Madrid para la Vuelta significa final. Llegados a la capital es hora de hacer conclusiones, de poner nota a todo lo que ha acontecido durante las tres semanas anteriores y de valorar qué nos ha aportado la ronda española. Una prueba que supone el examen de reválida para equipos y ciclistas que no han cumplido con las expectativas puestas en ellos en las pruebas más importantes del calendario, allá por marzo, abril, mayo y julio.
Con todo lo sucedido se puede aseverar que esta ha sido la Vuelta de Vincenzo Nibali, vencedor de una prueba que llevaba sin ver un ganador transalpino desde 1990, año en el que resultara vencedor Marco Giovanetti tras haber conseguido administrar con éxito la ventaja adquirida en una de una escapada camino de Ubrique. Lo Squalo aseguró que venía a ganar y lo ha hecho. Madera de campeón de un corredor del sur curtido en el norte que se postula como alternativa en la Grande Boucle para competir contra el duo de amigos, Alberto Contador y Andy Schleck.
Protagonismo comparte también con el trío de corredores locales que ha emocionado, cada uno a su manera y con distintos finales, a la afición que ha poblado las carreteras a lo largo de todo el recorrido. Ezequiel Mosquera ha conseguido, por fin y tras varios años dando al palo, su primer podium y su primera victoria de etapa en la Vuelta. Con sentido ofensivo en los terrenos donde se sintió con fuerza -aunque el corazón a veces pesara más que las fuerzas en sí-, atacó en Pal, Lagos y Bola del Mundo para optar a un triunfo en la general que le terminó siendo esquivo. La crono le dio esperanza y la Bola del Mundo un sabor agridulce que no deja de aprobar una carrera donde se ha implicado al 100%, y con éxito. Joaquim Rodríguez, con un recorrido explosivo casi hecho a su medida ha completado su mejor puesto en una GT. Su 4º puesto, que no fue más por la crono de Peñafiel, termina por justificar un año excepcional habiendo portado el maillot rojo en varios momentos de la carrera y ganado una de las etapas que encajaban a la perfección con sus características; Peña Cabarga. E Igor Antón, que apuntaba a ganador final y que una caída camino de la tachuela cántabra le dejó con el mismo sabor que la Vuelta de 2008, el sabor del “y si…“, el del abandono antes de los días claves de la carrera. Una caída que no empaña una gran carrera por su parte (líder varios de carrera y ganador de dos etapas; Valdepeñas de Jaén y Pal) y por la de su equipo, el Euskaltel-Euskadi, que con orgullo se levantó tras la caída de su líder y consiguió otra victoria de etapa, la de Mikel Nieve en Cotobello.
También ha sido la Vuelta de, como siempre, los corredores que no han cumplido durante el año o que venían a probarse en la carrera por una u otra razón. Nombres como Philippe Gilbert con sus victorias de etapa y maillot rojo, Peter Velits y su asombroso podium y monumental crono en Peñafiel, Nicolas Roche, Fränck Schleck y Tom Danielson luchando por un puesto de honor, Tyler Farrar y Mark Cavendish en el dominio de los sprints (5 victorias entre ambos) o David Moncutie y su extraño amor tardío por la ronda española, que han dado cierto lustre a una carrera que si por algo destaca estos últimos años es por la participación que disfruta en sus arranques. Aunque, por otro lado y por aquello de las sensciones encontradas, también ha sido la Vuelta de la salidas nocturnas de un sector del que será el nuevo equipo de Contador, el Team Saxo Bank, que terminó dando con Andy Schleck y Stuart O´Grady fuera de la carrera, y con un Cancellara abandonando de mala manera el equipo antes de llegar a Toledo. Y también, por supuesto, de la demostración que la mentalidad de Denis Menchov cuenta más que sus piernas.
La Vuelta de 2010 se recordará también por las valoraciones del recorrido, calificado unánimemente como inferior al de 2009, pero que ha deparado momentos más interesantes, o esa es la sensación que deja, que la carrera del ganada por Alejandro Valverde. Una Vuelta donde los recorridos con finales en cotas de altos porcentajes, con poca dureza previa, hacían presagiar etapas aburridas en general… pero que en cierto sentido han deparado vibrantes momentos finales como en Valdepeñas de Jaén, Xorret de Catí, Pal, Peña Cabarga, Lagos, Cotobello o Bola del Mundo, además de invitar a disfrutar de la resolución de etapas con finales interesantes como en Málaga, Murcia, Vilanova i la Geltrú o Toledo. El examen de conciencia de afición y organización debería girar en torno a la necesidad de una vuelta de 3 semanas colocada en septiembre, y con unos corredores con muchos kilómetros en las piernas y con la necesidad de sacar resultados positivos. Una carrera de estas características tiene que guardar una invitación a los fondistas pero sin olvidar que las fuerzas en septiembre son las que quedan tras meses de competición y que lo debe encontrar es la competitividad de los corredores así como la buena sensación final de los aficionados, la cual, por cierto, no tuvo lugar tras la Vuelta 2009, Vuelta netamente superior en su recorrido a la de este año. Algo falla y debe ser corregido para lograr esa comunión que promueva el seguimiento de la carrera y la asistencia de los aficionados a las carreteras. Esto, todo sea dicho, se ha conseguido.
Si por algo también destaca la Vuelta 2010 es porque el seguimiento de la carrera ha provocado que las cunetas de muchas carreteras se hayan poblado de público, que terminó por formar una fiesta del ciclismo en la Bola del Mundo. Se vio mucho público en todas y cada una de las etapas; desde la crono nocturna de Sevilla hasta la mencionada Bola del Mundo pasando por Málaga, Valdepeñas de Jaén, Xorret de Catí, Peña Cabarga o Lagos de Covadonga.
Quizás la nota negativa y que debe hacer recapacitar a Javier Guillén es el seguimiento por televisión que ha tenido la carrera y los fallos técnicos que ha sufrido la carrera día sí y día también. Con menor share (esto obviamente es la causa de muchos factores ajenos a la RTVE) y con claros fallos de realización en los finales de etapa (el final de ayer en el Paseo de la Castellana fue un hito en la mala realización de una prueba deportiva) y en el transcurso de muchas de ellas la carrera ha terminado por desquiciar a los aficionados que conectaban con Teledeporte diariamente. Además, la calidad de la narración por parte de Carlos de Andrés y Perico Delgado ha sufrido un claro bajón… que no evidenciaron en el Tour, donde sí estuvieron presentes etapa tras etapa. Quizás tenga que ver con que no han seguido la carrera, no se han empapado de ella como sí parecen lograr de la manera normal, que es viajando con el pelotón. La crono de Peñafiel tuvo un complicado seguimiento también en parte resultante de los problemas técnicos que ocasionaron diferencias que no existían y otras que no se concretaban y en muchas otras etapas la web daba con corredores en posiciones diferentes a las que luego en realidad habían concluido; fallos a corregir.
Aciertos, secundados -Valdepeñas de Jaén, Xorret de Catí o Bola del Mundo- o no -Alcoy, Rat Penat y Cotobello- por parte de los corredores y fallos -Lagos de Covadonga en plan unipuerto, Peña Cabarga con ese llano previo o Pal sin dureza previa aunque arreglado por la actitud de Mosquera- en el recorrido, implicaciones no tan esperadas -Velits o Roche- y desapariciones bochornosas -Andy Schleck o Denis Menchov-, mal seguimiento por parte de RTVE por unos recortes de presupuesto que no se vieron en el Tour ni en otras muchas retransmisiones de Teledeporte -menudo menosprecio a la carrera ciclista española más importante, por cierto- y una invasión casi total de las cunetas por una afición que parece que vuelve a coger el gusto por un deporte que, en esta Vuelta, ha tenido emociones encontradas por estas y otras muchas razones.