El movimiento cultural surgido en Europa en los siglos XV y XVI denominado Renacimiento significó una ruptura con el orden previo. El presente daba un giro evolucionando el pasado. El presente veía la luz tapada por el dogma durante siglos. Nuestro protagonista sigue una similar evolución. Dos meses de competición han sobrado para dar un giro a su carrera deportiva. Una trayectoria que olvidó la victoria para instalarse en esa clase de corredor que no remata, el eterno segundón.

Danilo Napolitano (Vittoria, 1981) completó esa ruptura bien entrada su etapa de madurez deportiva. Después de brillar en sus primeros años como profesional, la decadencia en la que se sumergió tras completar su primera temporada en Katusha denotaba su ocultismo total. Pocas esperanzas de recobrar algún destello de luz del pasado. Su siempre corpulencia, marca de la casa, alejaba ese patrón de velocista. Un sprinter que comenzó pisando fuerte. En su primer año como profesional defendiendo los colores del Team LPR sumó seis victorias –Giro della Romagna y Coppa Bernocchi entre otras-.

Un gran comienzo que enseguida tuvo su oportunidad. Lampre llamó a su puerta. En el conjunto de Beppe Saronni vivió sus mejores temporadas como profesional. Triunfos en el Tour del Mediterráneo, Settimana Internazionale, Austria, Murcia, Eslovenia, Valencia, Qatar, Portugal o Polonia ilustraban su palmarés. Por encima de ellas la conseguida en el Lido di Camaiore, final de la novena etapa del Giro de Italia de 2007. Única victoria en una Gran Vuelta hasta la fecha.

Las buenas temporada en Lampre le llevaron a ser uno de los nombres fuerte del gran proyecto ruso Katusha. Galones para el velocista siciliano. Su primera temporada se caracterizó por estar repleta de altibajos. De las cuatro victorias en la primera mitad al puestómetro en la segunda. La llegada de competencia lastró su calendario en 2010. A pesar de comenzar fuerte la temporada sumando dos triunfos y cinco segundos puestos hasta el mes de Julio, se perdió definitivamente en el último tercio de competición.

Su salida del Katusha era un hecho. Un paso atrás buscando relanzar su carrera. Acqua&Sapone el destino. En la escuadra de los Abruzzos sólo consiguió sumar puestos de honor. La victoria había caído en el olvido. 24 de Julo de 2010, última victoria. Desde entonces llevaba sumando seis segundos y siete terceros puestos. Entonces llegó Metz, final de la cuarta etapa del circuito de Lorraine. Allí superó a Nacer Bouhanni para romper la sequía. Casi un año y diez meses después volvía a subirse a lo más alto del podio. Otros tres segundos puesto en el Tour de Bélgica confirmaban el paso adelante que daba tras la victoria. Paso adelante calificado como rotundo en Valonia. Tres victorias sobre cinco etapas. El cambio tomó efecto.

El dulce sabor de la victoria / Foto (c) kristof ramon

Desmarcado de los grandes velocistas su sitio son las pruebas menores. Ocupando un nivel inferior y con un equipo que explota su baza, Napolitano puede convertirse en una de las sensaciones de la última parte de la temporada. El calendario de semiclásicas italianas por delante su cometido, antes estará en Burgos donde buscará sumar la victoria en Lerma para continuar con una escala más del renacimiento.