Cuando el 30 de Mayo el Giro de Italia finalizaba en la Piazza Bra de Verona, la carrera de Gilberto Simoni puso punto y final. El del Trentino colgaba la bicicleta a sus 38 años tras 17 temporadas en el campo profesional. Con su retirada se fue un caballero, un ciclista que sedujo a los tifossi y se convirtió en uno de los mejores ciclistas transalpinos de la última década.
No sabemos si realmente se encandiló por el ciclismo siguiendo su carrera favorita, el Giro de Italia, por televisión, o ser familia de Francesco Moser ayudó a tomar la decisión. A los 14 años compitió por primera vez, cosechando numerosos triunfos hasta su etapa de amateur, donde protagonizó muchos duelos con la otra gran promesa italiana, Marco Pantani. Fue la temporada de 1993 la que le valió para dar el salto a profesional tras ganar el Giro de Italia, el Campeonato de Italia y el Giro del Friuli para aficionados.
Fue el equipo Jolly Componibili – Cage quien le dio la oportunidad en una temporada que se le hizo dura tras la muerte de su padre y su hermano por cáncer, además de padecer una inflamación continua de amígdalas de la que finalmente sería operado a finales de 1995. Por aquel entonces corría en el conjunto del Aki-Gipiemme en el que comenzaba a despuntar tras cosechar sendos terceros puestos en dos etapas de la Vuelta a Suiza y en la etapa de Il Ciocco en el Giro de Italia, llegando a debutar en el Tour de Francia.
Tras su operación, la temporada de 1996 la pasó recuperándose de la enfermedad, volviendo al ciclismo de la mano del MG Maglificio – Technogym de Giancarlo Ferreti. Allí coincidió con los Baldato, Bartoli, Bettini o Bertolini. Un gran plantel para encauzar su trayectoria profesional. Y como no hay nada como ganar en casa, Gibo estrenó su palmarés venciendo en la etapa del Giro del Trentino con final en Arco, pero de nuevo el infortunio le llevó a retirarse del Giro de Italia cuando ocupaba la séptima posición tras fracturarse la escápula en una caída.
En 1998 fichó por el Cantina Tollo-Alexia Alluminio, consiguiendo como único resultado destacado el segundo puesto en el GP Brissago tras su compañero de equipo Luca Mazzanti. La falta de sensaciones y resultados le llevó a una retirada breve del ciclismo para convertirse en mecánico de bicicletas. Simoni veía como mientras su carrera no daba el salto definitivo, Marco Pantani por aquel entonces cosechaba sendos podios en el Giro y Tour de Francia y se encontraba en el año de su doblete en el Giro y Tour. Volvió en 1999 de la mano del conjunto Ballan-Alessio, y como reza el dicho “lo que no te mata te hace más fuerte” regresó mentalmente preparado para conseguir su sueño, un sueño en el que él sólo creía, vencer el Giro de Italia. Tras preparar con mimo la cita por excelencia para el ciclista italiano, llegaba en plenitud de condiciones después de finalizar segundo en su Giro del Trentino tras Paolo Salvodelli y superando a El Pirata. Se presentaba el Giro donde de nuevo se presenció una nueva exhibición de Pantani tras llevarse cuatro etapas y que, tras la finalización de la 20ª etapa en Madonna di Campligio donde se anotó el triunfo, fue expulsado por una alta tasa de hematocrito en la sangre. Gibo se alzó al tercer escalón del podio de Milán a un solo segundo de Salvodelli en una ronda que se adjudicó Ivan Gotti. Aprovechó la forma del Giro para disputar el Tour de Suiza donde se anotó una victoria de etapa y finalizó tercero en la general. A sus 28 años fue la temporada de confirmación, mientras, que a su vez, veía como caía la carrera de Pantani.
La entrada en la década del 2000 la hacía con los colores de un nuevo equipo, el Lampre-Daikin, su sexto equipo en siete años de profesional. Al equipo de Giuseppe Saronni llegó más fuerte mental y psicológicamente, uno de los aspectos fundamentales en un deportista y gracias a ello acabaría de dar el salto de calidad que muchos pronosticaban en su etapa amateur. Llegó a la salida del Giro en Roma con buenos resultados en la Settimana Lombarda, Trentino y Romandia. Después de estar siempre en cabeza en las jornadas de montaña y rozar el triunfo en la Selva Val Gardena donde fue superado por Chechu Rubiera, un día de lluvia en Bormio 2000 consiguió su primera victoria de etapa en la corsa rosa. Finalmente repitió el tercer puesto del podio tras Stefano Garzelli y Francesco Casagrande.
Tras no participar en el Tour de Francia, Gibo acudió a la Vuelta España en el estreno del L´Angliru. Tenía la etapa entre ceja y ceja, y aquel día, un día lluvioso y cerrado cogió la fuga de la jornada y uno a uno fue soltando a sus compañeros de escapada para entrar victorioso en el coloso asturiano y escribir su nombre en la historia del ciclismo. Pocos más tarde sería la cota de San Luca la que se rindió en el Giro dell´Emilia.
El 2001 fue su año, su primer gran año. Dominó el Giro de Italia de cabo a rabo, anotándose con auténtica superioridad la victoria en la clasificación general después del escándalo de San Remo. Desde la etapa de Montevergine donde demostró ser uno de los corredores más fuertes y estar atento a la carrera en todo momento. Con la llegada al Pordoi llegó la hora de Gibo. Regaló la victoria a Julio Alberto Pérez Cuapio y se vistió con la maglia rosa, una maglia que vestiría hasta el final en Milán. Tras anularse la etapa con final en Santa Anna di Vinadio, sentenció la carrera en Arona con un triunfo aplastante sobre el resto.
Tras la victoria en el Giro, regresó en Suiza donde tras finalizar segundo en tres etapas acabó en el mismo modo la clasificación general, solamente superado por Lance Armstrong. Regresó a la Vuelta España donde conquistó la cima del Monte Abantos, para luego cerrar la temporada con el exótico triunfo en la Japan Cup.
Una nueva temporada asomaba y tras dos años en el Lampre-Daikin, firmó por el Saeco de Guiseppe Martinelli. De nuevo llegó el Giro de Italia, un Giro en el que defendía la victoria de la temporada pasada y que estuvo marcado por el doping y expulsiones de corredores. Hasta tres de sus grandes rivales fueron expulsados dos diferentes motivos. Garzelli, Casagrande y Belli se fueron por la puerta de atrás. Era el 24 de Mayo de 2002 cuando le llegó el turno a Simoni. Tras un control antidopaje, restos de cocaína en la sangre del de Trento lastraron sus opciones en la carrera y fue expulsado por la organización después de haberse llevado la victoria en Campitello Matese. Unos caramelos traídos por su tía de Perú para aliviar el dolor de garganta tuvieron la culpa de dicho positivo. Se escribía una etapa negra en la historia de Gibo, pero antes, pudo vengarse de su rival de siempre en la carretera, mostrándose muy superior a un Pantani que intentaba la enésima vuelta al ciclismo sin éxito. Finalmente fue absuelto de los cargos gracias a los análisis de su cabello y de los propios caramelos, los cuales contenían una pequeña cantidad de coca actuando como analgésico. La temporada prácticamente acabó para él, aunque intentó involucrarse en la general de la Vuelta a España, finalizando décimo a más de nueve minutos del vencedor, Aitor González.
Con más ganas que nunca afrontaba la temporada de 2003 con la intención de limpiar su nombre tras lo acontecido en el Giro de la temporada anterior. Comenzó la temporada muy pronto, dejándose ver en Mont Faron de la París-Niza y en la extinguida Vuelta a Aragón, finalizando segundo tras su compatriota Leonardo Piepoli. Llegaba su Trentino donde además de llevarse una etapa se anotó la general por delante de Garzelli, a lo que pocos días más tarde sumó el Giro de los Apeninos. La próxima cita fue en Lecce, ciudad donde partía el Giro, un Giro que tuvo a un tirano como vencedor. No era otro que Gilberto Simoni. Arrebató la maglia rosa a Garzelli tras la etapa con final en Faenza y logró vestirla hasta en final en Milán. Regaló triunfos antológicos como la conquista del Monte Zoncolan y el Alpe Pampeago, además de anotarse la victoria en Cascata Toce. Total, ganó su segundo Giro con más de siete minutos de ventaja sobre un Garzelli que nunca pudo aguantar la supremacía de Gibo. Además, se adjudicó el maillot ciclamino y en la última aparición de Pantani en la carretera, aplastó la figura de El Pirata.
Tras este nuevo triunfo, afrontó con optimismo el Tour de Francia pensando en enfrentarse al americano Lance Armstrong. Pero nada más lejos de la realidad. Simoni no encontró su sitio en la carrera dejándose llevar en busca de una victoria parcial. En Loudenvielle llegó su premio al superar a Dufaux y Virenque y meterse en el club de los vencedores de etapa en las tres GT.
La temporada de 2004 comenzaba con un duro golpe para el ciclismo. El día de los enamorados, el 14 de Febrero fallecía Marco Pantani. Simoni, conmocionado describía así su relación con Marco:
“Estoy conmocionado. Le conocía de toda la vida. Jamás fuimos amigos…pero competí con él desde que éramos niños…era un año mayor que yo…y ahora está muerto. Esto es muy cruel…yo nunca quise cruzar palabras con Marco fuera de lo meramente protocolario….pero yo jamás ganaré todo lo que el ganó. Y no me refiero solo a victorias en competición”.
Con la intención de defender la victoria en el Giro de la temporada anterior afrontó la salida en Génova. Todo se puso de cara con la victoria en Corno Alle Scale donde además se vestía de rosa. Pero lo que no iba a pensar nadie ocurrió, el enemigo estaba en casa. Damiano Cunego que ya había derrotado a Simoni en el Trentino. El joven Cunego le quitó el rosa a Simoni tras su victoria en Montevergine. En Falzes asestó el golpe definitivo a la carrera y Simoni se tuvo que contentar con buscar una plaza en el podio. En la etapa con final en Bormio 2000 se escribió otra hoja negra en la historia de Gibo. En plena carrera se refirió a su compañero de equipo con las siguientes palabras: “Eres un bastardo y un ignorante”. Finalmente ocupó la tercera posición de la general tras Cunego y Honchar.
De nuevo participó en el Tour de Francia con más pena que gloria. Finalmente, arregló su temporada con una victoria en el Giro de Veneto y un segundo puesto en el Giro del Lazio.
Tras la fusión entre el Saeco y el Lampre nació la nueva estructura con la denominación de Lampre-Caffita donde de nuevo coincidió con el joven Cunego. De nuevo llegaba la cita con el Giro al que llegaba con la victoria en Mont Faron y en el Giro de los Apeninos. Fue la edición donde un pequeño escalador venezolano se dio a conocer. Rujano fue el principal protagonista de un Giro de Italia ganado por Salvodelli y que el propio Simoni y Rujano estuvieron apunto de dar la vuelta tras la etapa con final en Sestriere y el paso por la Finestre que hizo tambarlearse el liderato de Il Falco. Finalmente aguantó la maglia rosa con tan sólo una distancia de 28 segundos sobre Simoni. El triunfo se quedó a las puertas para lo que hubiese sido el tercer triunfo para el de Trento.
Poco después de la finalización del Giro, familiares y amigos de Pantani organizaron un memorial para rendir homenaje al difunto ciclista. Incrédulos se quedaron cuando vieron aparecer la figura de Simoni en la línea de salida en Cesenatico, e incrédulos se quedó la mayor parte del mundo del ciclismo tras su victoria en Cesena y sus posteriores declaraciones:
“Marco y yo jamás fuimos amigos. Yo no soy como ninguno de vosotros, no soy ni su amigo, ni compañero de equipo, ni familiar. No nos caíamos bien. Fuimos rivales siempre, desde niños. Desde que tengo recuerdos de montar en la bici, recuerdo competir contra él por encima del resto. Creo que el motivo de que jamás me acercara a él es porque le tenía envidia. Me resulta muy duro admitirlo, pero esto es cierto. Sin duda, él era mejor escalador que yo. Él murió hace un año… pero si desde algún lugar me está escuchando quiero decirle que hoy he ganado por él. Le dedico esta victoria a él por encima de ninguna otra cosa. Este es mi homenaje a Marco Pantani como campeón del ciclismo y a sus padres, a los que les expreso mi más profundo respeto Y quiero que todos los que están aquí sepan que hoy más que nunca no ha ganado Gilberto Simoni. Ha ganado Marco Pantani”.
La figura de todo un caballero emergió por encima de cualquier cosa.
En 2006, con 35 años y en plena decadencia deportiva fichó por el conjunto español del Saunier Duval finalizando de nuevo en el cajón en “su” Giro de Italia, por cuarta vez finalizaba tercero, pero esta vez muy lejos de un Ivan Basso que se mostró intratable durante todo el recorrido. Con los colores del equipo cantábro se despidió del Tour de Francia de nuevo sin poder brillar en la ronda gala. Simoni y el Tour no estaban hechos el uno para el otro. Por aquel entonces comenzó a disputar pruebas de mountain bike logrando el triunfo en el campeonato italiano de maratón.
La temporada siguiente continúo a los órdenes de Matxin repitiendo éxito en el Monte Zoncolan y finalizando cuarto en el Giro de Danilo di Luca. Fue su último gran éxito. A la temporada siguiente cambio de equipo fichando por el conjunto de Gianni Savio en un intento de alargar su periplo profesional, pero los días de competición iban decreciendo al igual que sus resultados, siendo 10º en el Giro de 2008 y el 34º en 2009, consiguiendo una única victoria en la Vuelta a México.
Finalmente cuando el mundo del ciclismo había despedido a Simoni, sorprendió a propios y extraños fichando por el Lampre para disputar su último Giro de Italia. Sin poder brillar en su terreno, se despidió del ciclismo profesional como el caballero que demostró ser. Transformó el azul y fucsia del Lampre por el negro con una camisa blanca y una corbata rosa, entrando victorioso en la Arena de Verona ante el aplauso y asombro de los aficionados. Así se despedía Gilberto Simoni, así se despedía “Gibo d’Italia”.
Miguel Hermosilla