Cuarenta años después reaparece el infierno de Lombardía. Aquel camino que Vincenzo Torriani introdujo en el Giro de Lombardía de 1960 regresa después de estar presente tan sólo en tres ediciones. No llegaban a dos kilómetros un trazado que traía por el camino de la amargura a la inmensa mayoría del pelotón. Para aquel entonces, el tránsito del Muro di Sormano era la ascensión más dura a la que se podría enfrentar un ciclista profesional.

Un camino en el que los habituales chepazos contemporáneos se sustituían por echar pie a tierra y subir hasta la cima con la bicicleta a cuestas. Mil ochocientos metros donde el desnivel medio se sitúa en el 16,54% y cuyo índice de mayor inclinación llega hasta el 25%.

Después de caer en el olvido durante más de treinta años, el Muro di Sormano fue recuperado en 2006 por un grupo de aficionados que promovieron el acondicionamiento y asfaltado para darse un uso en vista a ser de nuevo utilizado por cicloturistas y en un futuro, el Giro de Lombardía. Durante su ascensión aparecen tres detalles. Metro a metro está inscrito la altitud que se supera durante su paso así como pintadas frases celebres del ciclismo y el récord que ostenta Ercole Baldini al ser el más rápido en superarlo en carrera con nueve minutos y veinticuatro seguros que, lógicamente, será batido en la presente edición.

La dureza se funden con las hojas secas, símbolo de Lombardía

¿Qué supondrá el Muro di Sormano para el desarrollo de la carrera? Situado a más de ochenta kilómetros de la línea de meta de Lecco su ascensión sólo tendrá dos cometidos, el espectáculo y el desgaste. Mientras el Valico di Valcava puede seleccionar la fuga mientras pondrá un ápice de dureza a una carrera que hasta entonces no tiene mayor complicación, el cruce de Sormano pondrá la tensión. La colocación primero y la dureza después, hará que, con mucha seguridad, la carrera cree una primera selección en el grupo principal.

Su inclusión, además, dará mucho más protagonismo a la Madonna del Ghisallo que de nuevo echará en falta más cercanía respecto al comienzo de Villa Vegano. El ataque de Vincenzo Nibali la temporada pasada evidenció la cantidad de kilómetros entre ambos puntos a los que esta edición desde el final del descenso al mítico santuario ciclista hasta el comienzo de la ascensión definitiva se ve incrementado en tres kilómetros. El atractivo del regreso del muro estará simplemente en su espectacularidad. Poco más podremos esperar de una formidable y temible ascensión que difícil cometido tiene para convertirse en un punto estratégico para el desarrollo de la carrera a no ser que un valiente se lance a su conquista.