito en algunos periódicos generalistas sobre este recorrido. No tiene más montaña que el año pasado, solo tiene mucha menos crono llana. No es más duro, es igual o menos. Bradley Wiggins hubiera ganado el Tour 2012 aunque no se hubiera disputado ni un solo kilómetro contrarreloj. Y si un año se “llora” porque “le diseñan” un Tour a Wiggins, no se puede ahora saltar de alegría por tener un recorrido en principio favorable al héroe patrio del momento.
Me corrijo a mi mismo, porque la etapa de 2004 en Le Grand Bornand no es exactamente igual a la de 2013: en aquella se subía Forclaz en lugar de Epine, Más duro pero más separado de Croix-Fry.
A mí lo que realmente me da lástima es que en el Tour del Centenario no se vaya a subir Galibier, Izoard ni Tourmalet.
A mi me pasa igual. Si fuese un Tour normal, bueno. Pero siendo el del Centenario….
Que no se suba ni Tourmalet ni Galibier, lo prefiero, son dos puertos que los tenemos año si, año tambien. Ademas el Galibier se vera en el Giro y el Tourmalet tiene un sustituto con menos nombre, pero con numeros muy similares, como es Pailheres. Si tengo que elegir uno de los dos, me quedo con el segundo. Lo de Izoard, si que hubiera sido buena su inclusion, ya que eliminaria de golpe algunas de las carencias de este Tour, como es el de la falta de puertos altos, y la falta de una gran etapa de montaña, ya que si la de Gap se pasa por Izoard, Lautaret y doble paso por Sarene (Alpe d´Huez en sentido contrario), tendriamos ahi la etapa reina digna del Tour que falta, sin tampoco ser excesivamente dura.