Damiano Cunego aguardaba sentado su turno para el control anti-doping en la trastienda de la Plaza de Toros de Pamplona sin que nadie le encimase, pese a su condición de estrella del ciclismo mundial. Su solitaria presencia, sin nadie de su equipo a su alrededor ni ningún periodista o aficionado incordiándole en busca de declaraciones o fotos, le delataba casi tanto como su disponibilidad a charlar sin ningún problema: una relajación impropia de alguien con ambiciones en la carrera.

Cunego estaba en la Vuelta para preparar el Mundial y lo reconocía sin ningún tapujo. Se presentó a la salida sin ritmo de competición, tras un largo parón después de una primera parte de temporada extenuante. Y pasó por la Vuelta sin pena ni gloria, sin que prácticamente nadie reparase en su presencia. Tampoco nadie salvo su seleccionador, Paolo Bettini, parecía exigírselo. Todo iba enfocado para brillar el domingo 23 de septiembre en Valkenburg, pero ni tan siquiera estará ahí.

En el ecuador de la carrera se conoció que la Federación Italiana de Ciclismo había decidido extender el veto (ya existente para aquellos ciclistas que habían sido sancionados alguna vez en su carrera por dopaje) a los ciclistas envueltos en alguna de las varias investigaciones judiciales contra el doping que hay abiertas en los tribunales italianos.

Saltándose la presunción de inocencia, la medida implicaba que figuras como Ballan y Cunego (envueltos en la investigación de Mantova básicamente sobre el equipo Lampre de hace unas temporadas) o Visconti y Gasparotto (presentes en la de Padova) no tenían hueco en la Nazionale, que queda automutilada por sus mandamases. Se queda fuera del mundial prácticamente media azzurra en la mente del seleccionador, Paolo Bettini, que ya había hablado con ellos para pedirles que preparasen la cita con mimo porque serían ciclistas protegidos. O almenos eso contaban Ballan y Cunego, oro y plata en el último mundial transalpino en Varese, no hay que olvidarlo, antes de conocer el veto. El poderoso ciclista del BMC, tras ganar una etapa en el Eneco Tour tipo clásica, creía para él “el mismo rol” que tuvo en esa ocasión.

Bettini se refugia en las indicaciones que le impone su federación, pero sin mojarse demasiado, lamenta las diferencias entre países al abordar este tema y pide, uno más, una estandarización de criterios a la UCI. En el mismo vídeo de la Gazzetta dello Sport se puede escuchar al presidente de la FederCiclismo, Renato di Rocco, defender la limpia en la Nazionale para dar paso a una nueva generación “bajo criterios éticos”. No es que sean mancos, empezando por el tremendo neoprofesional Moreno Moser o un muy talentoso Diego Ulissi, pero quizá se precipite su momento de jefatura. No sucede así para un Nibali consolidadísimo, quién de todos modos, agradecería tener compañía en la parte final de carrera para aprovechar su gran visión táctica y su destreza en un recorrido que se prevé bastante técnico.

Pese a la confianza que Bettini dice tener en todos sus seleccionados -“han hecho todos méritos más que suficientes para ser azzurri”-, parece claro que Italia no será la referencia en la carrera del domingo por primera vez en mucho tiempo en un recorrido de estas características. España y Bélgica, con bloques potentísimos hombre por hombre y varios líderes más rematadores que los italianos, parecen claramente por encima en todos los pronósticos.