Los finales de temporada ahora, en época de puntos y los siempre normales movimientos de mercado, no tienen guión. Rumores, altas y bajas con un denominador común; los puntos, que subyugan cada posible movimiento, comunicado oficial, y comentario en Facebook o tweet en Twitter. Si gritas tu intención de cambiar de equipo, estarás fuera. Si confirmas que te vas, dalo por hecho. De ellos, de los puntos, nadie, o casi nadie, sabe nada.

Lo que sí se sabe es que atosiga. Da miedo pensar que uno, sin puntos pero con mucho trabajo detrás, se pueda quedar fuera. Los managers, presionados por salvar el World Tour, al menos entrar en la comisión de licencias o luchar por estar en ella, sacaron una calculadora sin números y se liaron a fichar durante esta época el año pasado. Lo hicieron con mucha desinformación y bastante desenfreno; para el Ranking de la UCI solo cuentan 12 corredores. Te puedes permitir tener gregarios sin puntos. Lo bizarro de los puntos, en cualquier caso, lleva los nombres de Mehdi Sohrabi, Amir Zargari o Boris Shpilevski. Pero esos son los que ganan. Los que pierden, otros. Nombres hay muchos.

Vicente Reynès, un veterano que se ha abierto camino con muchísimo esfuerzo a base de buen servicio y alguna pincelada propia, sabe de qué va esto; ‘Si trabajas para un líder, tú no vas a tener puntos. Eso hay que entenderlo’. Y en Lotto-Belisol, su equipo desde el año pasado, lo saben. Tienen a André Greipel, Jürgen Van den Broeck, líderes claros de los belgas, e incluso a Jelle Vanendert o Gianni Meersman, corredores con responsabilidades en el calendario World Tour de los de Marc Sergeant.

Vienen tranquilos, sin presión. ‘El equipo viene aquí sin presión ninguna. Sobre todo por las tres etapas del Tour y el 4º puesto de Van den Broeck en la general’, comenta Reynès, quien tras muchos problemas en primavera (un virus extraño le tuvo hospitalizado unos días) y verano (abandonó en Polonia por otro virus, esta vez estomacal), afronta con ilusión la Vuelta a España. Con ilusión y tranquilidad: ‘Tengo suerte. Tengo contrato para el año que viene, pero te sale un año así cuando acabas contrato, ¿y qué haces?’.

Vicente Reynes

Con la necesidad de demostrar valor en cada temporada, en cada carrera, las cosas se complican si terminas contrato y no encuentras golpe de pedal. Algo que le ocurrió a su ex compañero Óscar Pujol, y que el mismo Reynès ve como una de las cosas de este sistema. ‘El ciclismo se ha puesto como la vida misma; hay que ir todos los días con el cuchillo en la boca’, dice, mientras gesticula y asegura que el ciclismo ha cambiado estos últimos años. ‘Antes un corredor hacía sus dos picos de forma, y ya. Ahora tienes que estar bien en enero, abril, junio, septiembre, y ahora también en octubre, que está Beijing y ahí dan puntos’.

Luchar. Salir con el cuchillo en la boca. Trabajar más que nunca. Cuidarse como antes no te cuidabas. Las consignas de Reynès para mantenerse en la élite son claras. ‘Una vez que sales del World Tour, o tienes la suerte de que te fichan de nuevo, o te vas a la mierda’. Él, reconoce, ha tenido suerte. Su habilidad para comunicarse a la perfección en alemán e inglés, le hizo, primero, conseguir un buen contrato en T-Mobile (el año que la telefónica lo dejara y la estructura se denominase High Road) gracias a su amistad con Rolf Aldag -por aquello de ser de Mallorca y coincidir varios inviernos entrenando-, y, después, continuar con la estructura de Stapleton (con Columbia y HTC) y firmar luego, gracias a André Greipel, con Omega Pharma – Lotto.

Reynès, entre tanto punto, entre tanto caos, ha sabido moverse bien. ‘Txente [en su época en Illes Balears tras firmar desde LA Aluminios Pecol] me dijo una vez que en este mundo hay que ser o galgo o conejero. Si no eres ni galgo ni conejero, malo’. Lleva muchos años en este circo, como él mismo califica al mundo del ciclismo; sabe cómo se mueve y cómo palpita. Sabe que hay que ser muy profesional para no quedarse fuera, y aprovechar cada oportunidad que le brinde el equipo. Pero también se resigna: ‘hay que ser muy profesional para que las cosas te salgan bien. Incluso siendo muy profesional, las cosas no te salen’.

La Vuelta es su momento. Quiere un etapa. No los puntos, pues sabe que el equipo está cumpliendo los objetivos y que estarán entre los diez mejores del año. Además, está tranquilo; ese año de contrato que le queda la da esa tranquilidad y algo de paciencia ante los malos momentos de este 2012. Luego, dice, querría renovar y seguir siendo ciclista, dos años, pero teniendo varios negocios en Mallorca lo afronta desde otro puntos de vista. ‘Ahora la gente sabe que esto es más duro. Que te preguntan a final de año qué has hecho, y si no has trabajado bien, te vas a la calle’.

Se resigna ante varias cosas; los jóvenes no tiran y trabajan ahora lo que tiraban y trabajaban antes, los managers, presionados por los sponsors, aprietan mucho más que hace unos años y, en general, tampoco le convence, aunque lo ve con total normalidad, que el ciclismo se haya convertido en puro negocio. ‘Ahora tienes que estar a tope todos los días. Ya no vale ir a ningún sitio a entrenar; todas las carreras dan puntos y hay que luchar por ellos’, sentencia.