La Amstel Gold Race es entretenida. Vale que los últimos tiempos han hecho de esta una carrera maniatada a los intereses de los grandes equipos, que controlan y guionizan el desarrollo de la carrera hasta los últimos 20-30 kilómetros, donde sí se consigue ver un espectáculo digno. Una gymkana dicen que es muchos corredores. Y están en lo cierto. Giro, contra-giro, rotonda, continuo cambio de la longitud de la calzada, puentes, aceras, arcenes, badenes y señales de tráfico. Más peligrosa que otras, pero también más entretenida a ojos del aficionado. Si así es ahora, en 2012, ¿os imagináis cómo fue la primera edición, la de 1966? Os lo contamos. Fue caótica, algo dramática y, sobre todo, muy divertida.

Las motivaciones fueron claras. Herman Krott, mánager del equipo amateur Amstel Bier -Zoetemelk, van Vliet (actual director de la carrera), Steevens o Knetemann-, organizador de criteriums en los Países Bajos y alma máter de la AGR hasta 1995, junto con su colega Ton Vissers, tenía la intención de poner a su país al lado de otros, como Bélgica o Italia, en cuanto a la organización de grandes clásicas profesionales. En secreto, barruntando lo que él pensó sería una perfecta unión entre los conceptos de De Ronde van Vlaanderen y Milano-Sanremo, recorrió varias veces el camino entre Ámsterdam, supuesta ciudad de salida, y Maastricht. La distancia, tras hacer el camino varias veces, se le hacía demasiado larga, por lo que pensó en Utrecht y luego Rotterdam, más al sur y accesible hasta Maastricht que la capital neerlandesa, como lugar de salida de la primera Amstel Gold Race de la historia.

La carrera estaba prevista para el 30 de abril de aquel año. Un día especial para el país oranje, pues es entonces cuando se celebra el Día de la Reina, el día nacional de los Países Bajos. Bien entrado el cuarto mes del año, la organización se percató de que no tenía permiso para cruzar el puente de Moerdijk, en la provincia de Noord Brabant (Bravante Septentrional), que unía ésta con Rotterdam, ciudad de Zuid-Holland (Holanda Septentrional). Es por ello por lo que Krott y Vissers se vieron obligados a llevar el inicio de la carrera a Breda rápido y corriendo, y a escasos días para la celebración del evento. Aún así se les terminaría yendo de kilometraje, pues fueron algo más de 300 km. los totales de una prueba obligada a decenas de cambios.

Como ciudad de llegada, se negoció sin éxito con una pequeña población a escasos 15 km. de la capital de Limburgo llamada Simpelveld. Cuando todo estaba parado, un vecino de Meerssen, ex trabajador de limpieza y parques del pueblo, Willem-Berend Hietbrink, en apenas unos minutos, convenció y llevó a Krott a Meerssen, donde utilizando sus influencias como trabajador local pudo cerrar el trato rápidamente. Todo gracias al apoyo de varios empresarios del pueblo de Limburgo. Lo curioso de la situación, es que la pasión de Hietbrink le llevó a utilizar recursos locales para los cuales no estaba autorizado. Fue despedido. Pero consiguió su propósito. La primera Amstel Gold Race cerró su primera edición con un recorrido entre Breda y Meerssen con un total de 260 km. programados (que en todo caso no serían los finales). Recorrido que nunca se repetiría; Breda no volvió a ser ciudad de partida. Al año siguiente se salió de Helmond, vecina de Eindhoven, en una carrera mucho menos selectiva que la primera edición.

Herman krott amstel gold race

La celebración de la carrera fue todo un éxito de público, y los neerlandeses, ya por entonces corredores a tener en cuenta en el ciclismo internacional con representantes de la categoría de Jo de Roo, Gerben Karstens o Evert Dolman, pero todavía a la espera de los mejores Gerrie Knetemann, Henie Kuiper, Jan Raas o Joop Zoetemelk, fueron en parte protagonistas de ella. Antes de todo, del éxito final de la carrera y del dramatismo de su resolución, la sociedad formada por Krot y Vissers, Inter Sport, vio como su sueño, la creación de una gran clásica en Países Bajos, peligraba por dos conflictos sociales protagonistas durante los días previos al Día Nacional; las protestas intensificadas de un grupúsculo hippie llamado Provos, que tenía el anarquismo por bandera, y las protestas de los holandeses porque Beatrix, hija de la Reina, pensaba casarse con un alemán de nombre Claus van Amsberg, al apostre Príncipe consorte. Estos sucesos invitaron a la policía a dejar en vilo la celebración de un evento difícil de controlar, y fácil de boicotear durante el mismo día de celebración naranja. La intervención política al más alto nivel del Ministro de Transportes consiguió asegurar su celebración, pero, no se sabe si como lección aprendida, la carrera nunca volvió a celebrarse durante el Koninginnedag.

La Amstel Gold Race salió desde el parque Mastbos, en Breda, y tenía previstos un total de 260 kilómetros, como comentábamos. El único error de la organización fue establecer pasos entre diversos pueblos. Pero ante un día de fiesta nacional y multitud de eventos locales de celebración, la carrera se vio obligada a rodear las poblaciones de Gorlie y Bakel, por lo que al final la primera Amstel Gold Race terminó sumando un total de 302 km. Esto fue motivo de disgusto en ciertos corredores. Una de las grandes estrellas del momento, Jacques Anquetil, terminó retirándose fruto del enfado que supuso estos imprevistos.

La carrera la ganó Jean Stablinski, uno de los tres grandes líderes -Anquetil, Julio Jiménez- del Ford France – Geminiani en aquel 1966. El desarrollo de la primera Amstel Gold Race, un no parar de ataques y reagrupaciones, terminó decántandose por una lucha final entre 3 componentes del mismo equipo frances; el mismo Stablinski obviamente, el belga Bernard Van De Kerckhove, y el líder local, oriundo de Heerlen, a 15 km. de la línea de meta en Meerssen, Jan Hugens. Éste, corredor con cierta punta de velocidad, quedó fuera de combate cuando en el sprint final, yendo en posición de privilegio, su cadena se atascó, pudiendo ser el ex minero y descubridor del Bosque de Arenberg, Jean Stablinski, el vencedor de la primera edición de la gran carrera neerlandesa. Y su premio se llevó; dos mil florines y un anillo de oro que simulaba la forma de un barril de cerveza Amstel. Premio que no tuvieron ni Hugens, vencedor moral, ni Willem-Berend Hietbrink, supuesto co-organizador nunca reconocido.

Amstel Gold Race Stablinski