Hace escasamente dos semanas el tuiterío ciclista se hacía eco de una noticia, que no por no-inesperada dejaba de ser dolorosa: tras diecinueve años como profesional George Hincapie se retirará a final de temporada.
Cuando el 30 de junio Liège (un día después de su 39º cumpleaños) albergue la salida del Tour de France 2012 habrán sido diecisiete años seguidos los que este neoyorquino de Queens habrá disputado el Tour, que junto a Paris-Roubaix, será la carrera que siempre acompañará el nombre de George Hincapie. Líder camino del Velódromo, gregario camino del Arco del Triunfo, una historia similar a la de nuestro apreciado Juan Antonio Flecha, aunque con una diferencia sustancial. Si bien ambos se han quedado siempre a las puertas del triunfo en Roubaix, el estadounidense puede decir que junto a él tres corredores han llegado de amarillo a París. Lance Armstrong (1999-2005), Alberto Contador (2007) y Cadel Evans (2011) tuvieron en él el apoyo inquebrantable deportivo y personal que todo campeón necesita.
Aunque más allá de su faceta de cómo gregario reconvertida en los últimos años como capitán de ruta, lo cierto es que el bueno de George también ha saboreado la gloria en le Grand Bouclé más allá de tres etapas contrarreloj por equipos. Fue el 17 de julio de 2005, en la 15ª etapa del Tour, un etapón de montaña en el que Armstrong debía contener a Basso para hacer buenos los tres minutos de ventaja con los que llegaba a los Pirineos. En la última ascensión de la jornada, en Saint-Lary Soulan, mientras Armstrong y Basso luchaban por la general él batía a Óscar Pereiro en meta y conseguía diez años después de su debut en el Tour la gran victoria de su carrera. El deporte y el ciclismo tienen estos gestos románticos, casi de justicia poética, que tan pocas veces ocurren pero que tanto alegran al aficionado.
Lance ganó el Tour, su séptimo Tour, siempre con George en el equipo, y abandonó el ciclismo. Raro era ver a Hincapie siendo una de las piezas clave del todopoderoso US Postal/Discovery Channel de principios de siglo que conseguía dominar a su antojo la carrera en la montaña componiendo en muchas ocasiones la mitad del grupo de favoritos, pero sí ese ciclista necesario que todo equipo necesita para poder triunfar.
Armstrong ya no estaba pero él se quedó junto a Bruyneel y el año de impás que tenía que suponer 2006 acabó con un buen sabor de boca gracias al maillot amarillo que consiguió vestir en la segunda etapa. Fue otra alegría para un ciclista que al año siguiente tras el affair Rasmussen vio a otro compañero suyo ganando el Tour de Francia. Alberto Contador subía a lo más alto del podio en París… con Levi Leipheimer a su izquierda en tercera posición.
Pero todo acaba y aquel 2007 también lo hizo su relación con Bruyneel y la temporada siguiente puso rumbo al Team HighRoad donde le esperaba otro reto apasionante: ayudar a Mark Cavendish a convertirse en el mejor sprinter del mundo. Y vaya si lo hizo. En 2008 the Manx Express logró cuatro victorias en su debut en la carrera francesa y en 2009 consiguió seis… si hoy Cavendish lleva ya 20 y tiene a Merckx con 34 en el punto de mira, habrá que dar también a Hincapie su parte de mérito. También tuvo aquel año su opción de gloria en una escapada camino de Besançon, era el mejor en la general de una fuga numerosa y el Team Colmbia – HTC hizo lo imposible por frenar el pelotón para que George se vistiese de amarillo; incluso Cav’s frenó el sprint para arañar segundos con final desastroso. Hincapie se quedaba sin amarillo y el británico sin puntos para el verde.
Pero aquella exitosa relación duró poco y el estadounidense hizo de nuevo las maletas. Todo parecía que su destino sería el recién nacido RadioShack y volvería otra vez junto a Johan Bruyneel, pero saltó la sorpresa cuando decidió emprender una nueva aventura en otro equipo de nueva creación y de más dudoso futuro, el BMC Racing Team. La primera temporada del equipo fue para olvidar excepto contados fogonazos como la Flecha Valona o el de Montalcino en los Hincapie no fue ni tan siquiera actor secundario. Pero antes de que las dudas se instalasen, la casa de bicicletas, con una importante inyección de dinero las despejaba.
Se llegaba al Tour’11 y allí ya conocemos la historia. Como en las ocho ocasiones anteriores Hincapie tampoco tuvo influencia directa en la victoria del nuevo Cadel Evans pero a nadie se le escapa que él era uno de los que entró flanqueándole en meta de los Campos Elíseos y que para él fue el primer abrazo del ganador del Tour de Francia.