Desde hacía meses que se sabía que toda la estrategia de Unipublic, empresa organizadora de la Vuelta a España, en la edición de 2010 giraría en torno al último día de carrera, al que se tendría que ascender una cumbre esperada y soñada por el fallecido Enrique Franco y que no consiguió como gerente de la carrera llevar allí a la ronda española; la Bola del Mundo.
Sólo la crono de Peñafiel podía amenazar el ansiado deseo de Javier Guillén, el ahora máximo dirigente de la carrera, de dejar que la carrera se decidiese en el hormigón, duro y rasgado, de la cumbre madrileña. Y lo consiguió. Una excelsa crono de Ezequiel Mosquera (Xacobeo Galicia) conseguiría dejar la distancia entre él y Vincenzo Nibali (Liquigas) reducida a segundos que podrían ser recuperados en este casi imposible acople a Navacerrada que ha terminado por deparar un duelo maravilloso, de tú a tú, a cuchillo y dejando a ambos protagonistas exhaustos y felices por lo derrochado y lo conseguido. Nibali y Mosquera, al final, han conseguido hacer que la Bola del Mundo vaya a quedar en el recuerdo de los aficionados por haber ofrecido uno de los grandes espectáculos en el ciclismo en este 2010.
El día comenzó rápido. La fuga, esta vez formada por 18 corredores, muchos de ellos de calidad contrastada como Gilbert, Arroyo, Plaza, Tschopp, Siutsou, Cuesta o Veloso, obligó al pelotón, comandado por Liquigas en primer lugar y Xacobeo tras la subida y posterior bajada al Puerto de Navacerrada, a no dejarles renta suficiente para que pudieran disputar la etapa en la cima madrileña. Hoy las bonificaciones se antojaban claves para la resolución de la general final de la Vuelta a España 2010. Así consiguieron mantener a los fugados durante muchos kilómetros y con nunca más de 3 minutos de renta. En la ascensión final, a 8 kilómetros de meta, la aventura de los valientes llegó a su final.
Tras ello, Fränck Schleck (Team Saxo Bank), en búsqueda de un triunfo de etapa y de, quizás, las cosquillas del tercer clasificado, Peter Velits (Team HTC – Columbia), fue el primero de los líderes en arrancar. Tras el luxemburgués, Mosquera buscando hacer la distancia suficiente para hacer historia. Tras unos intensos primeros metros de estirón consiguió romper la cuerda con Nibali. El italiano, sin demostrar la edad que tiene, corrió como un auténtico veterano no cayendo en la trampa del ritmo del gallego, circunstancia que si sufrió en Pal. Gestionó los metros finales de la subida a Navacerrada con tranquilidad y cadencia para poder entrar en el hormigón de la Bola del Mundo con apenas unos segundos de retraso sobre Mosquera, que ya, con sus cartas descubiertas, lo único que podía hacer era tirar con todo hasta los 2.365 metros de altura, donde estaba situada la meta. Por medio, las rampas imposibles de cemento, la niebla y miles de personas alentando a los corredores que hicieron de este final un momento intenso de ciclismo, de los mejores del año.

Nibali ascendiendo por el hormigón de la Bola del Mundo
Hasta los 20 segundos consiguió estirar el pupilo de Álvaro Pino la distancia con Lo Squalo, que de rojo y por detrás siempre de Mosquera se marcó la referencia de las motos para que, retorciéndose sobre la bicicleta no se le escapara el que se convertiría en el triunfo de su vida; su primera Gran Vuelta. Extenuado y roto, en el último kilómetro Mosquera perdió ventaja y las esperanzas de un triunfo antológico en la Bola del Mundo que le diera en mano el maillot rojo se iban esfumando tras haber balanceado una diferencia siempre en torno a los 15 segundos. Al final, un último empujón (casi perdido por la -otra vez- penosa retransmisión de RTVE, que quizás haya sido la única que no ha estado a la altura) propició que, al menos, pudiera escribir su nombre en la cima madrileña y así pasar a la historia como el primer ganador en la Bola del Mundo. Por detrás, Joaquim Rodríguez (Katusha) distanciaba a Velits y Schleck, aunque sin consecuencias para la clasificación general final, que deja a Vincenzo Nibali como virtual vencedor de la Vuelta 2010, a Ezequiel Mosquera como segundo en el que es su primer podium -más que merecido- en una GT y a Peter Velits, sorprendete y esperanzador por lo que su figura pueda deparar de aquí en adelante, como tercero.
Sensaciones placenteras y emoción desbordada en el entorno de Liquigas, que consigue su segunda GT del año tras la victoria de Basso en el Giro. Tranquilidad por el deber cumplido por parte de los gallegos, que con honor han planteado un pulso a priori imposible a una de las escuadras más potentes a nivel mundial. Ambos, Nibali y Mosquera, han estado a la altura en este capítulo final de la Vuelta 2010 que dejará en el recuerdo esta primera ascensión a la Bola del Mundo y a sus ganadores; el de la general y el de la etapa.
Javier Cepedano