A nadie se le escapa que Liquigas es, a día de hoy, uno de los grandes equipos del pelotón. La mejor formación italiana con ciclistas que destacan en casi todos los terrenos. Sin embargo, lo que a priori parecía una ventaja se puede convertir en problema. Demasiados gallos en el mismo corral. Dejando a un lado a Ivan Basso, corredor veterano y contrastado que tiene su propio calendario y objetivos, nos encontramos con dos grandes cabezas visibles: el italiano Vincenzo Nibali y el eslovaco Peter Sagan.
Nibali es el niño bonito de Italia ahora mismo. Hombre completo y explosivo, gran escalador y buen contrarrelojista. Tiene 21 victorias. Tiene además una gran vuelta en su haber, pero en Italia se espera que pueda pelear por fin por el Giro y, por qué no, por el Tour que el país transalpino no domina desde que lo hiciera el tristemente desaparecido Pantani en 1998. A sus 27 años, el de Messina se encuentra en el momento idóneo para ello, y tras un 2011 sin victorias ha demostrado que sigue siendo el mismo que ganó la Vuelta a España al adjudicarse, hace apenas una semana, la general de la Tirreno-Adriático.
Pero por otro lado está Peter Sagan. Con 22 años, suma 25 triunfos y tiene toda la pinta de ser uno de los dominadores del ciclismo mundial en las próximas temporadas. Es potente, tiene una punta de velocidad que le permite enfrentarse a los mejores sprinters, gran rodador en llano y explosivo a la hora de enfrentar cotas y muros. Tampoco es cojo como contrarrelojista. Y si el año pasado sólo le faltaba pasar la alta montaña con los mejores, en Tirreno demostró que puede hacerlo al marcarse una tremenda subida a favor de su líder, que era precisamente Nibali.
Surge una pregunta que sería importante responder. ¿Hacia dónde evolucionará Sagan? ¿Se centrará en las llegadas masivas? ¿Intentará por el contrario establecerse entre los mejores clasicómanos? ¿O por el contrario harán que mejore en los grandes puertos para optar a las grandes vueltas? Teniendo en cuenta su y su potencial, el futuro del eslovaco es una verdadera incógnita.
Cualquier equipo estaría contento con estos dos figuras en sus filas. Pero, ¿durará para siempre esa armonía? El primer conato de incendio entre ambos se vio precisamente en Tirreno. Nibali atacó, pero fue Sagan quien remató con un sprint potentísimo para apuntarse la etapa. Según el eslovaco, lo que pasó fue que había un tercero en discordia que podía aguarle la fiesta al Liquigas porque le había cogido la rueda a Vincenzo. Así que el bueno de Peter decidió imponerse por la fuerza.
En la Milán-Sanremo, en cambio, fue al revés. Nibali se lanzó en el Poggio, pero Gerrans y Cancellara le siguieron la rueda. Por detrás, Sagan estaba en el grupo de favoritos aguantándose las ganas de saltar. Finalmente, Liquigas perdió la carrera. Nibali fue el último de los tres y Sagan el primero del pelotón de elegidos. ¿Pueden, pues, correr juntos estos dos ciclistas durante muchas pruebas? Si los roles de ambos quedan claros desde el principio y se compenetran bien, está claro que pueden llegar a ser una pareja letal. Pero las grandes estrellas no suelen ser muy propensas a perder galones en las pruebas importantes, por lo que esa dupla de lujo podría convertirse en una bomba de relojería, sobre todo en carreras de un día o vueltas cortas. A priori, son dos ciclistas distintos. Pero en muchas ocasiones se da el caso de que ambos comparten objetivos –por ejemplo en la citada Sanremo- y apostar por el hombre equivocado puede dar lugar a acabar perdiendo opciones.
Por el momento, Nibali y Basso pelearán por ganar las grandes vueltas mientras que Sagan hará de corredor cazaetapas con cierta libertad de movimientos. Si el eslovaco evoluciona –aún más- y se ve con opciones de luchar las generales, compartir equipo con el ‘Squalo’ puede ser toda una quimera. Pase lo que pase, los próximos meses en el Liquigas prometen ser interesantes.
Victor Martín para Cobbles & Hills
El único que lo hizo rematadamente mal fue nibali en la san remo, el otro le ayudó en tirreno, este le arruinó la clásica, pero lo que está claro es que los directores de ciclismo son muy malos.