Llegó hace una semana a la línea de salida del Giro sin hacer ruido. Silencioso. Como jefe de filas de un equipo que, hasta hoy, se iba a ocupar de que Tyler Farrar intentase llevarse a casa una de las etapas al sprint. Sin embargo, Ryder Hesjedal está ante su gran oportunidad para llevarse una gran vuelta.
Primero por edad. Porque a punto de cumplir los 32 años, las oportunidades no es que abunden. Y en segundo lugar, porque en este Giro faltan muchos cabezas de cartel que están varios escalones por encima de Ryder: Contador, Andy, Evans, Nibali, etcétera. El Tour será otra historia, y la Vuelta a España se antoja demasiado dura para sus condiciones. Además de que Alberto Contador estará seguro en la línea de salida de Pamplona, lo que quita opciones prácticamente a cualquiera.
La cuestión es que, en las quinielas y apuestas previas a la corsa rosa Hesjedal aparece como un ciclista de tercera fila. En concreto, es el favorito número 12 entre los apostantes. Por detrás incluso de su compañero Vandevelde. O sea, que se cuenta poco con él, y menos aún tras las dudas ofrecidas en el Tour de Romandía.
Y, en cambio, ahí está. Tras la CRE en la que el Garmin-Barracuda salió vencedor, el canadiense se ha convertido en el hombre fuerte mejor colocado de toda la carrera. El siguiente es nuestro Joaquim Rodríguez a 19 segundos, Basso está a 37 y Scarponi a 1’11”. Sin embargo, él sigue en su sitio. En la sombra. En ese segundo plano donde tan bien se desenvuelve y desde el cual se han dado muchas sorpresas en la historia de las GT.
Lo más interesante de todo es que, sin haber aparecido, hay razones para pensar que Ryder va bien. Que funciona. Ha superado con éxito el primer día de un fin de semana que se va a caracterizar por no decidir la carrera, pero al mismo tiempo eliminará a quienes no estén en condiciones. Aunque, ¿alguien lo ha visto? ¿Se ha asomado a la cabeza del pelotón en algún momento? Pues no. Cada vez que se afrontaba uno de los innumerables muros y ‘puertecitos’ del día, había que mirar muy hacia atrás en las imágenes aéreas para ver a Hesjedal. Pero allí estaba. Mientras Scarponi, Basso o Rujano asomaban la cabeza en las primeras unidades, el canadiense los seguía desde atrás, pero sin perder comba.
El caso es que, mientras Rubiano (Androni) se exhibía camino de Porto Sant’ElPidio, el pelotón viajaba a velocidad crucero tirado por el Liquigas a veces, Farnese en otros tramos. Fue entonces cuando Garmin puso a dos hombres a trabajar y las distancias se redujeron pronto. Esa fue la única señal que dio Hesjedal de que, efectivamente, no ha venido a Italia de paseo. Finalmente acabó en el lugar 16, con el grupo de 90 en el que llegaron todos los favoritos.
Pero el próximo asalto no será tan sencillo. La llegada en alto de Rocca di Cambio es terreno propicio para que algún Rujano de la vida decida darle gracia a la carrera y lance un ataque desde relativamente lejos. Luego vendrá la larga y también compleja jornada de Lago Laceno. No obstante, también es este un terreno en el que Hesjedal se defiende extraordinariamente bien. Y tiene equipo con Vandevelde y un centrado –de momento al menos- Dekker a su alrededor. Lo que de verdad debe preocupar al canadiense son los otros puertos. Las alturas. La verdadera dureza que se encontrarán todos en los Dolomitas. Ese Passo Stelvio que parece no tener fin. Esos colosos en los que él termina flaqueando y otros como Basso, Scarponi, Rujano, Kreuziger o el mismo ‘Purito’ se encuentran cómodos.
Para eso todavía falta mucho. Mientras tanto, Hesjedal sigue ahí. Tapado. Silencioso. Tranquilo. Pero con un objetivo entre ceja y ceja. Nunca tuvo tan franca la oportunidad de conseguirlo. Y este fin de semana veremos si de verdad está entre los favoritos o si, por el contrario, los expertos que ganan dinero con los resultados deportivos han acertado. Nadie es infalible.