Recuerdo esa escena de “Casino” por Martin Scorsese en el que bajo el compás de la música de “The Animals”, un imperio se va desmoronando como un castillo de naipes. Fue el final de los que se creían intocables. Durante casi una década, Lance Armstrong no sólo era el mejor corredor del mundo. Su poder trascendía la carretera, y sus influencias con los que dirigían el ciclismo fueron más que notorias. Ahora que veo su crepúsculo, en medio de este caso con la Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA), no puedo por menos que recordar esa pieza del séptimo arte.

Lo ocurrido en las últimas horas no es más que una mano más en la partida de póker, volviendo a los casinos, que están jugando Armstrong y sus enemigos de la USADA. Una mano que dista mucho de ser el all-in que se nos está vendiendo. Y es que, como siempre en estos casos, hay una partida sobre el tapete y otra en los medios de comunicación. ¿Acaso alguien cree que Armstrong, un tipo que pasó de recibir la extremaunción a ganar siete Tour de Francia, iba a rendirse de un mes para otro?

Por mucho que la USADA saque pecho en su comunicado, no tiene ninguna autoridad como para poder quitarle ningún triunfo deportivo a Lance Armstrong; es algo que escapa a su competencia. Fue la UCI, y no la USADA quien desposeyó a Floyd Landis de su victoria en el Tour 2006, de la misma manera que fue la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) quien retiró las marcas, y consecuentemente las medallas olímpicas, a Marion Jones. ¿Qué puede hacer la UCI al respecto?

UCI sigue el código mundial antidopaje de la AMA, y en su artículo 17 establece un plazo de prescripción de los delitos de dopaje de ocho años. El COI en su sesión anual de 2012, ha trasladado a la AMA la posibilidad de ampliar esta cifra a los diez años, de ahí que haya cierta confusión al respecto. Bajo ese artículo, Lance Armstrong mantendría, aun siendo sancionado, los Tours de 1999, 2000, y 2001, mientras que los Tours de 2002, 2003 y 2004 podrían quedar en un cierto limbo legal. Incluso si el proceso se retrasa, podría llegar a conservar con todo derecho el de 2005, y mantener todos sus triunfos en la grande boucle intactos. El uso de este artículo 17 no es nuevo en ciclismo. Es el que permitió a Bjarne Riis conservar su triunfo global de 1996, o a Erik Zabel seguir compitiendo sin ser sancionado, cuando ambos admitieron haber consumido EPO en el seno de Telekom durante 1996.

Sin embargo, no todo es un jardín de rosas para Armstrong. Los cargos no sólo se circunscriben al uso, sino a su participación activa en una trama orquestada de dopaje, además de acusaciones de fraude deportivo y perjurio. Todos ellos cargos penales que no tienen que ver con cargos deportivos, que han prescrito según el artículo antes mencionado. La última mano de esta partida está por jugarse, y aunque parece arruinado, Armstrong puede guardar todavía algún as bajo la manga. Nada podrá hacer por despejar su futuro, pero sigue teniendo opciones de preservar su legado.

Mr.Chon

Lance Armstrong