Son muchos los corredores que nos decepcionan durante el año. Esperamos mucho de ellos, por los resultados del año anterior o porque esperas que, de una vez por todas, de un paso adelante en su carrera. Y por una razón u otra no cumplen con lo que se espera de ellos. Aquí tenemos a tres de las cinco decepciones de C&H de este 2012.

Quinta decepción del año; Cadel Evans (BMC)

Tras llevarse el Tour de 2011, el aussie, impregnado de ese espíritu más ofensivo desde Mendrisio, cuando se convirtiera en campeón del Mundo de ciclismo en ruta, se convertía por derecho propio en uno más de la élite ciclista. El amarillo de la Grande Boucle le ponía a la altura de los mejores ciclistas del momento y le confirmaba, por fuerza, como mejor corredor australiano de la historia. Con esos argumentos empezaba una temporada en la que tenía que demostrar quién era el líder del equipo. Los fichajes de Gilbert y Hushovd le ponían presión, pero no serían éstos los que cuestionaron su figura, sino el de Tejay Van Garderen.

Durante el Tour de Francia, Evans, que había empezado bien el año ganando el Critérium International y haciendo un buen Dauphiné, en el que consiguió una victoria de etapa de mucha calidad, se las vio y se las deseó para someter a un joven corredor que había llegado, en teoría, para ayudarle. Nada más lejos de la realidad. Van Garderen convirtió en guerra fría lo que se había Evans se había ganado por decreto y terminó cerrando un Tour, y un año, decepcionante y algo mediocre. Cadel Evans posiblemente consiguiera en julio de 2011 su última gran victoria. Tras su séptimo puesto final trató de volver a la competición, pero varios problemas de salud le dejaron sin forma y sin oportunidad; se perdió todo el final de temporada dejando a un lado las clásicas italianos, frecuente en ellas, y el Mundial de Limburgo. Año casi para olvidar.

Evans Tour Peguere

Evans frustrado durante el Tour de Francia

Cuarta decepción del año; Robert Gesink (Rabobank)

Bien es cierto que, como en el caso de Evans, Gesink también ha sufrido en lo físico. Le costó llegar a buen nivel tras una grave lesión a finales de la temporada pasada, pero ya en mayo demostró ir por buen camino. Su performance en California abrió la veda, y apoyados en una notable mejoría en crono muchos creyeron que este era su año. Con 26 años, llegando a la madurez tras sorprender en la Vuelta a España de 2008, mucho veían en él el escalador capaz de romper o dar juego en la alta montaña de un Tour predispuesto para los corredores más hábiles contra el reloj. Decepción.

Gesink no parece estar hecho para el Tour. Rabobank, equipo que busca la mala suerte con insistencia, volvió a encontrarse con las caídas en la ronda gala y, de camino, su líder volvió a fracasar en una prueba que no le va nada bien. Camino de Annonay-Davézieux abandonó. Se puso como objetivo una Vuelta a España con un recorrido ideal para él; finales en alto, con poca tensión, y una crono adecuada para sus características, parecida a la de Gossau (Vuelta a Suiza) en la que acabó quinto. Una sexta plaza final, sin victorias parciales ni una presencia destacable, le dejaron en la mediocridad para lo que de él se espera. Para colmo, en Limburgo, ‘su’ Mundial, tampoco estuvo a la altura y llegó 32º a la altura de Andriy Grivko o André Cardoso.

Tercera decepción del año; Igor Antón (Euskaltel – Euskadi)

De los, más o menos, 70 días de competición Igor Antón ha estado a la altura apenas exclusivamente en uno; la Klasika Primavera. Allí llegó tercero tras Giovanni Visconti y Alejandro Valverde. En la Vuelta a España lo intentó, pero Antón parece clavado en la figura de ‘eterna promesa’ que al final no llega a lo que se esperaba de él. Y, siendo francos, su irrupción en otoño de 2006 con la victoria en Calar Alto en la Vuelta y con la Escalada de Montjuic hacían presagiar algo mejor de lo que le estamos viendo al de Galdakao. Caídas aparte, el líder de Euskaltel – Euskadi tiene pocos grandes momentos.

Este año se presentaba definitivo. Puede que no lo sea y en 2013, ya con 30 años, haga algo grande, pero este año lo tenía. Tenía confianza, necesidad y ganas, pero se ha quedado a medio camino. Ni una sola victoria y autocomplaciencia tras una novena plaza final en la Vuelta a España, su objetivo del año y carrera que ha estado rondando y en la que solo la mala suerte ha impedido que haga podio. En el resto del calendario poco o nada, dejando claro que lo suyo es una decepción que no se salva con una victoria aquí o allá; tiene talento para mucho más.

Antón, en un tercer plano en la Vuelta / Foto (c) Fundación Euskadi