No existe mejor dicho español para comenzar hablar de Moreno Moser. Al contrario que otros muchos, al joven ciclista italiano (Trento, 1990) no le pesa el apellido. Ser sobrino de todo un emblema del ciclismo como Francesco Moser no ha sido ninguna carga ni ninguna losa que hayan lastrado su potencial. Para él es una inspiración. A lo largo de los años se ha visto como ciclistas que proseguían con el apellido familiar en el ciclismo se veían superados por la presión existente en igualar o superar los éxitos de su predecesor.
Por el momento Moreno Moser transcurre por el camino opuesto. En su tercer día como profesional consiguió su primer triunfo. El Trofeo Laigueglia fue el escenario donde el palmarés del ciclista de la Liquigas-Cannondale comenzó a labrar una lista de éxitos que, hoy por hoy, parece no tardará en seguir ampliando. “Si me hubieran preguntado a mí mismo apostar a ganar en la salida no lo habría hecho” declaró tras cruzar la meta. Quizás un triunfo inesperado totalmente, pero sus condiciones lo auguraban.
Encarna la figura de un ciclista todoterreno. Capaz de desenvolverse tanto en montaña como en grupos pequeños, además de poseer un buen punch final. Desde su etapa junior apuntaba las maneras que hoy transmite en profesionales. Dieciocho triunfos, incluido dos del circuito UCI Junior -Tour du Pays du Vaud y el Triptico del Veneto-, confirmándose como una de las más firmes promesas del ciclismo trasalpino. En amateur siguió consolidándose tras cumplir un ciclo de tres temporadas que le valieron para acabar fogueándose como ciclista. Tras lograr el triunfo en el Città Felino, en el Giro del Medio Brenta o destacar en la Coppa Placci, Capodarco o en el Giro delle Valli Cuneesi, el GiroBio catapultó su nombre. Después de desoír las llamadas para pasar a profesionales de los equipos menores italianos, Moreno firmó su mejor temporada amater. El GiroBio le dio todo. Dos victorias de etapa –la primera en Martinsicuro resolviendo un pequeño grupo y la octava tras una galopada en una jornada de montaña- y otros dos segundos puestos –incluida la CRI de doce kilómetros- unido a su quinto puesto final alentaron su nombre. El equipo de Roberto Amadio se llevó el gato al agua y firmó a Moreno Moser, primero como stagiare en el último tercio de la temporada 2011 y con contrato profesional en la temporada siguiente.
En Laigueglia fuimos testigos de su potencial. Sendos ataques, uno primero todavía lejos de meta y el segundo y certero, a apenas tres kilómetros del final logrando aguantar el ritmo del grupo de favoritos, le dio su primer triunfo como profesional.
Después de inaugurar su palmarés, Moreno Moser salta definitivamente al primer plano en el ciclismo mundial siendo de momento el primer nombre de una generación del noventa que viene pisando fuerte desde atrás con Mattia Cattaneo o Fabio Aru y que se une a los Matteo Trentin, Stefano Agostini, Stefano Locatelli, Giacomo Nizzolo, Enrico Battaglin o Salvatore Puccio que están llamados a ser el relevo de los grandes ciclistas transalpinos de hoy en día.