Konichi wa!!
Os saludo de nuevo desde Kakegawa, en la prefectura de Shizouka donde estoy pasando estas dos semanas, ya que este último fin de semana no teníamos ninguna carrera en el calendario. Una de las cosas negativas del calendario japoneses es que está muy disperso. Ahora tenemos un mes prácticamente en blanco. Estamos buscando a ver si hay alguna carrera pequeña o critérium o algo, por lo menos para no perder la chispa de las carreras.
Lo positivo de estar en Kakegawa es que en 5 minutos ya estoy en carretera abierta, sin semáforos y poco tráfico. Comparado con Tokyo, menuda maravilla. Lo negativo es que me toca entrenar solo. Cierto es que por una parte lo agradezco, porque parecía que había un complot en contra del español para reventarle entrenando todos los días. Daba igual el que saliese conmigo, me llevaba a muerte. O eso o yo ando muy poco, que también puede ser. Pero vamos que me llevaba cada mosqueo. El otro día después de la carrera de Hiroshima (y sus 7 horas de coche) digo, bueno soltar, 2h, coca-cola, paseo. Soy un iluso. Solo se cumplió lo de las 2h. Eso si a 32,2 km/h y 900 metros de ascenso. Pensaba que me tomaban el pelo.
Así que durante estos 10 días he estado en plan explorador por las montañas del Japón. Y he llegado a varias conclusiones. Primera y muy importante, lleva siempre un piñón grande atrás superior a un 25. Fijaros lo que os digo. Que con el 25 te quedas corto. Y es que aquí de repente de la nada te aparecen rampas de dobles dígitos o te encuentras kilómetros enteros al 14 o 15 %. Llevo un 28 y estoy muy feliz con él. Segunda cosa, calma. Mucha calma a la hora de afrontar un puerto y más si es como en mi caso, que no lo conoces. El viernes vi una carretera y dije, bueno vamos a probar que parece que es una buena subida. Pues sí, sí que era una buena subida; 6,5 km a una media del 13%, y llegué a ver hasta el 24% de desnivel en alguna rampa. Impresionante. Este ha sido el más salvaje que he subido, pero hay muchos, no tan duros, pero sí subidas de 4 o 5 km con medias alrededor del 10%.
Un problema que tiene aquí la montaña japonesa es que la mayoría son carreteras muy estrechas y con un tráfico prácticamente nulo. Esto no sería problema si no hubiese ramitas, musgos, piedras y demás obstáculos para bajar, lo que hace que haya que descender con muchísima prudencia. Que además como te caigas no te encuentra ni Sherlock Holmes (por no hablar que como te tengan que rescatar lo pagas tú; equipo de rescate, ambulancia, médico… ¿o acaso lo dudabais? Mentalidad japonesa).
Comentando un poco de todo, es la primera vez desde que tengo memoria que no veo el Tour de Francia. Desde que dejaba a mi abuela sin la novela para poner a sus amigos (así llamaba a Perico y a Pedro González, y ahora Carlos de Andrés). Y se echa de menos. Parece una tontería pero no lo es. Por cierto que el otro día estuve en la playa con la comunidad brasileña de Hamamatsu. Hicieron una fiesta a la que fui invitado para pasar un rato en la playa. Y está claro que a los japoneses no les gusta la playa. Y es que allí solo estábamos brasileños (o mestizos japonés-brasileiro), peruanos y una familia rusa (abuela, madre y tres hijas) que acabaron más coloradas que un cangrejo. Es impactante ver playas grandísimas vacías. Y por supuesto olvídense de chiringuitos y demás. Como no te lleves la bebida y la comida de casa mueres de golpe de calor.
Este fin de semana carrera en Ishikawa, prefectura de Fukushima. Circuito duro como no podía ser de otra manera. Las sensaciones entrenando son mejores que para Hiroshima, a ver si es verdad. La próxima vez que os escriba será desde otro país. Pero tendréis que esperar un poco para descubrirlo. Matane.