Se presentaba la etapa más larga de las que las que se compone la Vuelta, 231km que unían Pedrahita con Toledo, y el guión previsto se cumplió. Fuga poco numerosa de cuatro corredores y el pelotón controlando por detrás, y es que Jufré, Roels, Ortega y Florencio nunca tuvieron la más mínima opción de llegar a Toledo para jugarse entre ellos la victoria de etapa.

De este modo, un pelotón comandado por Columbia, Quick Step y Garmin, y con un Caisse d’Epargne siempre atento por si aparecía un viento lateral que nunca hizo acto de presencia, los fugados fueron cazados antes de llegar a los últimos 10km. Tras unos kilómetros tranquilos se llegó a la base de la colina sobre la que se asientan Toledo y su imponente Alcázar.

A partir de entonces una sucesión de ataques entre los que destacó el de Luis León Sánchez, que a falta de 3km consiguió abrir un pequeño hueco con los favoritos. Eran momentos algo caóticos, y en este escenario, un imán de los percances como Fränk Schleck pinchó dentro de la zona de protección.

Cazado Luis León el pelotón entró en el último kilómetro cortado en varios pedazos, Philippe Gilbert no dio opción a Tyler Farrar en el uphill sprint, mientras que Pozzato entró a 1”. Junto al italiano entraron Velits y Nibali, mientras que Joaquim Rodríguez lo hizo a 7” y Mosquera, el más perjudicado, se dejó 13”; a Fränk Schleck al final le picaron 15″.

foto: Graham Watson - biciciclismo.com

Ciertamente fue un final bonito con varias batallas. La de la etapa y el Mundial donde algunos de los grandes favoritos demostraron que llegarán muy bien de forma a Melbourne, y la de la general, donde Nibali demuestra que pese a su juventud tiene la experiencia suficiente para saber cuándo no se debe perder la rueda buena, mientras que Mosquera pese a su veteranía hizo una de pardillo y aumenta hasta los 50” la diferencia que deberá recuperar en la Bola del Mundo.

Xavier Andrés