Thor Hushovd, su título de campeón mundial conseguido en Geelong le ha aupado a entrar en nuestro ranking. El noruego, pese a haber conseguido únicamente cuatro triunfos, ha dado muestras de un notable crecimiento como ciclista a sus 32 años. La gran virtud del vikingo, en especial durante su paso por el equipo Cervélo, ha sido la de saber transformarse. El año pasado se hizo con su primer podio en la París-Roubaix y el maillot verde del Tour por delante de Mark Cavendish pese a ganar sólo la etapa de Barcelona con final en Montjuïc ¿Cómo? Simplemente analizándose como corredor, marcándose retos y consiguiéndolos.
Este año 2010 el proceso de transformación ha seguido su curso. Hushovd ya está a años luz de aquel sprinter que era en sus tiempos de Crédit Agricole. Esto es debido a dos factores, el primero de ellos es su evolución natural como ciclista, superada la treintena su punta de velocidad ha menguado bastante pero sin embargo ha ganado en cuanto a resistencia y fondo; el segundo de estos factores es probablemente el que más ha contribuido a que podamos conocer a este nuevo Hushovd, ya su cada vez mayor presencia en las clásicas de piedras han dotado al noruego de una visión de carrera y una rocosidad que no tenía años atrás.
Con todo este cóctel empezaba la temporada. El calendario de este año estaba muy bien definido con tres grandes citas: París-Roubaix, Tour de Francia -con la etapa con final en Arenberg en el pensamiento- y Mundial.
El primer bloque, el de las clásicas, tenía la París-Roubaix como punto álgido, por lo que llegó aún corto de forma al incio de la primavera ciclista, a la Milán-San Remo. Pese a llegar en el grupo que disputó la victoria, no pudo luchar por el triunfo y tuvo que conformarse con un meritorio sexto puesto. En el Tour de Flandes pasó más que desapercibido. Pero poco importaba si al final se acababa un buen resultado. Y poco importó, pues consiguió la segunda plaza en la París-Roubaix sólo por detrás de Cancellara. Una temporada de clásicas sin victorias pero con muy buen sabor de boca.
- foto: bicycle.net
Tras un descanso, el segundo bloque era el del Tour de Francia y su preparación. Discreto en Suiza, una semana más tarde se convirtió en campeón noruego por segunda vez en su carrera. Llegó el Tour, y en Rotterdam se hizo con la tercera posición en el prólogo, mientras que dos días más tarde llegaría el día que Thor más esperaba, la etapa del pavé. Un Cancellara contenido seleccionó la carrera y trabajó para Andy Schleck, mientras que Hushovd, con plena libertad se aferró al grupo y se impuso en la llegada a las puertas del bosque de Arenberg. Pese a no revalidar el maillot vert había cerrado un Tour de Francia más que satisfactorio.
- foto: velonation.com
El tercer bloque era el del Mundial, que preparó en el mejor escenario posible, en la Vuelta, donde volvió a pescar llegando a Murcia en una etapa para passistas. Y dos semanas más tarde, el Mundial. Un Mundial que lejos de ser tan duro como el de 2009 en Mendrisio o tan suave como el de 2011 en Copenhague, reunía las características ideales para un Hushovd que llegó absolutamente como tapado y sin equipo. Con Gilbert y Pozzato como grandes favoritos, mantuvo la calma en todo momento y acabó llegando en el grupo cabecero al final para hacerse con el maillot arcobaleno.
- foto: cervelo.com
Ahora, tras la fusión Garmin-Cervélo, encara la próxima temporada en un equipo con enorme potencial en clásicas, y ya ha anunciado que la mejor forma de honrar el recién estrenado arcoiris es lograr el sueño de vencer la París-Roubaix. Analizar, elegir, vencer. Thor ya sabe cómo funciona.
Xavier Andrés