Hay relatos cuyo final sabemos que acabará bien antes incluso de comenzar a leer una palabra. La historia de Thibaut Pinot (Mèlisey, 1990) comenzó para el gran público un sábado 30 de junio de 2012 en Lieja. Podría titularse `El muchacho que no iba a venir´. El hecho relevante aquel día no era otro que el inicio del Tour de Francia, y las primeras pedaladas discurrían para más inri sobre el asfalto de Lieja, territorio fetiche para todo amante de la bici. Aquella tarde Thibaut era noticia por tratarse del corredor más joven en liza, 22 años y un mes y unos pocos días. Una semana le bastó para comenzar a forjar su leyenda. ¡Qué bueno que viniste muchacho!

Por las venas de Thibaut Pinot circula ciclismo. Su padre fue un modesto corredor a nivel regional en Francia, en palabras del propio Thibaut, el gran artífice de su pasión por la bicicleta. Su hermano mayor Julián llegó a estar cerca de ser profesional de no haber sido por un grave problema de salud. Entre ambos, padre y hermano mayor, han monitorizado la carrera de Thibaut, vigilado su condición física durante las primeras etapas de su desarrollo. No pasa por alto su figura, 1,80 de estatura, un ciclista fuerte y de espalda ancha pese a su cintura estrecha. Un escalador atípico que trae a la memoria en cierta medida el recuerdo de la versión más fina del ‘Chava’ Jiménez.

En sus dos primeros años como juvenil cosechó 12 victorias, además de numerosos puestos de honor en diversas pruebas de renombre en la categoría. Sin embargo, es 2009 el año de su despegue definitivo, el que lo eleva a la condición de promesa mundial. En esta categoría Élite consigue 5 victorias, a destacar una etapa en Tour de Saboya y la general en el prestigioso Giro del Valle Aosta, convirtiéndose de paso en el más joven en conseguirlo. Tras este hito un empleado de la estructura de Marc Madiot logra convencerlo para ser de la partida en 2010 con FDJ, otro nombre más que añadir a la talentosa fábrica Madiot.

Desde ese momento el celo con la preparación de Thibaut Pinot ha sido especial, prueba de ello es que no ha disputado otra gran vuelta por etapas hasta este Tour, en el que por cierto no iba a ser de la partida originalmente. En su primer año como profesional disputó hasta 5 carreras del World Tour consiguiendo el maillot de la montaña en Romandía. 2011 supone su confirmación en la élite, con 5 victorias y una notable actuación en Dauphiné. Todo apuntaba a que sería 2012 el año de su asalto a una GT y pese a que Madiot prefería que fuese en la Vuelta, la baja de Jeanesson y su buen hacer en Suiza le abría las puertas del equipo para el Tour. El año no comenzó bien, lo contó en abril, pero lo ocurrido estos últimos días cambia las cosas muchísimo.

Porrentuy asistió en pie a la gloriosa cabalgada del corredor más joven del Tour, capaz de superar por fuerza a todos sus compañeros de escapada y después de aguantar a los favoritos relevando a bloque. Esa victoria suponía además la primera para el ciclismo francés y, de paso, conseguir arrebatar el récord de precocidad a Peter Sagan en la presente edición. Sin calificativos. Mientras Francia reinventa la figura de supercampeón de la que adolecen desde hace tanto tiempo, Thibaut Pinot libera presión afirmando querer vivir los días. Su condición física es óptima y ha demostrado recuperar bien los esfuerzos terminando fortísimo en las dos etapas de los Alpes –segundo en La Toussuire-. Su ilusión y su desparpajo además pueden desembocar en la consecución de un Maillot Blanco que cada día está más cerca. Sería el final feliz completo para un ciclista que apunta a leyenda y que en cualquiera de los casos está firmando un debut memorable.

Pinot celebra su gran triunfo. © AFP Photo