Gerald Ciolek, Rigoberto Urán o más recientemente, Peter Sagan. Los tres saltaron a las portadas de todas las publicaciones ciclísticas en un abrir y cerrar de ojos. Uno se hacía con el nacional alemán, el segundo vencía en Euskal Bizikleta y Suiza, mientras que el eslovaco humillaba a una pléyade de grandes corredores en París – Niza. Los dos últimos con 20 años, el germano con apenas 18. Son algunos de los casos más llamativos en los últimos años de un fenómeno que también estamos viviendo en 2012 con Arnaud Démare (Beauvois, 1991). El “sprinter para las clásicas“, como él mismo se define, ha conseguido la friolera de cuatro victorias en sus dos primeros meses como profesional.

Sin embargo, a diferencia de sus antecesores, Démare ha llegado al máximo escalafón del ciclismo precedido por una fama de aniquilador. El galo ya había mostrado su inmensa proyección tanto en Team Wasquehal en categoría juvenil como en la factoría de CC Nogent-sur-Oise amateur. Su punta de velocidad era de sobras conocida gracias a grandes actuaciones en Signal d’Ecouvert, La Bernaudeau Junior o los campeonatos europeos y mundiales (en los que consiguió bronce y plata, respectivamente), aun en la estructura de Wasquehal; así como en carreras .2 y sub23 en su paso a categoría amateur, como el Grand Prix de Pérenchies, La Côte Picardie o La Copa de las Naciones Ville Saguenay canadiense. El alto nivel que mostraba a su temprana edad no pasó desapercibido para Marc Madiot, quien llamó a su puerta para que finalizara como trainee la campaña con el equipo lotero.

Desde entonces incluso las previsiones más optimistas sobre su rendimiento quedaron sepultadas por la apabullante realidad que ya era, y de hecho es, Démare. En su estreno con el conjunto WorldTour en el Tour du Poitou Charentes, llegó a la pequeña vuelta como principal escudero de un consagrado Hutarovich para las llegadas masivas. Pese a trabajar para el bielorruso, consiguió tres puestos de honor ante velocistas de la talla de Rojas, Apollonio o Nizzolo. Apenas un mes después llegaba su consagración ante el gran público en Copenhage, con el magnífico dominio de la selección francesa en el Mundial sub23, que conseguía el doblete con con Adrien Petit y él mismo como protagonistas. Pero lejos de sufrir una extraña maldición que suele acompañar a los portadores del arcoíris, Démare ha respondido con un comienzo de 2012 tremendo en el que, como el mismo asegura, “he tenido la oportunidad de hacer buenos los errores que cometía cada día que pasaba”, con lo que va a más en cada carrera. En Catar, donde fue a “trabajar en buenas condiciones y conocer algunos de los compañeros”, comenzó errático y acabó llevándose la última etapa, seguidas de otras tres carreras en las que se ha impuesto con sorprendente solvencia para un novel.

Démare venciendo el Grand Prix de Pérenchies

Hace años que vive abonado a la victoria, muchas veces delante de Petit / Foto: www.ccnogentsuroise.com

Pero pese a todo lo que está demostrando, no debemos dejarnos engañar por un bonito envoltorio, ya que en su interior se oculta a un ciclista magnífico. Leyendo su ficha desde su llegada al equipo francés, puede parecer un sprinter puro a la imagen y semejanza de otras promesas actuales de la velocidad como Viviani, Guardini o Kittel. Sin embargo, ha demostrado en años anteriores tener un motor y cualidades suficientes para aguantar kilometrajes importantes, superar con solvencia pequeñas cotas de montaña y pasos de adoquines. Especialmente relevante y patente ha sido su habilidad sobre el pavé durante su desarrollo, como demuestra su segunda plaza en la Paris-Roubaix junior en la que compartió cajón con otras promesas de su edad que ya empiezan a asomar la cabeza entre los gallos: Guillaume van Keirsbulck y Barry Markus.

Con la magnífica carta de presentación que nos ha dejado, solo nos queda esperar su aprendizaje y evolución en un futuro cercano. Torres más altas han caído, sobre manera en Francia, donde siempre se alzan demasiado pronto las campanas al vuelo con los ciclistas patrios, en la búsqueda de un nuevo Hinault; pero talento y tiempo para pulirlo tiene todo el del mundo. Mientras tanto ahí seguirá, como el decía en nuestra entrevista (gracias al acuerdo con Velochrono) el mes pasado, “esperando a que aun se le abran las puertas”.