No estaba siendo un buen año para él. Y es que si hay un tipo de ciclista que esté especialmente necesitado de victorias, es el velocista. El que tiene que rematar el trabajo de todo un equipo en la línea de meta. Ser o no ser depende de un arranque que puede durar apenas 20 segundos.

Pero Juanjo Lobato ha logrado sobreponerse a sus fantasmas. El Lobo de Trebujena (Cádiz) es ahora el último ciclista profesional español en lograr un triunfo. Un honor momentáneo, porque esperemos que el próximo llegue pronto. Pero su victoria en la quinta etapa del Tour de Quinghai le sirve para alejar los miedos y las malas sensaciones tras siete meses sin levantar los brazos.

Y es que 2012 era el año en el que debía explotar. A punto de cumplir 24, es un velocista joven, con un sprint muy progresivo y capacidad para buscarse la vida él solo. Pero tras un inicio de año fulgurante en Chile –donde ganó dos etapas viniendo de las vacaciones-, le llegó el infortunio en forma de caída. Fue en la Vuelta a Andalucía, una etapa que llegaba a Córdoba. Su gran rival: Óscar Freire, con quien muchos le comparan. Era el momento de verlos en acción. El veterano que se marcha y el joven que viene a ocupar su lugar. Pero en la llegada masiva el gaditano se fue al suelo y comenzó una etapa de oscuridad que duró varios meses.

El golpe fue duro contra el asfalto, pero sobre todo anímicamente. Su equipo, el Andalucía, fue invitado para el Presidential Tour of Turkey en abril. Buen momento para que Lobato se probase en una carrera que siempre tiene en liza a un gran ramillete de llegadores. Pero no lo hizo. Entró dos veces entre los 20 primeros. Lejos de lo que se espera de él, porque tiene calidad para ponerles las cosas difíciles a los más rápidos del pelotón.

Le costaba apurar espacios, encontrar los huecos. Ese arte que en un sprint da casi más triunfos que la propia velocidad de las piernas. “He cogido miedo”, admitió en su momento. Incluso comenzó a visitar al psicólogo para superar pronto el bache. Sus directores y compañeros –especialmente José Luis Cano, el otro hombre rápido del equipo- le arroparon y estuvieron con él en esos momentos difíciles. Pero el alimento del sprinter se resistía a llegar.

Pero el Lobo dio señales de recuperación. En la Route du Sud volvió a entrar en una llegada. Su compañero Cano le hizo el trabajo de colocación y Juan José estuvo a punto de rematar. Al final terminó siendo tercero. Algo había cambiado. Volvía ese golpe de pedal, ese empuje y esa casta que define a uno de los sprinters más prometedores de España.

Hasta que en China, otra vez un país exótico en los que tan bien se desenvuelve este Andalucía global, vino por fin el triunfo. Con todo, es el tercero este año tras los dos de Chile. Lobato fue el primer español en ganar en 2012 y Lobato es, por ahora, el último. Se cierra el círculo y se abre la veda. El Lobo de Trebujena, ahora sí, está listo para volver a cazar.

Victor Martín