Década de los 80. El ciclismo soviético se imponía a la cantera italiana. La disciplina del entrenamiento de los ciclistas de las repúblicas socialistas no encontraba rival. El triunfo de Serguei Voronin en 1981 marcó la senda al resto. Vladimir Volochin, Piotr Ugrumov, Serguei Uslamine, Alexander Krasnov, Dmitri Konyshev y Andrei Teteriouk le siguieron la estela. Años de dominio. El triplete conquistado en 1988 por Konyshev, Pulnikov y Ugrumov fue el mejor ejemplo de ello. Los italianos encabezados por Gianni Bugno no pudieron hacer nada ante tal poderío.

Mientras una generación aguantaba sus últimos grandes años, otra esplendida camada de escaladores venía pisando fuerte desde el calendario amateur. Los Marco Giovannetti o Franco Chioccioli podían ceder el testigo sin preocupación alguna. La mejor generación de escaladores azzurros estaba por llegar. Su carácter ofensivo, sus disputas y luchas marcaron su trayectoria amateur. Demasiados gallos para tan poco corral. Dos escenarios fueron los lugares más intensos de lucha. El Giro Ciclistico d’Italia y el Giro della Valle d’Aosta Mont Blanc. Las máximas competiciones del calendario amateur reflejan la oportunidad de sellar el paso a profesionales. La victoria, tan cara y disputada, podía valer un contrato profesional. Ambas eran las citas señaladas, ambas eran el lugar donde unos y otros se enfrentarían por la victoria.

Pese a la todavía emergente cantera soviética y la continua llegada de ciclistas sudamericanos la nueva generación azzurra se impuso de una manera incontestable. Con sólo enumerar sus nombres uno se da cuenta del talento y calidad que se sumó en apenas dos años de diferencia. Iván Gotti, Francesco Casagrande, Wladimir Belli, Marco Pantani, Gilberto Simoni, Leonardo Piepoli , Giuseppe Guerini, Andrea Noé o Davide Rebellin devolvieron la supremacía al ciclismo transalpino. Características similares. Todos andaban cuesta arriba. Algunos más regulares otros más explosivos; unos centrados en vueltas, otros en carreras de un día. Todos poseían unas cualidades para brillar en profesionales como quedó más adelante demostrado.

La rivalidad en amateurs pasó con creces a profesionales / Foto © AFP

El GiroBio fue testigo de sus luchas. Consecutivamente Wladimir Belli, Francesco Casagrande, Marco Pantani, Gilberto Simoni y Leonardo Piepoli conquistaron el Baby Giro. Futuros ganadores del Giro de Italia o el Tour de Francia conseguían la victoria antes de su paso a profesionales. La rivalidad hizo más grande si cabe sus triunfos. A su vez, Aosta fue testigo también de sus triunfos. Iván Gotti, quien fue segundo en el GiroBio de 1990, conquistó la victoria en dos ocasiones -1989 y 1990-. Le sucedieron Wladimir Belli y Gilberto Simoni.

Tras el paso a profesionales los primeros años ya se pudo comprobar su potencial. Wladimir Belli o Ivan Gotti fueron segundos en la clasificación de jóvenes del Giro de Italia sólo superados por Pavel Tonkov. Marco Pantani, tras superar una lesión que trastocó sus dos primeros años de pro, conquistó sendas victorias de etapa en el Giro de Italia y fue el maillot blanco del Tour de Francia. Ejemplos de algunos logros de la generación en sus primeros años en el pelotón. Más pronto, más tarde, cada uno de ellos protagonizó una destacada actuación como profesionales. El GiroBio fue testigo de una lucha que se elevó al campo profesional.