Cansado mentalmente. Así se confesaba Alejandro Valverde cuando terminó su primer pico de forma de la temporada en las clásicas de las Ardenas. Carreras en las que tuvo una actuación más bien discreta, siendo benévolos. Pero ya está recuperado. Cerró la primera parte de la campaña 2012 con cuatro victorias. Ahora vuelve para afrontar el segundo tramo con el objetivo del Tour, donde aspira al podio pero firmaría un top 5 con etapa incluida.

Pero, precisamente cuando todos los gallos del corral han elegido el Dauphiné para preparar la Grande Boùcle (Evans, Nibali, Wiggins, Samuel), el murciano ha preferido irse un poco más al norte: a Suiza. ¿Por qué? Pues vamos a verlo.

Primero hay que tener en cuenta que Alejandro ya lleva acumulados 30 días de competición (Down Under, Andalucía, Niza, las exigentes Ardenas, etc), por lo que digamos que vuelve a empezar de cero y el Tour está a tres semanas. En ese sentido, el recorrido de Suiza le viene mejor a sus características. El Dauphiné es como un Tour en miniatura, y más este año. Además, hace sólo una semana que el crack murciano bajó de Sierra Nevada, donde estuvo concentrado en altura.

El recorrido suizo es más quebradizo en sus etapas “llanas”. En casi todas las jornadas hay emboscadas, así como tres finales en alto y una contrarreloj no-muy-larga. Veamos con un poco más de detalle.

En cuanto a los días importantes, la prólogo de 7,3 kilómetros en Lugano no ofrecerá grandes cosas. Al día siguiente, el final de Verbier ha sido catalogado como HC, aunque no pasa de ser un Primera… y justito. Igual que en Dauphiné, la dureza suiza se concentra al final: contrarreloj de 35 kilómetros en la séptima etapa. Una disciplina en la que Alejandro deberá afinar mucho si quiere optar a algo serio de verdad en este Tour. Y, por último, los dos finales en alto de Arosa (otro HC sobrevalorado, creo), y la etapa final que, con 216 kilómetros, llega a Sörenberg (2ª) tras pasar por el encadenado de Glaubenbielen y Glaubenberg (ambos HC pero especialmente duro el último, de 15 kilómetros al 8% de media). Un recorrido que, en general, se adapta muy bien a las características de Valverde.

Valverde Movistar Team

Se da la circunstancia de que es la primera vez que corre en Suiza para preparar el Tour. Con el corral de gallos que hay en Dauphiné, se le presenta una oportunidad inmejorable de llevarse una general del World Tour este año. Para ello cuenta con un equipo de su entera confianza: José Joaquín Rojas, Alberto Faria, Jesús Herrada, Konovalovas, Karpets, Iván Gutiérrez y Marzio Bruseghin.

Aunque, dicho así, todo parece demasiado bonito. Pero Valverde no correrá solo, ni la Vuelta a Suiza será para él un camino de rosas. Delante tendrá rivales de gran talla y sobre todo un equipo que aspira a controlar la carrera: Rabobank. Los holandeses vienen con todo su núcleo duro. Robert Gesink que volverá a intentar hacer algo en el Tour y sigue cumpliendo años sin lograrlo. Junto a él, Kruijswijk y Bauke Mollema como escuderos de lujo… o alternativas. O Levi Leipheimer, casi cuarentón ya, que ha pasado una primera mitad de año extraña, sobre todo tras el atropello sufrido en abril. Aunque cuenta con una etapa y la general del Tour de San Luis. Habrá que ver también cómo rinde un Simon Spilak que en París-Niza funcionó de maravilla. Y por qué no pensar en Peter Sagan como un posible aspirante a la general. El Bicho ya demostró en Tirreno que puede pasar con los grandes cualquier terreno.

Será un camino difícil, pero una vez estabilizado tras todo el revuelo de su regreso, recuperada la rutina de los picos de forma y superado el primer tramo de agotamiento de la temporada, Valverde está ahora más preparado para afrontar un nuevo reto con garantías: llegar al Tour de Francia con el zurrón (más) lleno de triunfos.

Victor Martín