¡Hola de nuevo!

Ya estoy en casa recuperándome de la Vuelta a Navarra, ¡finalmente ha salido mucho mejor de lo que yo esperaba! La verdad es que el cuerpo al final es sabio, hay veces que no te deja apretar el acelerador para no hacerte más daño…En cuanto me recuperé de la gastroenteritis todo empezó a ir mejor y empecé a recuperar las sensaciones que había estado buscando tras un mes de entrenamientos muy exigentes. He acabado muy satisfecho, siguiendo los consejos de gente que sabe más que yo y que me insistían en que confiase en mí que el trabajo estaba hecho y que sólo había que esperar y recoger los frutos…¡y así fue!

Como os dije llegué con muchas dudas e incluso con miedo a no acabar la vuelta y hacer el ridículo porque las sensaciones de los días anteriores fueron horribles. Y eso en los días que pude coger la bici porque estuve varios días sin tocarla en casa, tirándome de los pelos mientras veía que se acercaba la Vuelta, uno de mis principales objetivos. Pero pude darle la vuelta al cuerpo a la mitad de la carrera y a partir de ahí las cosas fueron cada vez mejor.

El primer día sufrí mucho y desde el primer kilómetro no pude pasar de las últimas posiciones. Una sensación de impotencia debido a todo lo que os he contado antes. Llegó el puerto de Urbasa de primera categoría donde no me quedé de puro milagro. De hecho fui el último que entró en el pelotón después de la bajada. A partir de ahí me encontré algo mejor y pude echar una mano a los compañeros saliendo a los cortes que se hacían pero la gasolina me duró muy poco, iba con el depósito casi vacío merced a lo poco que había podido comer en los últimos días. A punto de bajar de los 70kg cuando normalmente estoy en 74. Así que con llegar a meta en el grupo principal me dí con un canto en los dientes.

Foto (c) Jose Antonio del Barrio

El segundo día preveía más de lo mismo y así fue, todo el día a base de bidones de sales intentando reponer los líquidos perdidos, el pulso muy muy alto llegando a meta con 171ppm medias y una sensación de ahogo constante provocada por el intenso calor y las alergias de esta época del año que nos afectan a muchos ciclistas. Salí de nuevo con el objetivo de ayudar al equipo, tapar huecos y salvar el día sufriendo lo menos posible y de nuevo costó mucho. Pero pude hacerlo y noté cierta mejoría en mis piernas aunque aún seguían “dormidas” y apenas podía apretar el acelerador, por lo que lo que es dolor, casi no llegué a sentir…unas sensaciones muy raras.

Pero no me di por vencido y ante esa mínima mejoría salí en la tercera etapa con otra mentalidad distinta. Analizando como había ido la vuelta pensé que ese día sería clave porque íbamos hacia el norte y entrábamos en “territorio comanche” y seguramente los belgas del Davo-Lotto, filial del equipo Pro Tour, tratarían de mover la carrera desde lejos para aprovechar su superioridad numérica porque aunque salimos todos con siete corredores, sinceramente creo que cualquiera de ellos podría ganar la general. Todos tienen un nivel parecido y además tienen una forma de correr muy profesional y que seguro lleva muchos años de trabajo detrás. Creo que en ese aspecto nos llevan años de ventaja como os contaré en el siguiente post mañana mismo que ahora tengo que seguir con el proyecto..

¡Un saludo a todos!