En el ciclismo, como en todo, hay historias de amor. Idilios con una carrera concreta, o con un puerto. Es llegar a las primeras rampas y las piernas parece que van solas. Luego tenemos otras de amor-odio, agónicas y dramáticas. Una misma carrera puede coronar a un ciclista y al año que viene destronarlo. Véase Evans, que tras quedar segundo varias veces en el Tour de Francia tuvo dos años de desfallecimientos, y en 2011 terminó ganando.
Hoy nos interesan las peores. Las de odio. Aquellas en las que un ciclista, por más que lo intente, no consigue rendir como debería. Este es el caso de Rein Taaramäe. El estonio del Cofidis, después de un primer bloque de la temporada aciago y lleno de lesiones y caídas, llegaba con un buen punto de forma en el Tour de Francia.
Pero los Alpes odian al bueno de Rein. El año pasado, el líder del Cofidis peleaba por el maillot blanco del mejor joven. Todo iba bien y el corredor iba camino del entorchado… hasta que llegó el Galibier. En el coloso alpino Taaramäe cascó por completo, y un Pierre Rolland se acercó peligrosamente. Al día siguiente, Alpe D’Huez dictó sentencia a favor del galo, que además ganó la etapa. Apenas fueron 46 segundos, pero los Alpes acabaron con las aspiraciones de la joven promesa estonia.
Este Tour 2012 era la última oportunidad de conseguirlo. Y parecía ir camino de ello. En la Planche de Belles Filles, el primer día de exhibición de Sky, Rein consiguió aguantar todo el puerto hasta el último kilómetro con el grupo de Wiggins y dar un fuerte golpe a su favor en la clasificación de jóvenes. 25 años, en el Tour 2013 ya no podrá aspirar a ella. Además de ser el objetivo central del equipo, como reconocieron sus compañeros antes de la ronda gala. Proteger a Taaramäe, que aspira al top 10 y el maillot blanco.
La primer a gran contrarreloj también fue buena. Dentro de lo previsto, el estonio cedió un poco con Van Garderen pero mantuvo el tipo… y llegaron los Alpes. Otra vez la maldita cadena montañosa. Solo que con una diferencia: si en 2011 hubo que esperar a la tercera semana, esta vez las etapas alpinas han caído justo en mitad del Tour. Y Rein ya está eliminado. En la Croix de Fer, mientras Cadel Evans hacía su “ataque”, Taaramäe veía alejarse al pelotón comandado por los Sky. El resultado es desastroso, cuanto menos. Se dejó 25 minutos y medio apellido en la cima de la Toussuire. Ahora se encuentra a 23 de Van Garderen, líder de los jóvenes, y sin opción de alcanzar sus aspiraciones. Y faltan nueve días de carrera.
Una vez más, los Alpes no han tenido piedad con un corredor al que, por otra parte, se le dan mejor otras latitudes. La Vuelta a España, por ejemplo. Aunque este año no será fácil brillar con tanto gallo junto. Rein Taaramäe aún tiene margen de progresión. Pero el sueño de ver París desde el podio vestido de blanco se ha esfumado para siempre.