En semana de Paris – Roubaix, es inevitable citar a uno de los mitos de esta carrera, Octave Lapize nacido el 24 de Octubre de 1887 en la localidad de Mountronge, es uno de esos grandes ciclistas al que su carrera y su vida le fue arrebatada por una triste guerra. Cuando hablamos de los grandes ciclistas damnificados por las guerras, se nos viene a la mente esa II Guerra Mundial que truncó la carrera y la progresión de dos de los ciclistas más grandes que nos ha dejado la historia de este deporte, Coppi y Bartali.

Octave Lapize, es el gran olvidado en este sentido, el 2 de Agosto de 1914 empezaban las rencillas entre el Imperio Austrohúngaro y Serbia, daba inicio la I Guerra Mundial y con ello era reclutado Octave Lapize en el frente Verdún. Tenía 29 años tan solo y era sargento del ejército francés, cuando un 28 de Junio de 1917, recibió sendos balazos en el cuerpo en un combate aéreo cerca de Flirey, Meurthe – et – Moselle. Dos semanas más tarde, fallecía en el hospital de Toul como consecuencia de las graves heridas sufridas, acabando así con la vida del que podría haber sido el primer gran ciclista de la época.

Octave era un ciclista especial, un ciclista capaz de ganar el Tour de Francia y ganar 3 Paris – Roubaix, un ciclista que pese a su conocida sordera y su poca altura y peso (tan solo 1,65 m y 65 kg), tenía un físico espectacular y una gran musculatura, capaz de triturar el pavé sin inmutarse y de pasar en cabeza por primera vez en la historia el Tourmalet. Fue el primer ciclista en ganar 3 Paris – Roubaix que adornan su palmarés, y tuvo que esperarse 24 años, para que el belga Gaston Rebry, igualara este hito.

Su primera Paris – Roubaix en 1909, fue con tan solo 21 añitos, donde batió a su compatriota Louis Trousselier y al belga Jules Masselis. Lapize tuvo que pasar por todo tipo de condiciones para ganar 3 veces la carrera, en 1910 tuvo que superar dos caídas, un reventón, un sillín roto y un manillar torcido, llegó al velódromo de Parc Barbieux con otros 4 compañeros y en el sprint los batió para ganar por delante del belga Cyrille Van Hauwaert y el francés Eugène Christophe. La edición de 1911 fue la victoria más impresionante del ciclista francés, los últimos 15 km los transcurrió en solitario, para llegar al velódromo solo y degustar con tranquilidad su 3ª Paris – Roubaix.

Días después, un periodista francés dejó unas famosas frases para la historia, “Un ciclista puede ganar por suerte una Paris – Roubaix, tal vez incluso dos… pero ganar tres veces aquí es imposible, debes ser un fuera de serie”. La figura hoy día de Lapize puede ser algo desconocida para muchos aficionados al ciclismo, otro periodista francés nos relató tras una Paris – Roubaix, otra de las míticas frases sobre el ciclista, “Tengo antes mis ojos la fotografía de Lapize. Tiene apariencia de un gran rodador, la cara enérgica, el maxilar sólido, la mirada fija al frente, el bigote de punta, como conviene a un “corcel” llamado, tras largas horas de sufrimiento en la carretera, se pone a lanzar besos a las chicas bonitas, tiene una gran caja torácica, unas piernas bien asentadas, los muslos poderosos y unas manos potentes capaces de doblar todos los manillares del mundo cuando se apoya sobre ellos en las subidas de los puertos”.

Sin duda, Octave Lapize, fue el primer gran ciclista que triunfó en la Paris – Roubaix, vio truncada su carrera por una triste y como siempre injusta guerra, guerra que empieza en los despachos, donde se mueven los hilos y que acaban pagando personas inocentes. La Paris – Roubaix no se disputó desde 1915 hasta 1918, siempre nos quedará la duda de saber si aquel gran ciclista francés hubiera podido seguir haciendo historia en esta carrera. Octave Lapize, sin duda demostró que era un maestro de los adoquines y hoy día le recordamos como aquel gran campeón que fue.