Abril, el mes clasicómano por excelencia, se divide tradicionalmente en dos partes, cada una de ellas indicada para un tipo de corredor. La primera parte del mes, las clásicas de pavés, indicadas para los tipos más duros sobre dos ruedas. En la otra, las cotas de las Ardenas belgas para los más escaladores entre los clasicómanos. Sin embargo existe otra gran clásica entre medias, encuadrada normalmente en el tríptico de las Ardenas pero que realmente ni por su espíritu ni geográficamente encaja en esta denominación. Es la Amstel, nexo de unión entre los trotones del norte y los escaladores y una de las pocas carreras del año en que les vemos luchando entre ellos por la victoria.

Imaginaros una De Ronde sin pavés y tendréis una idea bastante aproximada a lo que es esta carrera, aunque con aún más cotas, carreteras estrechas y obstáculos de tráfico que esta. En definitiva una verdadera gymkana que hace que muchos de los que buscan su razón de ser más adelante en la temporada no quieran ni oir hablar de ella por su peligrosidad. Estas peculiares características, unidas a su kilometraje de monumento la hacen ser probablemente la clásica más prestigiosa del año por detrás de los cinco monumentos. Esto también ha propiciado que en sus 45 años de historia corredores de todo pelaje hayan inscrito su nombre entre los ganadores: desde sprinters como los teutones Erik Zabel y Olaf Ludwig o el genial Freddy Maertens, especialistas en el pavés como Museeuw y Jan Raas, vueltómanos (Bjarne Riis), peleones todoterreno del estilo de Ivanov hasta finalmente los clásicos especialistas de las Ardenas como Frank Schleck o Danilo Di Luca.

Estos últimos son los que han controlado la resolución de la carrera en los últimos tiempos, y es que desde la inclusión del Cauberg como final en 2003 es difícil que otros perfiles de corredor puedan imponerse aquí. Esto no ocurría en la tradicional llegada a Maastricht, que abría el abanico de posibles ganadores y posibilitaba ver carreras mucho más movidas. A pesar de ellos seguimos teniendo un amplio elenco de ciclistas que parten con esperanzas en la salida de la carrera, desde sprinters como Freire a escaladores como Andy Schleck. Además este año veremos aumentar el número de grandes corredores que tomarán la salida en Maastricht, y es que el mundial de este año girará alrededor de la subida al Cauberg por quinta vez (1938, 1948, 1979, 1998 y 2012). Esto podría aumentar el abanico de candidatos, ya que corredores como Ballan o Pozzato pueden tener perfectamente algo que decir si se implican en carrera.

Probablemente sería una buena idea volver a pasar el final de la carrera a su situación original e incluir el Cauberg como muro de paso, pero aún así el espectáculo que nos brinda esta carrera año tras año es irrepetible, y si es con una Amstel helada en la mano, todavía mejor.